¿Quo vadis Armenia? Cruzar el Rubicón no tiene retorno
Aunque las conocidas palabras latinas del título se relacionan tradicionalmente con la Pascua de Resurrección, en el día de la Navidad armenia bien vienen al caso.
El gobierno de la República de Armenia, encabezado por Nikol Pashinyan, está a punto de cruzar el Rubicón si –como lo indican fuentes dignas de credibilidad- pretende poner al ejército en las calles de Ereván, para aplacar las protestas surgidas por la crisis política y socioeconómica de la posguerra.
Nada sería más trágico, después de la tragedia vivida por la guerra y sus consecuencias.
Para aclarar el concepto histórico: al volver de las Galias, Julio César se detuvo con sus tropas armadas ante el río Rubicón, accidente geográfico que marcaba el límite de Roma. Los romanos consideraban una provocación y un acto de hostilidad, el hecho de que -sin la aprobación oficial correspondiente- su ejército cruzara el río en armas camino a la ciudad.
“La suerte está echada” dijo Julio César en griego antiguo y ordenó el avance, a pesar de las graves consecuencias que su decisión podía acarrear. La reacción de Pompeyo ante el arrebato de César fue huir de Roma junto a su séquito de aristócratas y senadores. El resultado fue una cruenta guerra civil. Finalmente Pompeyo debió refugiarse en Egipto, donde fue decapitado…
En su versión armenia aggiornada, si el ejército cruza el Hrazdán y entra en Ereván, lo más probable no es una guerra civil, sino el fin de Pashinyan y sus acólitos. Porque según las mismas fuentes mencionadas, el comandante en jefe del ejército, Onnig Kasbaryan, se ha negado rotundamente a sacar a sus tropas para reprimir a la población civil, a pesar de la insistencia del primer ministro y de su Ministro de Defensa.
Por tal motivo, si el ejército hoy saliera a la calle, no sería para beneficio de Pashinyan. En el fondo, él bien sabe que corre el peligro de sufrir la suerte de Pompeyo… O para decirlo con un ejemplo más reciente y en criollo, la suerte de De la Rúa y su helicóptero… (nada descabellado si se tiene en cuenta que la crítica noche del 12 de diciembre pasado se vio uno “circulando” por tierra en las cercanías de la residencia veraniega oficial…).
En un hecho sin precedentes, el jefe de gobierno de la República no ha participado de la misa de Navidad, celebrada por el Catolicós Karekín II en la catedral San Gregorio el Iluminador de Ereván. La explicación oficial dada por la vocera gubernamental para justificar dicha ausencia es tragicómica: Pashinyan está “aislado en su casa por el COVID-19…”.
Está claro que tanto él como los miembros de su gobierno y de su grupo parlamentario, temen salir a la calle si no es protegidos por una fuerte custodia policial. Las imágenes registradas en Yerablur el día de su visita para honrar a los muertos en la guerra, han sido vergonzosas. Pashinyan se siente cada día más acorralado por su propia gente pero se niega a presentar la renuncia.
La pregunta es ¿por qué no dimite? ¿Por qué busca a diestra y siniestra chivos expiatorios de la derrota y no asume que debe ponerse a disposición de los tribunales competentes por sus decisiones en el ejercicio de sus funciones? En una reciente entrevista se declararó responsable pero no “culpable” de lo sucedido a partir del 27 de septiembre. Como si tuviera la facultad de autojuzgarse y declararse inocente de todo cargo. Como si no fuera la justicia –previa comisión investigadora- la encargada de juzgar sus acciones u omisiones.
Armenia está al borde del precipicio en lo político, militar, diplomático, humanitario y económico. El descontento popular va en aumento. Y si hasta ahora –por motivos justificables o no- la gran mayoría no se ha manifestado abiertamente, eso no quita que pueda ocurrir a la brevedad.
Es que el vaso está a punto de desbordar: no sólo no se informa el número oficial de muertos, heridos, desaparecidos y prisioneros de guerra, sino que se alega que eso es información “confidencial”… mientras padres y familiares permanecen desolados ignorando el paradero y el destino de sus seres queridos.
Y como si fuera poco, después de ver familias de armenios quemar sus casas en las zonas entregadas de Artsaj, el desconcierto popular crece ante las idénticas imágenes de habitantes de pueblos fronterizos de la región de Syunik, donde además, el ejército azerí planta su bandera sobre casas de armenios que han vivido durante décadas en su terruño patrio. “Cuando las barbas de tu vecino veas arder, echa las tuyas a remojar”, reza el refrán. ¿Quién impide que le llegue el turno a casas en las regiones limítrofes de Kegarkunik, Tavush, Vayots Dzor o Ararat?
Los resultados a la vista de la diplomacia secreta de Pashinyan son la punta del iceberg. No sería de extrañar la existencia de acuerdos -firmados o no junto al de la capitulación del 10 de noviembre- que se están llevando a la práctica en estos días. Luego de liberarse del “dolor de cabeza” de Artsaj, el gobierno de Armenia no quiere, no sabe o no puede poner freno al apetito azerí de adueñarse de territorio armenio.
¿En base a qué tratados? ¿Quién ha autorizado al gobierno a hacer entrega total o parcial de poblaciones y rutas dentro del territorio de la República? Hemos llegado al extremo de que para ir de Ereván a Ghapán o de Ghapán a Meghrí, en el sur del país, haya que pasar por territorio azerí… Salvando distancias y sin la menor intención de equiparar a nuestros países vecinos con Azerbaiyán, imagínense ir de Bariloche a Neuquén teniendo la obligación de pasar por Chile, o de Corrientes a Formosa teniendo que pasar por Paraguay…
El lunes 11 de enero puede ser otro día trágico para el futuro de Armenia. Se espera que ese día se reúnan en Moscú Pashinyan y Aliyev, además de tener un encuentro con el presidente Putin. Más aún, luego de informes y desmentidos al respecto, se habla sobre una inminente visita a Bakú de Armén Abazyan, responsable de los servicios de inteligencia de Armenia. Una vez más, con objetivo desconocido.
¿Quo Vadis Armenia?
Es lo que nos preguntamos los armenios del mundo entero, con la esperanza de que la respuesta no sea la que el “Domine” le diera a Pedro: “Voy a Roma a ser crucificado de nuevo”.
Ricardo Yerganian
Exdirector del Diario Armenia