La trama de una nueva agresión de Azerbaiyán

Aliyev patea el tablero, cuestiona el proceso de paz y bombardea Armenia

18 de julio de 2020

Los ataques en Tavush la última semana son una nueva muestra de impotencia del régimen de Azerbaiyán. Lejos de buscar la paz, Bakú volvió a encender la mecha de un conflicto bélico en estado latente.

Como el Minotauro en el laberinto de Creta, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, se debate en su mundo imaginario y da vueltas en círculos sin poder encontrar la salida a la encerrona en que está, por el conflicto de Artsaj. Y en forma recurrente, la emprende contra Armenia, una vía de escape que -supone- le puede dar algunos réditos en el frente interno, ante una situación diplomática que no logra destrabar.

En efecto, la retórica bélica en el presidente azerí equivale a una fuga hacia adelante, escalando el conflicto por el enclave armenio. Pero cada vez con más frecuencia, Aliyev avanza con pasos en falso, que poco o nada le reportan. A menos que lo que pretenda sea dar señales al interior de la sociedad azerbaiyana y su electorado, u “ordenar” los tantos en su propio gobierno.

Las sospechas de que los ataques y el discurso incendiario del gobierno azerí responden más a cuestiones internas no son nuevas pero ahora podrían estar potenciándose. El vicecanciller de Armenia, Shavarsh Kocharyan, dio alguna pista el pasado viernes 17 de julio.

Consultado en Minsk, donde participó de la reunión del Consejo Intergubernamental Euroasiático, sobre si esperaba algún cambio en la estrategia de Azerbaiyán tras la destitución del canciller Elmar Mammadyarov, Kocharyan señaló: “No creo que con el cambio de nombres, cambie la política del Estado. Desafortunadamente, hasta la fecha su política (azerbaiyana) no es constructiva, esperemos y veamos qué ocurrirá después de esto”.

Pero dio un paso más. “Aquí que el problema es interno, no externo, y puede crecer incluso ante el cambio del presidente de Azerbaiyán”, destacó Kocharyan. “Se están produciendo cambios de cuadros en Azerbaiyán. Es una impresión de que estos cambios tienen más objetivos en ascenso, hasta el cambio del presidente", consideró. Esto podría explicar, en parte, los últimos arrebatos de Ilham Aliyev, que ve peligrar su propio poder.

Golpe de efecto

La agresión que militares de Azerbaiyán iniciaron el domingo 12 en la provincia de Tavush, al noreste de Armenia, fue una nueva muestra de la impotencia del régimen de Bakú para cambiar la situación dada por el control de Artsaj y que desde hace décadas le es adversa.

Sin dudas, fue la escalada militar más importante en la frontera armenio-azerbaiyana desde la Guerra de los Cuatro Días en abril de 2016, y con las hostilidades aún en curso, es difícil predecir que la situación no se profundice aun más. Al menos al cierre de esta edición, la situación era considerada “estable” por el comando militar armenio.

A simple vista, los enfrentamientos de la última semana, parecen ser el resultado de una nueva bravuconada del régimen autocrático de Bakú y expresión de la secular armenofobia que crece como hongos en ese país.

Pero una mirada un poco más profunda revela un trasfondo mucho más complejo y argumentos de más peso para comprender esta nueva agresión de Azerbaiyán contra Armenia, que el simple hecho de que las negociaciones de paz están estancadas, como argumentó Aliyev.

En el plano militar los bombardeos de los primeros días arrojaron un saldo de 17 muertos, 13 por el lado azerí -12 militares y un civil- y cuatro militares armenios. Del lado agresor, hay que contabilizar la muerte en combate de dos oficiales de alto rango, el general Polad Hasimov y el coronel Ilqar Mirzayev.

Pero tal vez el hecho más relevante de esta saga sea la destitución del canciller Elmar Mammadyarov y las razones que llevaron al presidente Aliyev a cesar en sus funciones el pasado miércoles 15 a su alfil en el Ministerio de Relaciones Exteriores por los últimos 16 años.

El argumento formal fue que “no estaba en su oficina haciendo su trabajo y listo para recibir las órdenes del presidente”. Lo cierto es que desde hace tiempo Mammayarov estaba siendo apuntado por los halcones del gobierno azerí por los nulos avances en el proceso de paz.

Para Bakú esto no es otra cosa que volver a tomar control de Artsaj y los siete distritos aledaños controlados por el Ejército de Autodefensa de Artsaj, con el fin de avanzar en lo que de forma grandilocuente denomina “integridad territorial de Azerbaiyán”.

Adiós al delfín

Hay indicios que hacen pensar que Aliyev buscó una excusa para deshacerse de su canciller y tensar la cuerda con Ereván. Apenas cinco días antes de intentar ingresar en territorio armenio, violando una vez más el cese al fuego establecido en 1994 y firmado por todas las partes, incluido Azerbaiyán, Aliyev insistió públicamente en que el proceso de paz no iba hacia ningún lado.

Hace apenas unos días, en medio de los ataques a territorio armenio, sostuvo también que el pueblo azerí “está harto de las negociaciones sobre Nagorno Karabaj”.

Un dato a tener en cuenta es que en esta escalada todos los ataques de Azerbaiyán tuvieron como objetivos ciudades en la República de Armenia, ninguno en territorio de Artsaj, el supuesto objetivo de Bakú. La mayor parte de los enfrentamientos tuvieron lugar en la provincia de Tavush (Pert, Movsés, Chinarí, Aygepar) en el noreste de Armenia, y la ciudad de Tovuz, en Azerbaiyán, cerca de la frontera.

Además, hubo ataques menores desde Najicheván hacia Armenia y en la provincia de Kegharkunig, la que alberga al lago Seván, ambos en territorio armenio. Si a esto se suma la amenaza que escupió el viceministro de Defensa de Azerbaiyán, sobre un eventual bombardeo a la central nuclear de Metsamór, situada a 70 kilómetros de la frontera con Turquía y a mitad de camino entre Echmiadzín y Sardarabad, al oeste del país, el panorama está completo.

La retórica bélica de Aliyev no reconoce fronteras pero su ineptitud termina por jugarle en contra. El pasado 14 de julio una multitud estimada en unas 10.000 personas se reunió en la Plaza de la Libertad de Bakú para reclamar el reinicio de la guerra contra Armenia. Son los fanáticos seguidores del discurso belicista de Aliyev, quien alienta la armenofobia por todos los medios a su alcance.

Pero la protesta se salió de cauce y hubo escaramuzas con la policía e intentos de ingresar al Parlamento, en un contexto en el que la marcha se volvió en una protesta contra el propio Gobierno y algunas de sus principales figuras. Así, la multitud también reclamó un paso al costado del jefe del Ejército de Azerbaiyán.

El resultado de la marcha hay que medirlo en términos políticos. Fueron encarcelados unos 70 dirigentes opositores y periodistas, entre ellos miembros del Partido del Frente Popular de Azerbaiyán (PFPA). Pese a que el líder del PFPA, Ali Karimli, se expresó en favor de dejar las diferencias “para un mejor momento” y se encolumnó detrás del Gobierno y las Fuerzas Armadas de su país, Ilham Aliyev dijo al día siguiente del mitin: “Son peores que los armenios”.

Y agregó: “Los armenios son un enemigo abierto … Estos (por la oposición) se encuentran entre nosotros. Reciben dinero, instrucciones del extranjero, contaminan nuestro aire fresco con hedor y en estos momentos están de pie con el enemigo, no con el Estado".

¿El apoyo pro guerra habrá sido el verdadero objetivo de la concentración? Si bien las convocatorias espontáneas existen allí y en otros países, la estrategia de movilizar a la gente por medios oficiosos tampoco debe sorprender. Así, Aliyev sumó algunos nombres más a la de sus opositores y periodistas independientes en prisión.

Lo que por ahora sí parece haberle salido tal cual los planes al gobierno de Aliyev es la convocatoria a enlistarse como voluntarios en las fuerzas armadas. Ya se anotaron unos 7000 jóvenes para ir a una eventual nueva guerra contra Armenia.

Mientras tanto, los líderes de la región toman posiciones o hacen su juego. Turquía, como era de suponer, acusó a Armenia de iniciar el conflicto y tomó partido por la postura de Azerbaiyán. Mientras tanto, los dos principales aliados de Armenia en la región, Rusia e Irán, llamaron a mantener vivo el proceso de paz, condenaron los enfrentamientos e incluso la Cancillería iraní ofreció su mediación en el diferendo.

Carlos Boyadjian
Periodista
coboyadjian@yahoo.com.ar

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