Colegio Armenio Jrimian: La desafiante tarea de construir nuevos acuerdos institucionales
Posiblemente en los últimos 10 o 15 años el sector educativo haya sido uno de los espacios a nivel internacional que mayor nivel de discusión y debate despertó en los ámbitos académicos y profesionales. Nuevos paradigmas han venido a ocupar espacios que estaban vacíos o que definitivamente se mostraban insuficientes. Todo este gran revuelo de ideas también se vio reflejado dentro de las políticas educativas de la Argentina.
Frente a este escenario, nuestra escuela tomó hace ya varios años, la decisión valiente -y por lo tanto, también, arriesgada- de encarar estos nuevos esquemas de funcionamiento y plantear un profundo debate institucional sobre cómo pensar y repensarnos en la educación del Siglo XXI.
En primera instancia, uno de los logros más acertados fue consolidar un sistema de trabajo articulado entre los diferentes niveles, donde la posición de la institución atraviesa transversalmente todo el equipo de trabajo, incluyendo a los profesionales del área de psicología, que nos planteamos un esquema de metas y objetivos conjuntos para inicial, primaria y secundaria.
El principal desafío podría sintetizarse en la necesidad de amoldar a nuestra casa educativa dentro de un nuevo paradigma social, donde el estudiante pasa a ser un claro sujeto de derecho, y deja atrás la concepción pasiva que se tenía de los niños, niñas y jóvenes. Esta simple oración aloja un desafío gigante, dado que además del corrimiento del lugar que tienen nuestros estudiantes, también debe darse naturalmente un corrimiento fuerte del lugar que tienen nuestros docentes y nuestros equipos directivos. Por lo tanto, uno de los horizontes que nos planteamos como profesionales de la psicología, a nivel institucional, es poder dotar a estos actores (docentes y también directivos) de nuevas herramientas que fortalezcan su rol y lo redefinan bajo el prisma del nuevo paradigma.
Esas herramientas muchas veces son elementos simbólicos, bastante intangibles, pero otras veces son políticas educativas como las capacitaciones que desde hace años venimos dando en materia de Educación Sexual Integral (ESI), para los tres niveles. Se trata de poder apostar por nuevos acuerdos institucionales de convivencia, donde los debates sobre las normas también incluyan a nuestros chicos.
No es una tarea sencilla, pero con orgullo los profesionales que diariamente trabajamos en la escuela podemos decir que se han conseguido avances más que interesantes en esta dirección. Sabemos, claramente, que no hay una línea de llegada, donde uno pueda bajar los brazos y coronar una carrera: Definitivamente, las mejoras en los procesos educativos son un blanco móvil, que uno tiene que estar todo el tiempo intentando lograr, sabiendo que los objetivos deben reorientarse y nuevos desafíos nos esperan a la vuelta de la esquina.
Lo importante es poder gestar miradas empáticas al interior de la institución, que habiliten discursos con mayores niveles de sensibilidad y comprensión del otro, para que la construcción colectiva no sea un slogan del marketing, sino que el crecimiento de la institución sea con el consenso y el apoyo de todos los que la transitamos diariamente.
¿Si hay tensiones? ¡Claro que las hay! Quien sostenga que el cambio de un paradigma institucional a otro no genera dudas y replanteos, estará faltando a la verdad. Pero contamos con una institución fuerte, abierta al diálogo y dispuesta a mantener su sello distintivo y común a los tres niveles: el respeto por el otro y la profesionalidad en nuestras prácticas.
Laura Badino
Psicóloga de Nivel Inicial y Primario