Safari de leones: uno en Tanzania, 5.000 en Artsaj
A dos semanas exactas de las elecciones parlamentarias anticipadas del 20 de junio, Armenia ha entrado de lleno en período de campaña electoral. Uno se pregunta: ¿Hay algo más anómalo que hablar de proselitismo político cuando fuerzas del enemigo invaden territorio propio?
Sea como sea, una parte de la sociedad se ha adaptado muy rápidamente al caos político y socioeconómico de los últimos siete meses. Para ese grupo, lo mismo da pasearse con una copa en mano en un “festival de vino” en una céntrica avenida de Ereván, sabiendo que al mismo tiempo efectivos azeríes acosan a pobladores y soldados en las regiones fronterizas o realizan trabajos de infraestructura militar en territorio de Armenia.
Artsaj quedaba lejos y se terminó con ese “dolor de cabeza”. Hoy para ellos, quedan lejos también las zonas limítrofes de Tavush, Kegharkunik y Syunik. ¿Y qué si a un pastor le han robado unas cuantas cabezas de su rebaño? ¿Qué más da que azeríes ocupen algunos kilómetros allí, si en la capital todo continúa con su curso normal? Como reza aquel villancico español del medioevo, “Hoy comamos y bebamos, que mañana (cuando lleguen al lago Seván y a las puertas de Ereván)...ayunaremos”.
¿Por qué no se habría de organizar una fiesta para los niños en la plaza de la República el 1 de junio? ¿Y por qué no habría de asistir a ella, con una sonrisa de oreja a oreja, la esposa del autoproclamado primer ministro interino (sic) de la mano de su pequeña hija vestida con el último modelito de Dolce & Gabbana de 260 dólares con rebaja?
Pues sencillamente, porque hay miles de otros niños que hace apenas unos meses han quedado huérfanos de padre en la última guerra. Porque esa misma señora, hoy designada “casualmente” funcionaria del gobierno, trató de ocultar el verdadero número de víctimas que ella, su marido y su grupo llevaron al matadero, mientras visitaba y “consolaba” a algunas de esas familias fotografiándose con esos mismos niños huérfanos en su regazo...
Porque parte de esos mismos cadáveres que durante todos estos meses buscaban y siguen buscando desesperadamente los padres y familiares, han aparecido tirados en el sótano de una morgue de un hospital provincial en Abovian. Restos de esos jóvenes héroes que dieron lo más preciado, su vida por la patria, dentro de bolsas de polietileno, amontonados, a temperaturas de +26 grados, arrojados al piso como si se tratara de bolsas de cemento...
Y mientras todo esto sucede, el país se encamina hacia unas elecciones cruciales para el futuro de la República. La contienda política ya se decanta entre dos polos: los seguidores del gobierno actual y la fuerza opositora encabezada por el expresidente Kocharian.
Ante una propuesta de este último de que los candidatos a ocupar altos cargos deberían pasar un examen psiquiátrico, el primer ministro en funciones ha reaccionado mostrando a su electorado una foto de Kocharian posando junto a un león muerto en un safari. Algo parecido a la famosa foto del rey Juan Carlos de España junto al elefante muerto...
Kocharian no tardó en responder: es un aficionado a la caza y ha participado una sola vez de un safari, en Tanzania, invitado por una “importante personalidad” después de dejar su cargo de presidente.
Hubiéramos preferido que Kocharian se mostrara arrepentido y pidiera disculpas públicamente por haber cazado un león y posar junto a su “trofeo”. En cualquier sociedad ese gesto hubiera sumado puntos a su favor.
Es más, le hubiera dado la respuesta adecuada a quien llevó a la muerte a más de 5.000 jóvenes leones en un “safari a la turca” que nos negamos a olvidar.
Dr. Ricardo Yerganian
Exdirector del Diario ARMENIA