Comunicado del Colectivo Manushagakuir por el Día Internacional de la Mujer
Cada 8 de marzo, las mujeres salimos a las calles a luchar por nuestros derechos. No es una celebración, no es un festejo o encuentro casual. Somos nosotras las que movemos el mundo y, por eso, cada año nos paramos para visibilizar la desigualdad estructural que impone el sistema patriarcal. Si vamos a la historia, ni siquiera tuvimos que esperar a una fecha específica para hacerlo: venimos dando esta batalla mucho antes de que la Asamblea de las Naciones Unidas estableciera un Día Internacional de la Mujer en 1977. Los tiempos han cambiado y hemos conquistado muchos espacios en el medio. En los últimos años en Argentina, gracias a los movimientos feministas se logró la sanción de las Leyes de identidad de Género, lactancia materna, de paridad de género, la Ley Micaela y la reciente Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo que despenaliza y legaliza el aborto, entre otras. La Ley 26.485 de protección integral a las mujeres sancionada en 2009 significó un gran avance en la concepción y orientación para el abordaje integral y la lucha contra la violencia hacia las mujeres en nuestro país. Sin embargo, a pesar de estas conquistas a nivel nacional y muchas otras en el plano internacional, aún tenemos un largo camino por recorrer para alcanzar la igualdad de oportunidades y la soberanía de nuestros cuerpos.
Este 8 de marzo salimos a luchar otra vez porque no queremos “Ni una menos”. Los femicidios son la cara más visible y extrema del iceberg de la violencia de género. El tratamiento mediático de los mismos, lejos de la prevención, en ocasiones parece convertirse en una oportunidad para instalar discursos peligrosos que suelen culpar a la víctima, ya sea por su vestimenta, su estilo de vida o por transitar sola de noche. Vivimos en sociedades que enseñan a las niñas a no ser violadas en lugar de enseñar a los varones a no ser violadores.
Este 8 de marzo, nos paramos nuevamente porque aún ganamos menos que los varones por el mismo trabajo en todo el mundo. Alzamos nuestra voz porque las tareas domésticas no remuneradas recaen sobre nosotras, impactan en nuestras posibilidades de estudiar, trabajar, formarnos y nos generan una doble jornada laboral. Nos paramos frente a un sistema de salud que no acompaña a las mujeres y un poder judicial que hace oídos sordos a los reclamos, urgencias y advertencias de las mismas. Nos hacemos escuchar y movilizamos porque la violencia de género mata; porque estamos cansadas de los estereotipos que el sistema nos impone; porque somos desvaloradas en entornos laborales, cosificadas y hostigadas sexualmente en espacios públicos y privados; porque nos restringen la participación en lugares de poder y toma de decisiones.
No exentas de todo esto, a 14.000 kilómetros de nuestro continente, el 27 de septiembre de 2020 en plena crisis global producto de la pandemia, nuestras hermanas de Armenia y Artsaj se vieron envueltas en una ofensiva bélica iniciada por Azerbaiján y Turquía sobre la República de Artsaj. Este 8 de marzo, también creemos importante homenajear y reconocer el enorme valor que demostraron y demuestran tener las mujeres armenias: no solo las que se enlistaron voluntariamente en el ejército y se pusieron a disposición de la patria a la par de los soldados armenios, sino también a todas aquellas que quedaron a cargo de sus hogares, a las voluntarias que brindaron ayuda humanitaria, a las enfermeras, a las comunicadoras, a todas aquellas que lucharon, desde allí o desde la Diáspora, para defender el derecho a existir del pueblo armenio. Como en muchos otros ámbitos, las mujeres han estado invisibilizadas también en los conflictos, pero eso no significa que no hayan tenido un papel más que relevante.
Ante todas las injusticias y desigualdades, los feminismos nos unimos para transformar esta realidad que nos duele. Salimos a la calle, luchamos y nos hacemos escuchar por las que estamos, por las que no y por las que vendrán. Nos enorgullece ser sororas y con tan solo mirarnos, entendernos. Lejos de vernos como competencias nos hermanamos con un fin en común: nos queremos vivas, libres y empoderadas. Este 8 de marzo desde Manushagakuir hacemos un llamado a la reflexión a la comunidad. Necesitamos redoblar nuestros esfuerzos para ponernos los lentes violetas y aportar desde todos nuestros ámbitos de injerencia para construir sociedades justas, inclusivas y equitativas.
Las mujeres del mundo merecemos un futuro igualitario sin estigma, estereotipos ni violencia; un futuro que sea sostenible con igualdad de derechos y oportunidades para todas las personas. Nos emociona sentirnos cerca, nos fortalece y empodera. Por eso hoy, como todos los días, alzamos nuestra voz para decir SE VA A CAER. Y si no, lo tiraremos.
Colectivo Feminista Manushagakuir de la Asociación Cultural Armenia