Juguemos en el bosque mientras el lobo no está
En la nota titulada “Renunciar a los reclamos por el Genocidio ¿será el próximo paso?” del 21 de marzo de 2021, decíamos:
“En el país de Nomeacuerdo de Pashinyan y “su paso”, habrá que recordarles que ninguna apertura con el tándem turco-azerí será gratuita para los intereses nacionales armenios. Turquía no vacilará ni un sólo instante en exigir a Ereván que desista oficialmente de toda pretensión territorial y que renuncie a los reclamos por el Genocidio, si quiere normalizar relaciones bilaterales y económicas.
¿Dará Pashinyan ese pasito para atrás?
Todo demuestra que con tal de mantenerse en el poder este personaje es capaz de eso y mucho más... Claro que para ello se le pedirá un pequeño sacrificio: no sólo ceder en lo relativo al Genocidio sino además, conceder territorio en Syunik y en otras regiones fronterizas de Armenia”.
Nueve meses después de la citada nota, los hechos demuestran que estábamos en lo cierto. Y nueve meses después, éramos pocos y parió la abuela... Reapareció en escena el “zorro viejo” llamado Yirair Libaridian, de tristemente célebre actuación como consejero de política exterior de Levón Ter Petrosian a principios de los ´90.
No nos detendremos en la figura de este nefasto personaje ya entrado en años, para quien turcos y azeríes no representan ninguna amenaza para Armenia y los armenios. “¿Han masacrado a alguien en los últimos 30 años?” dijo sin tapujos hace unos días ante los periodistas... Lo curioso, eso sí, es el momento en que “resucita”: justo cuando Turquía anuncia oficialmente, por boca de su canciller, que está dispuesta a iniciar el proceso de las negociaciones con Armenia...
Y hete aquí que ya tenemos los encargados de encabezar esas negociaciones por ambos lados. Como no podía ser de otro modo, el responsable elegido por el gobierno turco es Sertar Kilic, diplomático de carrera con un extenso currículum como experto negociador; embajador de su país ante la OTAN, el Líbano, Japón y durante los últimos siete años nada menos que en los Estados Unidos; lobbysta y rotundo negacionista del Genocidio Armenio.
Por su parte, el gobierno de Armenia acaba de designar a Rubén Rubinyan, vicepresidente del Parlamento, para liderar esa ardua tarea. Un joven de 31 años, principiante en política, sin trayectoria diplomática en su haber pero curiosamente con una estancia de “investigación universitaria” en Estambul en 2017-2018...
Una de dos: o no queda nada más para negociar, puesto que Pashinyan ha cedido a todas las condiciones impuestas por Ankara, o queda aún algo en el tintero y el primer ministro ha designado a una persona de su absoluta confianza para ser él quien en realidad conduzca los hilos de la negociación. Y llegado el caso, usar a Rubinyan como “fusible” o chivo expiatorio...
Sea como fuere, y aunque ya hemos agotado nuestra capacidad de asombro ante las decisiones adoptadas por Pashinyan, la impresión que nos hemos llevado tras las designaciones de Kilic y de Rubinyan, es frustrante: el “lobo feroz” frente a “caperucita roja”... Un “peso pesado” en diplomacia frente a un novato “peso pluma”... No se trata de la edad, sino de la capacidad y de la experiencia necesarias para llevar adelante una crucial negociación de cara al futuro.
Habrá que recordar que el período de los “protocolos” para normalizar relaciones con Turquía allá por 2008-2009 -luego de la célebre “diplomacia del fútbol” entre ambos países- levantó un verdadero revuelo no sólo en Armenia sino también en la diáspora. Y que aunque esos “protocolos” fueron firmados por ambos gobiernos, Turquía nunca llegó a ratificarlos en su Parlamento, por lo que Armenia decidió finalmente anularlos.
¿El motivo de la marcha atrás de Turquía? Pues el tema de Artsaj no estaba aún solucionado “a la turca” ni Armenia se encontraba en situación tan desventajosa y tan debilitada –en todo sentido- como ahora. Lo llamativo es que más allá de declaraciones o textos en las redes sociales, ni en Armenia ni en la diáspora se vive hoy ese clima de tensa inquietud y de movilización social que reinó durante los “protocolos”...
Es evidente que una vez más Turquía exigirá máximas concesiones e impondrá oficialmente sus condiciones. Y lamentablemente, Armenia no tendrá margen de maniobra.
De hecho, ya parecen haberse cumplido dos de esas condiciones previas. Estamos hablando de la cuestión de Artsaj, a la que se le ha dado el tipo de “solución” que Turquía ha pretendido durante años y de la renuncia a los reclamos por el Genocidio Armenio.
Con sólo leer el reciente comunicado del ministerio de Relaciones Exteriores, es evidente que la parte armenia ha renunciado al tema y que los reclamos por el Genocidio ya no están en la agenda de la política exterior. Además, la pretensión turca de crear la tan mentada comisión de historiadores que analice los documentos históricos sobre la “veracidad” del Genocidio, significará de por sí una gran derrota para el conjunto del pueblo armenio.
En cuanto al resto de las condiciones, el panorama tampoco es alentador: reconocer la integridad territorial de Turquía implicará borrar todo reclamo en la Armenia occidental. Prueba de eso será la modificación de la Constitución –proceso que ya está en marcha- y hasta quitar la imagen del Ararat del escudo de la República...
Y qué decir de la última condición: el “corredor” o “paso” (o como quiera que se llame) de Zankezur (Syunik) que permitirá la unificación territorial de Turquía con Azerbaiyán avasallando el territorio soberano de Armenia. ¿Hay alguien a quien le quede todavía alguna duda de que esta cuestión está finiquitada a favor del enemigo?
Juguemos en el bosque mientras el lobo no está...
¿Lobo estás?
Sí, y ya salgo ¡para comérmelos!
Ricardo Yerganian
Exdirector de Diario ARMENIA
P.D.: En la foto, el mapa de Armenia y de Artsaj tal como aparece en el libro de lengua "Aybenarán” (Abecedario) de primer grado de Primaria, publicación aprobada en 2021 por el Ministerio de Educación, Ciencia, Cultura y Deporte de la República de Armenia. Los comentarios huelgan...