2018, el año de los consensos
El 22 de octubre puede ser el comienzo de una nueva etapa en la Argentina, si bien en 2015 la sociedad había dado el puntapié inicial, y los resultados de las elecciones de medio término suenan como la confirmación de que lo sucedido dos años atrás no era un hecho electoral solamente, sino que la sociedad necesitaba un cambio más importante.
Cambiemos, ahora tiene la obligación de establecerse como una fuerza gobernante y consolidarse en el panorama político argentino como una alternativa en la vida política que, aspire a representar y conformar mayorías permanentes.
Es por esto que Cambiemos parece estar ante una oportunidad única, que merece responsabilidad, trabajo y prudencia para colocarse a la altura de las circunstancias.
Gobernar bien significa que ese lugar en la vida política lo mantendrá por mucho tiempo generando los cambios necesarios para mejorar la vida de los argentinos y el lugar del país en el concierto internacional.
Como consecuencia de los resultados electorales y económicos, el presidente Mauricio Macri, convocó a Gobernadores y distintos actores del arco político, social y económico a participar de un acto en el cual dio una descripción de la situación estatal y de la importancia de generar reformas profundas en algunos sistemas que necesitan ser reformulados, o simplemente discutidos, ya que hay casos en los cuales la Argentina debe esa discusión reformista desde hace varios años. Hecho del cual no estábamos acostumbrados en los últimos años.
Restablecer la confiabilidad de las practicas, actores e instituciones políticas, constituye una labor impostergable que hace a su legitimidad, pero en modo alguno agota las tareas que deben encararse para afianzar un terreno estatal-democrático desde el que pueda intentarse amortiguar las actuales tendencias en una dirección de equidad y de perfeccionamiento de las instituciones democráticas.
El poder político en el marco de unidades territoriales centralizadas presupone poder estatal, de modo que cifrar nuestras expectativas solo en el restablecimiento de la confianza, sin mediar una reconstrucción del estado -recuperando capacidades, instrumentos y recursos- y una recreación de su dimensión pública -que la rehabilite ante la sociedad-, resultará insuficiente para fortalecer los poderes reguladores que sustentan y exige un régimen democrático en el contexto actual.
Vaya paradoja, el 2018, año de aniversario del centenario de la reforma universitaria, quizás la más importante del país en su historia, será el año de las reformas profundas para un gobierno que pretende torcer el rumbo. Esas reformas van desde lo educativo, lo laboral hasta lo tributario, pasando por lo electoral.
Lo llamativo de todo este paquete reformista, es que cualquier otro gobierno lo hubiese propuesto sabiendo que tenía mayoría propia en ambas cámaras y que las reformas, con modificaciones, pasarían como un simple trámite. Como bien sabemos, Cambiemos en las últimas elecciones, aumentó su número de representantes en el congreso pero no logró mayoría absoluta ni mucho menos.
Dado el mensaje de las urnas, debe el gobierno de llegar a los consensos necesarios para aprobar las reformas y aceptar las modificaciones que sean necesarias.
Un año, un país, donde todos discutiremos todo e intentaremos que los proyectos a salir sean los que creemos que son mejores.
Lic. Jorge Kehiayan