Los unos y los otros, historias de vidas paralelas
El análisis de la situación en Armenia en las últimas tres décadas, en los últimos tres años y en especial en los últimos tres meses, obliga a enfocar el tema desde varias perspectivas: de política interna, de defensa y seguridad nacional, de geopolítica regional, de diplomacia internacional, de crisis humanitaria y de problemas socioeconómicos.
Hemos escrito varias opiniones al respecto desde estas columnas. Nos hemos referido a estos temas una y otra vez, intentando aportar nuestro grano de arena sobre cuestiones que son motivo de preocupación.
Pero hasta ahora sólo habíamos generalizado. Nos hemos referido siempre a la dura realidad surgida como consecuencia de acciones u omisiones de la dirigencia política y militar, antes, durante y después de la guerra. Y de sus trágicos resultados: víctimas mortales, desaparecidos, heridos, prisioneros de guerra y refugiados. Así, todo en plural.
Es hora de hablar de personas con nombre y apellido. De historias de vidas, paralelas y contrapuestas.
Mansión moscovita
Anna Hakobyan, cónyuge del todavía primer ministro Nikol Pashinyan. Acaba de trasladarse a Moscú junto a su hijo y sus dos hijas. Aunque nada se ha anunciado –ni desmentido‒ oficialmente hasta el momento, ni sobre el viaje ni sobre los motivos del mismo, se sabe fehacientemente que todos ellos están en la capital rusa.
Se los ha visto llegar encapuchados y con barbijos, fuertemente custodiados por una decena de guardaespaldas. También, alojarse en un lujoso hotel de la ciudad y cenar en los más distinguidos restaurantes moscovitas.
Se dice en las redes que el motivo del viaje es obtener la ciudadanía rusa y comprar una residencia familiar en la zona VIP de Moscú…
Para ser justos, digamos también que semanas atrás la “primera dama” hizo una visita de cortesía a la familia de un soldado muerto en la guerra…
Casa en Shushí
Narí Avannesian, residente en Shushí hasta los últimos días de la guerra. Hoy refugiada en Ereván. Acaba de escribirle al presidente de Artsaj, Arayik Harutyunyan: “En 2010 nos establecimos con mi familia de forma permanente en la ciudad de Shushí. Tomamos un préstamo y reparamos nuestra casa para vivir en ella con mi esposo y mis cuatro hijos (dos de ellos adultos y dos menores de edad, la menor de 5 años). Durante todos estos años nunca hemos recibido ningún apoyo financiero o asistencia del gobierno de Artsaj. Hemos creado nuestro hogar con mi esposo y mis hijos gracias a nuestro arduo trabajo.
“… Arayik Harutyunyan: si usted estuvo vendiendo sus propiedades y sacando su patrimonio de Artsaj porque sabía que habría una guerra, ¿por qué no nos informó también a nosotros para evitarnos el esfuerzo de reconstruir nuestra casa y terminar entregándola así renovada al enemigo? Estuve en Shushí hasta el 1 de noviembre. Solía pasar todos los días por los refugios subterráneos para ayudar a los abuelos y organizar juegos para distraer un poco a los niños, publicaba fotos en Internet para que nuestra gente no perdiera las esperanzas por un futuro mejor.
“Fui testigo del dron kamikaze que entró en Shushí y que nadie dio orden de derribar, ¿cómo puede explicarlo? ¿Por qué al 1 de noviembre no nos dijo que ya había entregado Shushí al enemigo? Al menos hubiera podido llevarme los documentos de mi casa, hubiera logrado llevarme las cosas de mi hija, ella las recuerda en todo momento. No he podido resolver mis problemas de vivienda en Ereván en estos tres meses y no puedo pagar 300 dólares por semana…
“No quiero que mis hijos sigan viviendo en estas condiciones, así que en un futuro cercano regresaré a Artsaj con mi familia e iremos a Stepanakert. Prepárese señor Harutyunyan, porque voy a ir con mi familia a vivir en su casa. Usted le ha entregado mi casa al enemigo, la casa que mi pequeña no pudo disfrutar, la que terminé de restaurar semanas antes de perderla… Vendré a vivir a su casa hasta que usted resuelva mi problema de vivienda. No me he ganado respeto y honor para terminar hoy en las calles de Ereván mendigando una prenda de vestir o unos fideos para darles de comer a los miembros de mi familia…”
El abuelo y sus nietos
Armén Sarkissian, presidente de la República de Armenia. Viajó con su esposa a Londres para estar junto a sus hijos y nietos durante las fiestas de fin de año. Se dijo también, que el motivo era someterse allí a una intervención quirúrgica en una pierna. Más tarde se anunció oficialmente que el presidente y su esposa contrajeron la nueva cepa inglesa del covid-19 y que él se encuentra hospitalizado.
Deseándole una pronta recuperación, no deja de asombrarnos el motivo por el cual -en medio de una pandemia y con el país y su gente en una crisis sin precedentes- el presidente ha debido realizar este viaje de forma impostergable, visitando un país de alto riesgo de contagio para reencontrarse con sus hijos y nietos…
El mismo presidente que declaró haberse enterado de la capitulación del 10 de noviembre a través de la prensa, el mismo que después de pedir la renuncia de Pashinyan terminó recibiéndolo en la sede de la presidencia, el mismo que anunció sin rubor que debemos dejar atrás la tercera república y pasar ya a la “cuarta”, como si nada hubiera sucedido…
Para ser justos, digamos también que semanas atrás, un día de intenso frío y nevada, el presidente visitó la necrópolis de Yerablur en Ereván para rendir homenaje a los caídos…
Vartán, Tamara y Arpí
Vartán Mnatsakanyan, militar, miembro de la policía de Armenia. Oriundo del pueblo de Karmrashén, región de Talín. Partió hacia el frente el 2 de noviembre de 2020 y murió en Shushí el 7 de noviembre, tras recibir heridas de gravedad.
Cuenta la periodista Anahid Gevorgyan: “La colina de Yerablur es el destino diario de Tamara, una mujer de 23 años. Vive para su hija Arpí, de un año, cuyo padre murió horas después de su cumpleaños, el mismo día que ella comenzó a llamarlo "papá". Horas antes Vartán había hablado con el hermano de su esposa: "Estoy herido, no se lo digas a Tamara. Cuida bien de Arpí, yo tal vez no vuelva, te pido que te hagas cargo de ellas". Vartán fue enterrado el 17 de noviembre.
“Tamara pasó el Año Nuevo junto a la tumba de su esposo en Yerablur. No llevó a Arpí, no quería estresarla. No estoy lista todavía, dijo. Cuando pueda controlar las lágrimas y el llanto, la llevaré. No quiero que nadie más merezca un destino como el de Arpí y el mío, que nadie sufra lo que me ha tocado, que ningún niño quede huérfano, ninguna mujer viuda…”.
El fantasma de la ópera
David Tonoyan, ministro de Defensa de Armenia durante la guerra de Artsaj. El 26 de septiembre, un día antes del inicio de la agresión azerí, se encontraba en el exterior en la fiesta de su amigo y “socio” comercial involucrado en escándalos de corrupción y venta de armas y municiones. En efecto, asistía al cumpleaños de David Galstyan ‒alias “patrón David”‒ en Bulgaria.
Se trata del mismo ministro de Defensa que unos días antes del 27 de septiembre declaraba sin tapujos que “a nueva guerra, nuevos territorios”, sin especificar pero conociendo bien a lo que se refería… El mismo que fue relevado de su cargo al finalizar la guerra y que cual fantasma, desapareció de la escena política siendo uno de los tres principales responsables de la derrota.
El mismo que en tiempos en que el país entero está inmerso en el dolor y en el luto, parece haber estado muy ocupado con importantes festejos familiares. Según información aparecida en la prensa de Armenia, su familia tuvo una seguidilla de celebraciones: en noviembre el compromiso y la boda de una sobrina, en diciembre el compromiso y la boda de otra sobrina y el 31 de diciembre la fiesta de compromiso de su hija… en la residencia de dos plantas que construyó en estos dos últimos años.
Para ser justos, digamos también que semanas atrás el ex ministro de Defensa de la República visitó sólo y solitario el cementerio de Yerablur, donde dejó unos claveles…
Ustedes, ¿cómo duermen?
Astghik Galeyan, madre del héroe Mkhitar Galeyan: “Dentro de dos días se cumple la fecha en la que mi hijo regresaría del servicio. Cuanto más se acerca el día, mi dolor se duplica, se triplica, se cuadruplica. El odio que siento hacia nuestra inepta dirigencia aumenta día tras día. Quiero que ellos también sientan el mismo dolor y sufrimiento que sentimos los padres que hemos perdido a nuestros hijos.
“Quisiera saber, ustedes ¿cómo pueden dormir? ¿No se les aparecen las imágenes de los más de cinco mil jóvenes que arrojaron sin piedad a la picadora cual carne de cañón? ¿No se les aparecen las figuras de nuestros prisioneros a los que abandonaron a su suerte? ¿No se les aparecen nuestros heridos sin brazos, sin piernas, sin ojos, a los que condenaron al sufrimiento eterno?”
“¿Cómo se sienten al abrazar a sus hijos sabiendo que miles de padres abrazan lápidas congeladas?
Ustedes no son seres humanos, y sobre todo, ustedes no son ARMENIOS”.
Ricardo Yerganian
Exdirector del Diario Armenia