Breves lecciones de historia armenia: ¡Están locos estos romanos!
“Suprimí de un trazo las conquistas peligrosas, no sólo la Mesopotamia donde no habríamos podido mantenernos, sino Armenia, demasiadoexcéntrica y lejana, que me limité a conservar en calidad de Estado vasallo”. Aunque extraída de una novela histórica (*) esta frase atribuida al emperador Adriano en el año de su asunción al poder en 117 d.C. resume casi toda la política estatal de Roma con relación a Armenia.
¿Por qué un imperio de 5.000 km de longitud que se extiende en tres continentes -desde la península Ibérica hasta el Danubio, los Balcanes y Asia Menor y desde el norte de Africa hasta el Medio Oriente- no querría anexar también Armenia o peor, “suprimirla” una vez ocupada?
Si a lo largo de mil años de poderío romano ha sido anexada como provincia al imperio sólo durante tres -del 114 al 117 de nuestra era- bajo el mandato de Trajano ¿por qué no desear mantenerla dentro de esos máximos límites alcanzados por el mundo romano? ¿Por “excéntrica y lejana”?
No hay duda de que a los ojos de los romanos, Armenia es excéntrica además de lejana. Si lo sigue siendo aún hoy para gran parte del mundo, no vemos motivo para que no lo fuera en esa época. De excéntricos no nos gana nadie...
Pero vayamos al tema central: Armenia nunca ha sido conquistada del todo por una potencia extranjera o pueblo vecino a lo largo de toda su historia. Nos referimos a la totalidad de la Meseta armenia conocida como Armenia histórica o Reino de Medz Hayk. Ni los partos, ni Roma ni más tarde su sucesora Bizancio, ni los persas, los árabes, las tribus turcas o los mongoles, lograron conquistarla totalmente. ¡Qué me cuentan!
Sea por su geomorfología ventajosa para la autodefensa o por los constantes esfuerzos de otros Estados limítrofes para dominarla, los invasores han consentido reconocer un sector del país como independiente o autónomo, o se han resignado a repartir el botín de la conquista con otro vecino. Como afirma el historiador francés Alfred Rambaud “Armenia es una fortaleza que durante siglos ha sido ocupada, reocupada pero siempre a medias”.
¿Será esta una de las respuestas probables al interrogante de cómo Armenia ha logrado sobrevivir a lo largo de tanto tiempo? Tal vez. Pero ha sido también la causa de tantas guerras interminables en su territorio: ninguna gran potencia ha permitido que otro adversario se establezca totalmente en Armenia. Una verdadera manzana de la discordia.
¡Es la ubicación, tonto!
Una mirada al mapa es de gran ayuda: la ubicación de la Meseta armenia (puente entre Europa y Asia en el camino de la seda) pero sobre todo su carácter de fortaleza natural (gran altiplanicie separada del resto) le han dado desde siempre una gran importancia geopolítica y estratégica.
En su brillante obra de investigación y análisis histórico (1) Hrant Pastermadjian -profesor de la Universidad de Ginebra e hijo del héroe nacional Armén Garó- hace un paralelismo ilustrativo: “Desde el punto de vista de su ubicación geográfica, Armenia es una especie de Suiza del Oriente Próximo. De sus montañas nacen los mayores ríos de Asia Menor: el Eufrates, el Tigris, el Araks y el Kur así como de los Alpes suizos o de sus prolongaciones nacen algunos de los mayores ríos de Europa: el Ródano, el Rin, el Danubio y el Po. Armenia une al mundo euroasiático. Suiza es un punto de unión entre los mundos germano y latino. En su carácter de fortaleza natural de difícil acceso, algunos comparan Armenia con Transilvania, la Meseta Central de España o la región de Asturias. El denominador común de las gentes que habitan en territorios similares es el pensamiento conservador, una gran resistencia y un furibundo apego a la cultura nacional”.
“La ubicación geográfica de Armenia y su condición de fortaleza natural han influido sobre el carácter de su gente, han predominado sobre toda su historia y han marcado su destino. Así, debido a su ubicación y a la fuerza que representa, Armenia es capaz de influir decisivamente a favor o en contra de una potencia contigua. He aquí el motivo por el cual sus vecinos han luchado permanentemente para invadirla. Quien domina la Meseta armenia domina el Oriente Próximo”.
Encrucijada entre Oriente y Occidente
Debido a su ubicación, la vecindad con civilizaciones antiguas como la asiria, la helenística, la romana, la bizantina o la árabe, ha sido crucial en la historia de Armenia. De esas relaciones se han beneficiado los armenios enriqueciendo una cultura y una civilización propia que nada tiene que envidiar a las más avanzadas de cada época.
Pero también debido a su ubicación, ha sido el camino obligado de todas las grandes invasiones iniciadas en Asia (persas, árabes, mongoles y turcos) con destino al sureste Europeo y en contrapartida, de los avances de Occidente (Roma, Bizancio, Cruzadas) hacia Oriente. Al decir de Frederic Macler (2) “ubicada en uno de los principales puntos de unión, es más lo que ha sufrido Armenia por el conflicto entre las civilizaciones de Europa y de Asia que el beneficio que ha obtenido por el intercambio de mercancías e ideas entre ellas”.
No cabe duda que la Armenia histórica ha sido víctima de los poderosos de Occidente y de Oriente. Primero, de Roma, Partia y Persia. Luego, de bizantinos, árabes, tribus turcas y mongoles. “En aquellos períodos en los cuales Armenia ha sido lo suficientemente fuerte como para elegir a sus amigos, a menudo se ha volcado hacia Occidente. Pero al no pertenecer del todo a Occidente ni del todo a Oriente, ha sufrido tanto a causa de uno como del otro” afirma Pastermadjian.
Finalmente, entre las desventajas propias de su relieve, cabe señalar que siendo harto difícil en tiempos remotos (y no tan remotos...) trasladarse de un sitio al otro del país, los armenios se han aislado unos de otros. De ahí el localismo tan arraigado –hasta hoy- y la formación de principados o feudos cuasi independientes y reacios a someterse completamente a la autoridad del rey (cuando lo hay) para colaborar en la defensa común (**).
De ahí la conocida política de “dividir y dominar” ejercida con habilidad por los vecinos de uno y otro lado, quienes en múltiples ocasiones han instigado y se han beneficiado de las rencillas internas de los señores feudales armenios.
Pero no todo son desventajas. Citando una vez más al hijo de Armén Garó, “el relieve montañoso alto ha sido cuna de pueblosluchadores y aguerridos. Así lo testimonian por ejemplo los casos de Suiza, del Tirol, de Montenegro y del Cáucaso. Lo mismo ha sucedido en Armenia: sus altas montañas han formado combatientes de talla sin los cuales no habría podido sobrevivir hasta nuestros días”. He aquí otra de las respuestas posibles al interrogante que nos planteamos más arriba.
En conclusión, la historia de Armenia es el resultado directo de su ubicación, de su geografía y del carácter de su gente. ¡Menuda historia!
Todos los caminos conducen a Roma
Quien ha estado en Armenia en invierno sabe del rigor climático de esa época. Lo mismo han sabido desde tiempos remotos todos los que han intentado invadirla. Se trata de un invierno de fama histórica desde el punto de vista de las acciones militares: “Se abandonaba a aquellos que habían cegado por la nieve y a los que se les habían congelado los pies por el frío” dice el historiador, militar y filósofo griego Jenofonte.
La segunda de las características de la Armenia histórica desde el punto de vista de la geografía militar, es el dificultoso acceso al país desde las fronteras norte y sur. Escalar grandes cadenas montañosas y bajar por desfiladeros no es tarea fácil. Por ese motivo Armenia pocas veces ha sido invadida desde el Mar Negro y los intentos por conquistarla desde el sur han fracasado casi siempre.
Por el contrario, debido a la orientación de las principales cordilleras y ríos, Armenia ha sido más vulnerable desde el este y el oeste. Desde tiempos antiguos, los valles del Araks y del Eufrates han sido el paso obligado de numerosas invasiones de Oriente (medos, persas, partos, mongoles, turanios) y de los contraataques de Occidente (Roma y Bizancio).
Desde una óptica de estrategia militar, la Meseta armenia es un baluarte que permite el control de toda la región que se extiende entre el Mar Caspio, el Mediterráneo y el Golfo Pérsico. De hecho la preponderancia de Roma en Asia está basada en su carácter de “Estado protector” de Armenia, o lo que es lo mismo, de Armenia como Estado vasallo. Muy a pesar de Asterix y de Obelix, los romanos no tienen un pelo de tontos.
Partia, el sueño de Trajano
En los inicios de la era cristiana, Roma ya es dueña del mundo. Pero ahora que ha puesto los pies en Asia, una gran duda la carcome: ¿Hasta dónde llegar? El genio romano se plantea seriamente si es conveniente avanzar más allá de los límites del Eufrates. Así pues, Armenia es una de las cuestiones primordiales que la política romana debe resolver.
Por un lado, Roma no puede permanecer indiferente ante lo que representa la “fortaleza” llamada Armenia ya que ella le permite el dominio sobre todas sus posesiones en el Este. Por el otro, la anexión de Armenia al imperio no es tarea sencilla. Para lograr ese objetivo, es necesario resolver primero un problema mucho mayor: el que representan los partos en Oriente.
Por ese motivo, ni aún en los períodos en los que la amenaza de Roma se cierne sobre los partos, ni el propio Augusto ni el resto de los emperadores toman la decisión de anexarla. Se conforman con una Armenia autónoma, aliada y bajo su protección. Una especie de “Estado amortiguador que se compromete a no violar la paz”(3).
Con la llegada al poder de Trajano en el siglo II de nuestra era, la situación toma un giro de 180 grados: basta ya de Estados vasallos, es hora de integrarlos a todos al imperio. Para igualarse en gloria a Alejandro Magno, este emperador sevillano se anima a cruzar el Eufrates y cumple con su “sueño del pibe” de conquistar Partia (y de paso conjurar la “maldición” de la invencibilidad de los partos que pesa sobre el imaginario romano tras las cruentas derrotas sufridas por Craso y Marco Antonio).
Entre tanto y como aperitivo, Armenia es integrada al imperio. Aplauso, medalla y beso: Trajano recibe del Senado el título de Optimus por la conquista de Armenia a principios del otoño de 114.
Pero volvamos a la cuestión inicial: ¿Cuáles son los motivos que llevan a Roma –salvo en el caso de Trajano- a evitar la anexión de Armenia o a “suprimirla” del imperio -como lo hace Adriano- una vez anexada?
En primer lugar, lo que el mismo Adriano afirma: la distancia. Basta con observar el mapa para ver que no hay otra provincia que se encuentre tan alejada de Roma.
No hay que olvidar que los medios de transporte y las comunicaciones de la época no son los de hoy. Si se tiene en cuenta que “el recorrido de Roma a Alejandría era un viaje de tres semanas” y que “los correos imperiales recorrían unos 76 kilómetros al día”(3), la tarea de gobernar un país “excéntrico” como Amenia a casi 3.000 km de distancia no era precisamente un juego de niños.
A esto hay que agregarle el carácter insumiso de la población y la postura favorable a los partos de la mayor parte de las familias feudales armenias, quienes permanecen resguardadas en sus montañas. Motivos que conllevan necesariamente la presencia permanente de destacamentos romanos en caso de ser anexada.
Y finalmente, una causa política y estratégica: Roma necesita de ese Estado “amortiguador” o tapón que es Armenia en los confines del Este. De lo contrario, se ha de ver inmiscuida en otro frente similar al que ya tiene con los bárbaros de Germania detrás del Danubio. Una Armenia autónoma, con ejército propio, es una barrera frente a los pueblos bárbaros del Cáucaso norte. En este rol, Armenia no le falla a Roma. Aunque con el asunto de los partos, le da sus buenos dolores de cabeza.
Entre la espada y la pared
Armenia entre Roma y los partos es una historia que se extiende durante un período de dos siglos y medio, antes y después de Cristo. Es una interesantísma época en la cual, mientras casi todo el mundo conocido está dominado por Roma, los armenios logran preservar su independencia o por lo menos, su autonomía.
Ninguno de los dos contrincantes puede permitir que el adversario anexe Armenia a su territorio. Armenia en manos de Roma es una amenaza constante para la Mesopotamia, la zona más rica del imperio Parto. Además, le da a los romanos la posibilidad de atacar a los partos en la Media Atropatene (ver mapa abajo), a través de la actual zona de Tabriz en Irán.
Por su lado, Armenia en manos de los partos significa la supremacía de éstos en el Transcáucaso, el dominio del paso hacia el Mar Negro y en definitiva, de la ruta comercial que une Europa con Asia Central. Al mismo tiempo, es una amenaza directa al Asia Menor, a Cilicia y a Siria, a la sazón tres de las provincias más ricas del imperio romano.
¿Qué solución encontrar pues a este callejón sin salida? ¿Un reino armenio totalmente independiente entre ambos imperios?
Una de las principales autoridades del siglo XX en la historia antigua de Grecia, Irán y Roma, el historiador ruso Mijaíl Rostóvtsev, nos aclara: “Un reino armenio totalmente independiente era inaceptable tanto para los romanos como para los partos, ya que ambos tenían bien presente el inmenso poder que tiempo atrás había tenido Armenia durante el reinado de Tigranes II”, más conocido como Tigrán el Grande o Medzn Dikrán.
Quedaba entonces una única salida: respetar la integridad territorial de Armenia en tanto Estado independiente, bajo la protección de una de las dos potencias vecinas. Es la solucíon que adoptan Roma y los partos. Claro que sin ponerse de acuerdo en cómo llevarla a la práctica...
Un rey armenio asombra a los romanos
Los partos quieren una Armenia independiente dentro de sus límites naturales. Lo único que les importa es que el trono de Armenia lo ocupe un príncipe de la dinastía real parta, es decir un Arsácida o Arshakuní.
Por su parte, Roma quiere una Armenia autónoma pero bajo su protección. Poco le importa quién ocupa el trono. Basta con que sea fiel a su imperio y honre a su emperador, de quien recibirá su corona y quien aprobará su reinado.
¿Y los armenios? Un vistazo a los hechos de la época nos permite afirmar que al principio –cuando los partos constituyen una verdadera amenaza- mantienen una actitud favorable a Roma. Más tarde, la mayoría de las familias feudales se vuelca hacia los vecinos orientales quienes finalmente colocan a Drtad I (Tiridates), uno de los hermanos del rey parto Vagharsh, como primer rey de la dinastía Arshakuníen Armenia.
Obviamente, Roma no se queda de brazos cruzados ante este nuevo casus belli. Nerón, quien al parecer no es el perturbado lunático de las películas sino un hábil jugador en política externa, envía a su general Corbulón a poner orden.
Durante los cuatro años siguientes Armenia se transforma en un campo de batalla entre los dos imperios hasta que con el acuerdo de Randea (cerca de la actual Kharpert) se pone fin a la guerra en el año 63. Con una condición: el rey Drtad reconoce la supremacía de Roma y debe trasladarse allí a recibir su corona de manos del propio emperador. Al cierre de las negociaciones, Drtad y Corbulón terminan a los abrazos.
Los historiadores romanos Tácito y Plinio nos cuentan acerca de la llegada de Drtad a Roma y de la ceremonia de coronación del rey de Armenia en el Foro, en presencia de una multitud de curiosos. Fiel a la política de “pan y circo” Nerón organiza unos juegos en el Circo Romano para agasajar al ilustre visitante. Y hete aquí que Drtad deslumbra a los romanos con sus habilidades en el manejo de la lanza contra las fieras...
Antes de partir de regreso hacia Armenia, en un acto de gran generosidad, Nerón entrega a Drtad 50 millones de sestercios (moneda romana de plata) y un número considerable de artesanos y obreros quienes deberán ayudar en las tareas de reconstrucción de la capital Ardashad (Artaxata)... destruida e incendiada por los ejércitos romanos durante los años de guerra contra los partos.
Pero no todo son elogios. En un mundo donde la supremacía de Roma es el denominador común y no pudiendo consentir la postura desfavorable de los armenios hacia ella, Tácito es categórico: “Un pueblo que no sabe lo que es la libertad y se vuelca hacia los partos para pedirles un amo...”.
La influencia de Roma en la historia de Armenia es tan vasta que excede los límites de este análisis. Lo que sí hay que destacar es que, sin Roma y sin el balance de poder que ha representado, Armenia muy probablemente hubiese sido absorbida por los partos. Y tal vez, desaparecido junto con ellos.
Los lectores habrán notado más de una semejanza con la actualidad a lo largo de esta nota. La relación pasado-presente es una constante: aquel antiguo país es el mismo de hoy, reducido a su décima parte, pero el mismo.
Los “locos” romanos y los partos han desaparecido. Pero los peligros y las amenazas que se ciernen sobre Armenia siguen siendo los mismos. Es hora de aprender cómo actuar ante los vecinos de turno.
Ricardo Yerganian
Exdirector del Diario ARMENIA
(*) M. Yourcenar, “Memorias de Adriano”, traducción de Julio Cortázar, Edit. Sudamericana, pág. 91
(**) El renombrado premio Nobel de la Paz Fridtjof Nansen –amigo y defensor del pueblo armenio- ha señalado que el relieve montañoso de Noruega ha sido también una de las causas de largos siglos de sumisión a fuerzas extranjeras.
(1) H. Pastermadjian, “Historia de Armenia, desde sus inicios hasta el Tratado de Lausana”, 2ª edición, Beirut, 1980
(2) Especialista francés en lenguas y civilizaciones orientales, titular de la cátedra de armenio de la Escuela de lenguas orientales desde 1911 a 1937.
(3) R. H. Barrow, “Los romanos”, Breviarios del Fondo de Cultura Económica, México. Uno de los libros magistrales y de cabecera de todo aquel apasionado por la historia de Roma.