¡A mí que me importa!
Nací, me crié y viví con el genocidio de los armenios cargado en mi mochila.
De los míos. Cuando digo de los míos, no hablo sólo de mis abuelos, ni de mis tíos, ni de mis primos. Hablo del millón y medio que murieron.
De los armenios que murieron en los caminos de la deportación forzosa y de los que fueron masacrados en su trayecto o antes.
Llegué a escuchar que ellos, los asesinos, los turcos de Turquía, no fueron. Quieren contarnos que fueron los otomanos del Imperio Otomano.
También llegué a escuchar que no hubo genocidio y que en realidad los armenios habían masacrado a los turcos. El oído da para todo, escucha de todo y aprende.
Los hijos y nietos de aquellos que murieron en esos tiempos, y en los de antes y en los de después, somos los sobrevivientes del genocidio.
Nadie nos puede engañar. Lo vivimos en vivo y casi en directo al escuchar los relatos de nuestros mayores. Así que nadie nos puede contar mal lo que sabemos bien.
Por lo tanto, A MÍ QUE ME IMPORTA que un tipo o varios firmaron un protocolo o varios.
Pueden firmar los protocolos que quieran, pero la verdad es una sola y no hay protocolo o varios que la puedan disfrazar.
Somos hijos de la Diáspora, de los dispersos fuera de la Armenia administrativa que intenta sobrevivir ahora, protocolo mediante, perdiendo su honor.
Sospecho que los que urdieron esta trama no tienen ninguna muerte en su mochila. ¿Creyeron acaso que un protocolo puede esconder la realidad? ¿Qué un protocolo borraría la memoria? ¡La reforzaron más que nunca! Fueron unos ingenuos, turcos y armenios, asesinos y víctimas.
Esos armenios administrativos, aunque no carguen la misma mochila, deberán aprender que la tienen amarrada a partir de ahora en sus almas y que alguna vez tendrán que rendir cuentas de tamaña traición.
Ay, armenio que firmaste los protocolos, soñarás y soñarás con aquellos que dejaron sus huesos sobre los desiertos de aquellos suelos, te asaltarán para regañarte, reclamarán tu memoria,
Te preguntarán ¿Por qué? Y no sabrás qué responder.
Te preguntarán para qué murieron sin aceptar la conversión y ¿qué les dirás?
Ay armenio que firmaste los protocolos ¿Por qué no habrás roto antes la lapicera?
Dr. Carlos Derderian
*Reproducción de la carta de lectores escrita en octubre de 2009