Epílogo semanal – 19/08/21

19 de agosto de 2021
"Tres Estados, una nación" en una pared de Artsaj ocupada.

Para Ilham Aliyev la segunda guerra de Artsaj nunca terminó. Sus acciones militares contra la población civil de Artsaj, en casi todas las direcciones de las zonas fronterizas de Armenia y contra las posiciones militares de las Fuerzas Armadas armenias y del Ejército de Defensa de Artsaj se intensificaron en los últimos 10 días causando tres muertos, heridos y pérdidas económicas.

Azerbaiyán trata de ocultar sus ataques y acusa a la parte armenia de violar la declaración trilateral del 9 de noviembre según indica un comunicado de la Cancillería armenia, una cartera que, llamativamente y en las actuales circunstancias, se manejó con interinatos durante nueve meses hasta la designación de Ararat Mirzoyan, del riñón de Pashinyan. Azerbaiyán sigue midiendo a Rusia. Moscú toma nota pero no reacciona.

El Canciller artsají, David Babayan, dijo que las provocaciones azerbaiyanas buscan dañar las relaciones armenio-rusas para demostrar que el ejército ruso no es capaz de proteger a la población de Artsaj. “Debemos entender, dijo, que el contingente pacificador está haciendo todo lo posible para evitar otra guerra”.

Azerbaiyán ahora pretende que las unidades de defensa armenias se retiren de toda la región algo que Davit Ishkhanyan, de la FRA-Tashnagtsutiún de Artsaj, advierte a las autoridades de Artsaj para que no acceda ya que, según dijo, “la próxima demanda azerbaiyana será que se retiren las tropas de paz rusas y luego exigirán desalojar a los armenios de sus propios territorios”.

La creciente tensión fronteriza tanto en Armenia como en Artsaj hace pensar sobre la posibilidad de un nuevo ataque a gran escala a lo que se suma el dato revelado por el sitio de noticias Israel Hayom donde se afirma que Azerbaiyán está negociando la compra de armamentos de guerra con compañías israelíes de la industria de defensa por valor de 700 millones de dólares. La nota habla de la adquisición de varios tipos de municiones, misiles balísticos y aviones de combate.

Días pasados, Aliyev admitió ante la CNN Turk que fue Azerbaiyán quien inició la guerra contra Armenia y Artsaj el 27 de septiembre de 2020 y reconoció que fue clave la participación de Turquía en el conflicto. En la misma línea, la periodista rusa Tatiana Kanunnikova en Asia Times cuestionó la rapidez en que desapareció de la agenda mundial el tema de los mercenarios sirios en la guerra de Artsaj. Kanunnikova cita las afirmaciones de Macron quien blanqueó lo que siempre fue un secreto a voces: que los yihadistas pasaron por Turquía camino a Azerbaiyán.

Sin dudas, la presencia de los mercenarios yihadistas fue y son una amenaza no sólo para Armenia y Artsaj sino también para la seguridad regional e internacional.

Cambio de escenario en la región

Recep Tayyip Erdogan nunca ocultó su ambición y deseo de aumentar la influencia turca en el mundo musulmán. Bajo su gobierno, Turquía aumentó significativamente la presencia política en el sur de Asia a través de proyectos educativos y de medios de comunicación, tarea que inició Fethullah Gülen luego de la caída del muro y siguió Erdogan con más ímpetu y menos disimulo que el clérigo.

Tras la decisión de retirada de los Estados Unidos de Afganistán, Erdogan busca mantener un papel activo en el convulsionado país lo que, de alguna forma, le serviría para ganar puntos dentro de la OTAN y recomponer su tensa relación con Washington.

Por sus arraigados lazos históricos, culturales, étnicos y principalmente religiosos con Afganistán, Turquía se erige como el mediador entre occidente y el nuevo poder afgano sacando provecho de sus privilegiadas relaciones con Pakistán, el principal aliado y patrocinador de los talibanes.

Otros países como China, India y Rusia ven la expansión de la presencia de Turquía en la región como algo perjudicial para sus intereses estratégicos. “No hay rincón de Medio Oriente y del norte de África que no se plantee cómo sobrellevar la nueva realidad de Afganistán”, afirma acertadamente Jorge Elías en este análisis de El Ínterin.

En una oportuna nota en Diario ARMENIA, Carlos Boyadjian señala que la vuelta al poder del grupo fundamentalista islámico en Afganistán recuerda los estrechos vínculos de Turquía y Azerbaiyán con Pakistán, Al Qaeda y el ISIS. Advierte también que la situación deja expuesta una nueva configuración del mapa regional en el que asoman el terrorismo transnacional y nuevas amenazas para el pueblo armenio.

En el Epílogo de la semana pasada destacamos la alianza entre Turquía, Azerbaiyán y Pakistán (país que nunca reconoció a Armenia) en contraposición a la afinidad, también estratégica, entre Armenia y la India.

Ereván declaró el domingo pasado su firme postura de apoyo a la India en el conflicto territorial con Pakistán por las regiones de Cachemira y Jammu. A su vez agradeció las declaraciones de Nueva Delhi sobre la agresión azerbaiyana-turca sobre Artsaj y la condena de la reciente invasión y ataques al territorio de Armenia.

Es importante tener presente que Ilham Aliyev señaló a fin de julio que Pakistán y Azerbaiyán son dos países hermanos y agradeció a Islamabad por el apoyo “muy activo” en la segunda guerra de Karabaj. Erdogan, por su parte, el sábado hizo entrega de una corbeta de guerra a Pakistán y en el acto insistió en la “amplia asociación de defensa existente entre las dos naciones”.

Ante el Parlamento pakistaní, Erdogan afirmó a principios de 2020, que Cachemira era un tema importante tanto para Pakistán como para Turquía. En este sentido, Nueva Delhi mostró su preocupación por la fuerte versión que indica que Ankara podría trasladar a los mercenarios yihadistas que combatieron en Nagorno Karabaj al sector de Cachemira ocupada por Pakistán para luchar contra India.

Pakistán es el único país musulmán con armas nucleares y al igual que India, que también las posee, no firmaron el Tratado de no Proliferación Nuclear (TNP). Según Murad Sadaddinov, un asesor político muy cercano a Aliyev, “el status de Pakistán como estado nuclear es valioso para Bakú por el apoyo político, pero también es un factor que puede disuadir a quienes pretendan amenazar a Azerbaiyán y para los países nucleares pro-armenios en su intento de presionar tanto a nuestro país –por Azerbaiyán- como a Turquía”.

Sadiddinov, quien en su página de Twitter se presenta como activista de Derechos Humanos, agregó más adelante que “el apoyo de Turquía, más los misiles modernos capaces de transportar las armas nucleares de Pakistán, son una garantía moral y política para Azerbaiyán que sirven como una especie de paraguas de seguridad para su nación”.

Con la nueva realidad política en el sur de Asia y con Pakistán señalado de ser uno de los responsables de darle forma a los talibanes en Afganistán, el Ministro de Defensa azerbaiyano anunció que durante el mes de septiembre habrá ejercicios militares trilaterales entre Azerbaiyán, Turquía y Pakistán, una nueva asociación estratégica que ya se vio actuar durante la guerra de los 44 días. Tímidamente empieza a escucharse un nuevo slogan al que hay que prestarle atención: tres Estados, una nación.

Hasta la próxima semana.

Pablo Kendikian
Director del Diario ARMENIA

Compartir: