“Sardarabad y Shushí demostraron el valor de la unidad del pueblo armenio”

28 de mayo de 2020

En el 102º aniversario de la proclamación de la República Armenia en 1918, Diario ARMENIA entrevistó a Federico Waneskahian, arquitecto, magíster en Políticas Públicas e integrante de la FRA - Tashnagtsutiún Montevideo (Vramian) para conocer en profundidad acerca del significado de la fecha patria.

—¿Por qué era imprescindible declarar la independencia en las condiciones críticas en las que estaba el pueblo armenio en mayo de 1918?

—Mayo de 1918 representa la toma de conciencia colectiva de la dirigencia armenia ya que la única salvación para el pueblo armenio residía en conquistar la independencia por sus propias fuerzas. El ataque del ejército regular turco-otomano sobre la Armenia Oriental, el total abandono del ejército ruso de sus posiciones de lucha junto a los batallones de voluntarios armenios debido al triunfo bolchevique en octubre de 1917 y el colapso del fallido Seym o Comisariato Transcaucásico (que agrupaba a armenios, georgianos y tártaros caucásicos), dejó a los armenios en total soledad. Los georgianos promovieron la disolución del Seym y se pusieron a resguardo de Alemania, en tanto que los tártaros del Cáucaso tomaron prestado el nombre de una provincia iraní para fundar por primera vez en la historia un estado denominado Azerbaiyán, confiados en el respaldo de sus hermanos turco otomanos. Sumada a la compleja situación política y militar se sumaba el drama humanitario: se agolpaban en los alrededores de Echmiadzin y Ereván centenares de miles de refugiados sobrevivientes del Genocidio Armenio que, con sus historias de masacres y saqueos, anticipaban el futuro posible de los armenios orientales si no se tomaban acciones decisivas. Sin embargo, los representantes de este pueblo abandonado a su suerte por las potencias aliadas (Rusia, Francia, Inglaterra), debían asegurar un futuro viable para los armenios que aún permanecían vivos. La fundación de la República de Armenia fue un salto hacia adelante en la historia de nuestro pueblo que condensó la voluntad de sobrevivir del pueblo armenio, el anhelo de libertad e independencia forjado por la lucha revolucionaria y la necesidad imperiosa de hacerse cargo de su destino.

Bendición a las tropas armenias.

—Se compara la victoria de Shushí del 9 de mayo de 1992 con la batalla de Sardarabad del 28 de mayo de 1918. ¿Por qué?

—Se trata de dos victorias que constituyeron puntos de inflexión en la centenaria lucha de liberación nacional de nuestro pueblo. Sardarabad detuvo el avance del ejército turco-otomano decidido a exterminar a los sobrevivientes del Genocidio y empujó la fundación de la República de Armenia independiente, mientras que la liberación de Shushí infringió un duro golpe a las aspiraciones de Azerbaiyán de ahogar en sangre la independencia de Artsaj. La victoria de dos ejércitos populares de autodefensa sobre ejércitos regulares es otro paralelismo posible. Sardarabad y la liberación de Shushí demostraron el valor de la unidad del pueblo armenio.

—¿Cuáles fueron las características más destacadas de la nueva República y cuáles los principios que primaron en el corto tiempo que duró?

—La naciente República de Armenia tuvo como principal desafío preservar la vida de sus habitantes en un contexto de escasez de alimentos, enfermedades y crisis humanitaria derivada de la presencia de centenares de miles de refugiados y huérfanos. En paralelo debió organizar un ejército regular capaz de enfrentar el ataque casi permanente de sus vecinos, y conformar un sistema de gobierno democrático que contemplara las aspiraciones de los distintos sectores de la sociedad, mediante sufragio universal en elecciones libres.

Una generación de estadistas brillantes logró en circunstancias terriblemente adversas poner las bases del primer estado armenio desde la edad media: se reestructuró la economía del país sobre bases sociales y poniendo el foco en la producción de alimentos para la población, se organizó el sistema educativo fundando centenares de escuelas y la universidad pública, y se amplió el acceso a la salud y a la asistencia social. También debemos a ellos los símbolos patrios que nos legaron hasta la actualidad, una idea de nación que aseguró la permanencia de la identidad armenia y el nacimiento de Armenia como sujeto de derecho internacional a partir de su reconocimiento por parte de la comunidad de naciones.

El clima democrático y las libertades que el sistema de gobierno parlamentario imprimió a la vida de la naciente república habilitaron también la traición de quienes ocupando un lugar muy marginal en las preferencias políticas de la población, eligieron entregar la libertad de su pueblo en beneficio propio.

Federico Waneskahian.

—¿Cuál fue la importancia de la declaración de la fórmula “Armenia Libre y Unida” proclamada por el gobierno nacional el 28 de mayo de 1919?

—La fórmula “Armenia Libre y Unida” laudó para siempre una cuestión central de nuestra identidad: la República de Armenia es desde ese momento, la patria de todos los armenios, sin importar su lugar de nacimiento. Hasta entonces la armenidad había vivido fragmentada artificialmente por los límites que imponían los imperios en su reparto del territorio armenio. La creación de la República y la integración de los representantes de los armenios occidentales a su Parlamento agrupó a toda la nación en torno al Estado armenio y lo legitimó para exigir la incorporación dentro de sus límites de sus territorios históricos, aspiración luego cristalizada en el Tratado de Sèvres.

—¿Cuáles fueron las desinteligencias de los connacionales en la Conferencia de Paris y qué consecuencias tuvo?

—Las divergencias entre la delegación encabezada por Avedís Aharonian en representación de la República Armenia y la Delegación Nacional Armenia encabezada por Boghós Nubar referían principalmente a cuáles serían los territorios a reclamar en la Conferencia de Paz, y cuál sería su estatus futuro en relación a la República de Armenia. El curso de la historia demostró que la división entre armenios “orientales” y “occidentales” sólo resultaba funcional a las potencias que se disputaban los territorios ancestrales de la nación armenia. Son diferencias sintomáticas de una época de transformaciones históricas en la forma de concebir la nación y donde reside la soberanía: Boghós Nubar cumplía con un encargo del Catholicós realizado en 1912 (cuando la Iglesia era casi la única entidad aglutinante del pueblo), en tanto que la delegación multipartidaria de Aharonian respondía al gobierno democráticamente electo de la República, mandatado por el pueblo en las urnas. La necesidad que las aspiraciones personales queden subordinadas a la voluntad e intereses de las grandes mayorías populares también es un poderoso mensaje para el presente.

—¿Cuál fue el motivo de la alianza ruso-turca de 1920 y cómo influyó en el derrocamiento del gobierno patrio?

—La alianza entre bolcheviques y kemalistas respondía al juego geopolítico derivado del nuevo orden surgido tras la Primera Guerra Mundial. El apoyo del gobierno bolchevique de Rusia al Movimiento Nacional de Mustafá Kemal está ampliamente documentado y tenía como objetivo construir una alianza con la entidad política que surgiera de las cenizas del Imperio Otomano en su lucha contra las potencias occidentales (con las cuales Kemal negoció luego sin ningún prurito ideológico). La correspondencia entre dirigentes bolcheviques y kemalistas demuestra que el ejército turco atacó Armenia en 1920 sólo cuando los bolcheviques le aseguraron que el Ejército Rojo (ubicado en Azerbaiyán) no impediría el avance de los turcos sobre Armenia. Más de 200.000 armenios fueron asesinados en los alrededores de Kars, Alexandropol y Gharakilisé por el ejército turco en 1920, con la complicidad de los bolcheviques (que sacrificaron a algunos de sus camaradas armenios) y la indiferencia de los aliados occidentales. Ante la inminencia de un nuevo genocidio, el gobierno armenio aceptó la sovietización forzada de la República, exigiendo una serie de garantías para su pueblo que sólo se implementaron parcialmente tras la rebelión popular de febrero de 1921 liderada por la Federación Revolucionaria Armenia (FRA-Tashnagtsutiún).

Aram Manukian.

—Finalmente, ¿qué simbolizó la figura de Aram Manukian y por qué debemos recordar el 28 de mayo?

—Aram Manukian expresó todos los valores de un auténtico tashnagtsagán y demostró que no hay conducción ni liderazgo sin ponerse primero al servicio del pueblo y compartir su suerte. Se entregó por completo a la lucha de liberación nacional, concientizó sobre el valor de la libertad a un pueblo que vivía en la esclavitud, encabezó la autodefensa en Van contra el embate genocida y se cargó la historia al hombro forjando el primer Estado armenio independiente después de 550 años de yugo extranjero. Murió de tifus, al igual que muchos de sus compatriotas de entonces, pero continúa vivo en su legado el espíritu indomable de las montañas en las que nació y se crió.

Recordar el 28 de mayo es volver a encontrarnos con el ejemplo luminoso de una generación que asumió un compromiso con su pueblo y que con su sacrificio nos legó una República que más de un siglo después sigue siendo el orgullo de todos los armenios.

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