La Nación rescató la historia de Emil Hovhannisyan, inmigrante armenio en Argentina

01 de septiembre de 2020
Emil, junto a sus hijas en su último viaje a Armenia en 2019. Allí conoció a su nieta. Ph.: La Nación.

En la sección Argentina Inesperada de La Nación se publicó la historia de Emil Hovhannisyan, un inmigrante armenio que llegó a Argentina desde Ereván.

"En un barrio de su Armenia natal, Emil Hovhannisyan quedó maravillado ante el espectáculo. Se encontraba visitando a un amigo, cuando en el balcón de enfrente divisó a un grupo de personas que reían y compartían una especie de bebida extraña. Junto a ellos distinguió una bandera celeste y blanca que no supo reconocer. Todo el cuadro le pareció sumamente atractivo. ¿Por qué estarían tan felices?, se preguntó. De pronto, un movimiento intervino su estado de ensoñación y, sorprendido, supo que lo habían descubierto. Eran los saludos que no cesaban, así como las sonrisas, que parecían indicarle que podía unirse al grupo. A los pocos minutos se encontraron". Ese fue su primer contacto con Argentina, lo que lo convenció de emigrar luego de concluir sus estudios en la carrera de Medicina en 1997.

"Comencé a ejercer, pero mi incomodidad continuaba. En Armenia quedaban muchos rasgos de la Unión Soviética con los que no simpatizaba, pero había algo más", contó Emil. "Y ese día, cuando vi aquella imagen de los argentinos, lo que me había llamado la atención era ver gente libre. Sus movimientos, su transparencia emocional, me clamaban libertad, algo que le transmití a mi esposa, quien accedió a emprender el viaje junto a nuestra hijita. Mi familia me comprendió, pero el resto de mi entorno no tanto: ¿Por qué un profesional de la medicina se iría a empezar de cero a un país tan extraño y lejano?".

Emil contó que en Argentina "son muy libres, son cálidos entre sí, y el mate es fundamental". Trabajó como albañil, pescador y pintor. "En el 2001, sin documentos, idioma y mucho cansancio, mi esposa se volvió a Armenia con mis hijas (ya eran dos): nuestro matrimonio había fallado, pero yo me quedé luchando para salir adelante", cuenta Emil, quien afirma que "jamás se sintió discriminado" y confiesa que escribió poemas en español.

"Argentina me enseñó a vivir más calmado. Acá aprendí a valorar la libertad, aprendí a mirar el cielo y los árboles, a escuchar folclore y tomar mate. Esta tierra me instruyó acerca del gaucho y el compartir. Acá aprendí a caminar y sentirme feliz; a sentarme a tomar un café en esos bares, con esas mesitas y esos camareros tan especiales, y sentir el viento de alegría, las buenas emociones. En esta nación aprendí un idioma y hasta pude escribir poesías en castellano".

Compartir: