Alianza franco-griega como freno al neo-otomanismo
Por primera vez en su historia contemporánea Grecia parece tener la oportunidad de forjar una alianza estratégica en términos más igualitarios, de dinámica sin precedentes, con una fuerza de ámbito paneuropeo y global: Francia.
En el pasado, este tipo de relacionamiento con grandes actores del sistema, como la misma Francia o Gran Bretaña se caracterizaba por la asimetría que el potencial geopolítico de las mismas representaba. El vínculo actual no tiene esas dimensiones ya que París perdió el estatus que tenía hace unas décadas y su reducción geopolítica, en paralelo con el expansionismo previsto de Turquía, la expone a una situación de vulnerabilidad no esperada.
Francia entiende que si Turquía logra convertirse en el hegemón regional del Mediterráneo oriental, avanzando particularmente sobre Chipre, se constituirá en un obstáculo para sus operaciones e influencias en el mar cálido y también un posible inconveniente para el acceso a las costas del norte de África. La alianza turca con Israel, su intervención en Libia, su proyección en Siria, su presencia ilegal en Chipre, su incursión en aguas griegas, una posible alianza con Argelia y el condicionamiento de un Egipto cada día más acorralado, avanza, desde la óptica francesa, en desmedro de su control sobre África. Por lo tanto, si París pierde el Mediterráneo podríamos ser testigos del despojo de los últimos vestigios de identidad como potencia imperial.
El presidente Recep Tayyip Erdogan, hace días advirtió a Grecia sobre los disputados reclamos territoriales en el Mediterráneo oriental. “Van a entender el lenguaje de la política y la diplomacia, o en el campo con experiencias dolorosas”, afirmó el mandatario turco.
Encabezados por Francia, varios países se alinean contra las ansias neo-otomanas del nuevo sultán. Emiratos Árabes Unidos (EAU), Francia, Italia y Egipto apoyan a Grecia y Chipre en su denuncia ante la comunidad internacional por la violación turca de las fronteras marítimas circunscriptas a las islas griegas.
Francia no querrá convertirse en un estado europeo de tamaño medio, ni querrá depender de una Alemania dominante en lo económico y posiblemente, ante el debilitamiento de la OTAN en Europa, en lo estratégico. Por lo tanto, una de las opciones en política exterior que tiene París para evitar que el efecto dominó acabe con su posición, es apoyar a Grecia en su cruzada contra las pretensiones de Turquía.
En este escenario, una alianza propuesta por Francia ofrecería un enorme potencial para Grecia; que va más allá de la contención al avance turco. Entre otras cosas, redefiniría su relación con la UE y actuaría como un liberador de la ocupación financiera alemana, y ofrecería un enorme capital geopolítico al pueblo griego para negociar, bajo nueva condiciones, sus relaciones con EE.UU., Rusia, China y otros países relevantes del sistema internacional.
Agustín Analian
Licenciado en Relaciones Internacionales
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