Mikael y Ardzrún, mucho más que un voluntario y un vocero
Hay una anécdota que circula entre los soldados combatientes en el frente de Artsaj. La novia de uno de los conscriptos armenios se comunica con él para saber cómo está y al final despidiéndose le dice: “te quiero”. El soldado le responde: hasta que no lo diga Ardzrún, no lo creo.
Acaba de contarla el joven voluntario Mikael Mikaelian en una mesa redonda en la televisión pública de Armenia, horas antes de regresar al frente luego de tres días de permiso.
Mikael había aparecido dos días antes junto a Ardzrún Hovannisián, vocero del ministerio de Defensa de Armenia, en una de esas ruedas de prensa de las que estamos colgados religiosamente todas las noches los armenios del mundo entero. En esa oportunidad, el joven -que finalizó su servicio hace dos años y se alistó como voluntario desde el primer día- había sido invitado a hacer uso de la palabra y enviar su mensaje a la nación.
Fue breve y contundente. A pesar de la obligatoria mascarilla, su mensaje fue de una extrema claridad: en su carácter de estudiante de historia en la Universidad de Yereván, dijo conocer perfectamente los objetivos histórico-políticos del enemigo en esta guerra. “No dejaremos que el Genocidio de Talaat continúe ni que la guerra se traslade a las futuras generaciones”, señaló.
Con esas palabras Mikael nos transmitió su profunda convicción y la razón de haberse presentado como voluntario. Más aún, nos dejó ver uno de los factores decisivos en esta contienda: la alta moral de nuestros soldados. Son ellos, los más jóvenes, los que nos están dando en estos días lecciones de entereza, sabiduría y fortaleza espiritual. Además de los tantos y tantos actos de heroísmo que llenarán tomos al final de la guerra.
Ante la pregunta del periodista sobre cómo afectan la moral de los soldados los sucesos en el frente político-diplomático interno y externo, el joven respondió sin dudar un sólo instante: lo único que nos afecta son las noticias sobre las bajas de nuestros hermanos combatientes…
Mikael es el paradigma que refleja a todos y cada uno de nuestros jóvenes soldados, voluntarios, reservistas y oficiales que están librando la batalla que decidirá el futuro de Artsaj y de Armenia. Las palabras no alcanzan para expresar lo que cada armenio siente por ellos en estos momentos. Orgullo, es sólo la primera de ellas.
La anécdota de Mikael sobre Ardzrún Hovannisián, trae a cuenta el gran respeto de los soldados armenios por sus superiores. Es que las palabras del vocero son de una claridad, una precisión y una profesionalidad tal, que excede del modelo de militar que tenemos en mente, más aún para los que recordamos los días de la guerra de Malvinas.
Es comprensible que los informes de Ardzrún sobre los sucesos diarios en el frente de batalla sea lo más esperado cada noche. Pero ¿nos estará contando la verdad? se preguntarán muchos.
Ardzrún nos dice todo lo que está permitido decir en una guerra. Pero cada una de sus presentaciones, especialmente al momento de responder a las preguntas, constituyen clases magistrales de un militar comprometido con la causa de su pueblo. A no dudarlo: el símil de Galtieri se encuentra hoy en Bakú.
El vocero armenio dice lo suyo también a través de las redes sociales que hoy están repletas de comentarios y críticas sobre las estrategias militares a seguir. En su cuenta de facebook espetó a todos: “hiper-expertos, profesores militares, maestros en "cerrar el aire", sean un poco comedidos. Sepan contenerse. Es un pedido. Los respeto a todos, en especial si tienen antecedentes militares, pero eso no es fundamento para ciertos juicios, sobre todo hirientes. El resto después de la guerra”.
Mikael y Ardzrún son mucho más que un joven voluntario y un vocero de Defensa. Son la esencia misma de un pueblo que en estos momentos lucha por su destino. Y sobre todo, por su dignidad.
Ricardo Yerganian
Exdirector del Diario Armenia