Mkhitaryan no pudo jugar la Europa League en Azerbaiyán
La final de la Europa League se trasvasó hacia las secciones de internacionales en los medios masivos. El gobierno de Aliyev destina copiosas cantidades de los ingresos azerbaiyanos en organizar espectáculos deportivos para presentarse al mundo con una imagen amigable. Sin embargo, el arraigo antiarmenismo pregonado por el propio líder del regimen autoritario, afloró no solamente con la ausencia de garantías hacia Henrikh Mkhitaryan sino con los simpatizantes ingleses de origen armenio y hasta con aquellos que llevaban la camiseta de su ídolo proscripto.
La armenofobia no es novedad para quienes seguimos estos temas. Lo llamativo es cómo toda la inversión realizada sólo sirvió para evidenciar esta forma de concebir a los armenios hacia quienes contaban con escasa o nula información al respecto. Azerbaiyán demostró una vez más, frente a las cámaras de todo el mundo, cuál sería su política hacia la población de Artsaj si volviera a ejercer el dominio sobre ella. Quienes no conocieron los padecimientos de los garapagtzíes mientras estuvieron bajo la opresión azerí, pueden prefigurarse cuál sería el trato si cesara su lucha por el reconocimiento.
El odio que la dinastía Aliyev pregona contra los armenios de todo el mundo es constitutivo de sus décadas en el poder, es una pieza central utilizada para acallar a la disidencia y justificar las violaciones a los derechos humanos y a las libertades más elementales. Es tan profundo que ni eventos deportivos de esa magnitud pueden ocultarlo, y hasta terminan por sacarlo a la luz. Recordemos que algunas ciudades que actualmente forman parte de esta nación, surgida en el siglo XX, formaron parte de la Ruta de la Seda. En hispanoamérica, sabemos que aunque a la mona la vistan con este género, mona queda.
Nicolás Sabuncuyan
Director del Consejo Nacional Armenio de Argentina