La poesía de Tamara Nairí Guler: Sobre fuegos
Una lectora del diario, Tamara Nairí Guler, nos alcanzó sus escritos y queremos compartirlos. Este es el tipo de motivación que nos interesa desde el DIARIO ARMENIA: nuestros artículos, nuestras columnas de opinión los lleva a pensar en su propia experiencia y así, entender qué somos como comunidad. Esto nos dijo:
Me llamo Tamara Nairí Guler. Nairí con tilde en la i final, Guler con o sin diéresis, como lo prefiera el lector. Bueno, en realidad era Gulerian y lo cortaron. Claro, soy descendiente de armenios.
Y así, la infinita manera de presentarme pero confiaré en que el lector ya conoce esta historia.
Estudié en el Instituto Marie Manoogian e hice mi carrera de grado en economía.
En mi tiempo libre buceo en la palabra y me atrevo a decir que es una exploración compleja. Pero tras su hallazgo, la palabra simplemente levita hasta la superficie y se expulsa en forma de tinta buscando un papel que la sujete.
SOBRE FUEGOS I
Arde la madera
al látigo negro del carbón.
Una chispa reposa sobre su corteza
y se esfuma como canto de ceniza.
Ascienden las virutas de fuego,
bailan luciérnagas en sus trajes de humo
y el canto se reaviva.
SOBRE FUEGOS II
Nos partía la noche sin luna,
desarmaste la hoguera
y envolviste un pedazo de fuego
en la foto nuestra.
La imagen aún conserva
la templanza de la guitarra,
los acertijos del vino,
una fábula,
un andar.
Se enciende la memoria..
AMOR GITANO
He sido estafada por gitanas
cuyos ojos delatores
rifaban el calor de tus manos.
Rogué un consuelo a las cartas
y derramaron tus caricias al vacío,
pulverizaron tu nombre en una orilla negra.
Arrojé mis recuerdos a los siete mares,
se sumergieron en la tinta china de tus besos.
Embebí la mirada en salitres de acuarela,
naufragué en el espectáculo de mi debilidad
y di con un cofre que juraba desamor.
Quién diría mi vida,
que al tocarlo
se me oxidaría el corazón.
ILUSIONES
Le contaste un secreto al mar y te pidió algo a cambio para guardarlo. Te resististe temiendo una gran ofrenda pero la oferta ya había sido enunciada. Como gran entendedor de deseos, el mar desplegó todos sus ornamentos para su negociación. Te acarició una ola y una espuma de sal besó tu mejilla. Le siguió otra ola, un silbido y un canto que te arrebató el secreto.
En la orilla observas las arrugas que le quedaron a las yemas de tus dedos. Las nervaduras recorren toda tu mano y de pronto notas que ascienden por tu cuerpo. Se refleja sobre el arrecife con ecos de juventud, una vieja que lleva la ilusión clavada en la mirada.
GORGOTEO
El conjuro comienza cuando apoya la olla sobre la mesa de los comensales. Deje entreverse algo del contenido y que el humo se apropie de los rostros curiosos. Destape como si se tratara de una caldera y con los movimientos hipnóticos de la cuchara, vierta el caldo en cada plato. La joven toma una servilleta y con un sigilo estudiado, atrapa las gotas que transpira su frente. El mayor de ellos se seca los anteojos y los desempaña metódicamente.
El caldo se acuenca en la garganta y la tapiza con un manto de pimienta. La mirada de la joven se enturbia y una chispa aviva sus ojos. Otro sorbo. Una savia de calor comienza a descender por el esófago y busca vaporizarse por algún poro de la piel. El de la cabecera escupe un insulto. Otro sorbo. Insulto. Las palabras son lanzadas a cada lado de la mesa mientras el caldo inunda el estomago y lo abrasa con su hervor infernal.
Regurgitan puñales de odio. La joven intercambia amenazas con el de anteojos quien desearía tener un lanzallamas adornando sus ojos. El sumo de pimienta bucea en su propia lava y expulsa palabras que se creían impronunciables. La ira devora las entrañas de los comensales. El de la cabecera le implanta una bofetada al calvo que tiene a su lado. Este busca dislocar la cabeza de la joven tirando de su pelo. El banquete arde con los chirridos de bestias a las que no les bastan las garras ni una luna para despellejarse.
Maldicen porque los únicos utensilios sobre la mesa son las cucharas.