Reivindicar nuestro ideario

28 de mayo de 2020

El 28 de mayo de 1918 se funda el Estado armenio: democrático, progresista, moderno y con reconocimiento internacional. Sucede luego de siglos de opresión y dominación extranjera, gracias a la lucha heroica de su pueblo contra la política genocida turca. Dura dos años y medio, y luego sucumbe ante las fuerzas superiores de sus poderosos vecinos siendo víctima de los intereses en juego. La sovietización se encarga del resto: impone restricciones que bloquean sus relaciones, su soberanía política y el rumbo emprendido en la definitiva ruta de la independencia, la unificación y la liberación nacional.

Pero la idea se mantiene, no desaparece. Ese espíritu alimenta la vida de las comunidades diaspóricas y del pueblo en la Madre Patria. Todo sirve de base para la nueva independencia, para aquella República que resurge cuando el muro cae; cuando la voluntad decide con afán de libertad y deseo de autodeterminación.

Hoy venimos a poner en relieve dos legados que nos llaman a la constante reflexión: el de la democracia y el de la igualdad. Desde su formación, el sistema de gobierno se basó en una democracia parlamentaria que contaba con la participación de todos los partidos políticos; no sólo de la Federación Revolucionaria Armenia -Tashnagtsutiún- (como fuerza mayoritaria) sino además por social-demócratas y liberales de la burguesía nacional, así también como representantes de distintas nacionalidades y confesiones. Armenia se transformó en la patria de todos los pueblos que habitaran su suelo, sin discriminación étnico-nacional ni religiosa.

Una democracia que estableció estructura nacional, sistema económico, legal, de salud, educativo, financiero y militar, allí, donde nada de ello había existido. Que fomentó prácticas en lo social, económico, político e institucional, con la pretensión construir un Estado garante de las condiciones que permitieran a sus habitantes superar la desigualdad a través de procesos de inclusión social. Hoy las políticas monetarias y fiscales restrictivas, la desregulación y privatización del sector público, la tendencia al Estado mínimo neoliberal y las fuertes corrientes de un conservadurismo que se esconde en la tradición para resistir a los cambios políticos, sociales y económicos, agudiza aún más las condiciones desfavorables que nos alejan del ideario del 28 de Mayo.

En nombre de la igualdad, la República del ´18 otorgó un lugar preponderante a la mujer como actor político. Propició el voto femenino y la participación política de la mujer, donde era elegida para desempeñar cargos parlamentarios cómo también representaciones diplomáticas. Así fue que candidatas como Berdjuhí Bardizmanian se convirtieron en legisladoras del Parlamento, y Diana Apkar fue designada Embajadora en Japón; considerada la primer cónsul mujer del mundo. Estas nominaciones, si bien pueden parecer posibles hoy, fueron todo un hito para la época. A diferencia de aquella República, la actual aún mantiene una filosofía con fuerte arraigo en el sistema patriarcal, donde las funciones y atributos asignados a lo femenino han preestablecido una posición de subordinación respecto del hombre, que genera desigualdades para la mujer en el ámbito jurídico, económico, social, cultural y familiar. Y, por consiguiente, una violencia surgida de la relación desigual de poder, que afecta libertad, dignidad, integridad física, psicológica y sexual, como así también la seguridad económica y la vida de las mujeres. Las políticas de este Estado, para detener y combatir la violencia de género, aún son escasas e insuficientes.

Por ello, a 102 años de uno de los momentos decisivos de mayor trascendencia en la historia del Pueblo Armenio, que continúa dándole sentido y dirección a nuestras acciones individuales y colectivas, reivindicamos el compromiso con la justicia que oriente al Estado de derecho hacia el desarrollo y el bienestar, la defensa de los derechos civiles, económicos, políticos y socioculturales, la participación ciudadana y la redistribución de la riqueza como garantías de inclusión; y que ubique a los géneros en términos de igualdad, donde las mujeres en la Madre Patria y en las diásporas gocen de su libertad, seguridad, libre elección y acceso a la competencia por cargos de conducción política.

Por una Armenia libre, independiente, unida y justa.

Comité Aram Manukian de la FRA – Buenos Aires

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