Opinión

Frente a los intentos turco-azeríes de reescribir la historia

15 de noviembre de 2018

azer_turqUna de las batallas que libra la armenidad en todo el mundo es contra el descarado intento de Turquía y Azerbaidján de reescribir su historia para eludir responsabilidades frente el genocidio de armenios, uno; y respecto de la usurpación de Artsaj, el otro.

Ambos enemigos de Armenia, íntimos socios en su decisión de buscar asfixiar a nuestra patria mediante la clausura de sus fronteras, tienen un accionar similar, sus esfuerzos están orientados a crear ambientes académicos favorables donde desarrollar sus extravagantes teorías, las que en muchas oportunidades encuentran auditorios favorables, estimulados por promesas de negocios o simplemente a consecuencia de descaradas invitaciones turísticas.

Frente a esta práctica que ya ha llegado a nuestra región, las comunidades no tienen demasiadas armas. Desde hace ya más de medio siglo el Consejo Nacional Armenio de Sudamérica, lucha denodadamente contra el avance turco-azerí. Su tarea está concentrada en el reconocimiento del genocidio y la reivindicación de los derechos armenios, incluyendo el reclamo sobre la independencia de la República de Artsaj.

También están activas varias fundaciones y cátedras que con distinto perfil llevan adelante una destacable labor en pos de nuestros objetivos nacionales. Todos ellos han sido persistentes en sus esfuerzos y los resultados de su gestión son altamente valorables porque han sido logrados con mínimos presupuestos y mucho sacrificio personal de sus integrantes.

Pero en los últimos años el escenario se ha ido enturbiando, ya es casi imposible evitar las trampas que día a día diseminan nuestros adversarios merced a sus alforjas repletas de sucio dinero con el que pueden comprar voluntades a su elección. Probados ejemplos hay de sobra.

Turquía ha sido constante y persistente en su búsqueda de lograr legitimidad académica para su “creativa” versión de la historia. Y no sólo trabaja para blanquear su pasado criminal donde abunda la sangre inocente armenia, tanto de los tiempos otomanos, como de la era republicana; también intenta santificar la trayectoria política de Atatürk, ocultando entre otras cosas, la riqueza arrebatada a los armenios asesinados durante el genocidio. Y a pesar de que por lo general sus éxitos casi no existen, el solo hecho de ganar tiempo postergando verdades, le es útil para alimentar su pasión negacionista.

Una de las tácticas utilizadas por Ankara es la de “comprar” académicos de apoyo. Lo hacen con sumo cuidado, financiando selectivamente proyectos, impulsando “investigaciones”, think tanks y también creando cátedras universitarias orientadas a sus objetivos. Por supuesto, la mayoría de los doctos que se involucran no desconoce el modus operandi turco, pero…

Tampoco queda fuera de este juego oscuro el deporte. Luego del frustrado intento azerí en San Lorenzo y el avance turco en Racing; el negacionismo vuelve a la carga, esta vez con la propuesta de Turkish Airlines al club River Plate de Argentina.

Al igual que en el campo universitario, donde son los académicos que cierran los ojos y huelen los dólares, también en el deporte los escrúpulos quedan debajo del césped de la cancha de fútbol. La necesidad de financiamiento parece justificar el abandonar cualquier convicción humanitaria y desconocer los verdaderos fines del aporte económico turco.

¿Cómo hacer frente a estas indeseadas situaciones? En primer lugar, ser persistentes en la batalla contra el negacionismo apelando a nuestras certezas históricas. La difusión de nuestro pasado es fundamental pues allí están las verdades y no las falsedades producto de mentes siniestras.

Luego, es fundamental que quienes dan batalla al negacionismo tengan presupuesto suficiente para editar material traducido de los trabajos de investigación armenios, también para financiar eventos como seminarios, cursos o congresos de eruditos que traigan su experta palabra a los ámbitos donde Ankara y Bakú actúan en la actualidad.

Tomemos conciencia y generemos los medios para que también nuestros órganos de difusión puedan elevar con fuerza su palabra contra el avance de las políticas de negación y ocultamiento de Erdogan y Aliev.

En estos tiempos de comunicación global, nuestra voz no puede quedar en silencio.

 

Jorge Rubén Kazandjian

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