Artsaj: empezó la batalla diplomática por el tratado de paz con Azerbaiyán
Esta semana Ereván y Bakú empezaron a definir sus posiciones ante que lo ya se advierte como una negociación larga y difícil. En muchos sentidos, la clave es saber si Bakú quiere llevarse todo o alcanzar efectivamente la paz.
A dieciséis meses del fin de la guerra de los 44 días y tras numeras violaciones por parte de Azerbaiyán al alto el fuego acordado el 9 de noviembre de 2020, incluyendo la intrusión de tropas azeríes en territorio soberano armenio en mayo de 2021 que continúa hasta hoy día, las cancillerías de Armenia y Azerbaiyán comenzaron el proceso de negociación de un tratado de paz que se espera ponga fin a un conflicto étnico y religioso, más que político, que lleva más de un siglo.
Si bien ya hubo algunos acercamientos informales entre los gobiernos de ambos países, la cuestión empezó a tomar un carácter más institucional a partir del 10 de marzo pasado, cuando Armenia recibió por escrito las cinco condiciones que propone Bakú para alcanzar la paz.
La propuesta de Bakú contempla:
- Reconocimiento mutuo del respeto a la soberanía, la integridad territorial, la inviolabilidad de las fronteras reconocidas internacionalmente y la independencia política de cada uno.
- Confirmación mutua de la ausencia de reclamos territoriales entre sí y aceptación de obligaciones jurídicamente vinculantes de no plantear tal reclamo en el futuro.
- Obligación de abstenerse en sus relaciones interestatales de socavar la seguridad de los demás, de la amenaza o el uso de la fuerza contra la independencia política y la integridad territorial, y de cualquier otra manera incompatible con la Carta de las Naciones Unidas.
- Delimitación y demarcación de la frontera estatal, y establecimiento de las relaciones diplomáticas.
- Desbloqueo de los transportes y otras comunicaciones, construcción de otras comunicaciones en su caso, y establecimiento de la cooperación en otros campos de interés mutuo.
No se sabe por qué el documento, emitido por la cancillería azerí con la firma del ministro de Relaciones Exteriores, Jeyhun Bayramov, llegó recién el 10 de marzo pese a que está fechado el 21 de febrero, pero lo cierto es que la respuesta de Armenia fue inmediata y, al menos hasta ahora, contundente.
Marcando la cancha
En diálogo con la prensa turca y medios internacionales en el marco de las deliberaciones en el Foro Diplomático de Antalya (Turquía) del 11 al 13 de marzo, en el que por primera vez fue invitado el gobierno de Armenia, el canciller Ararat Mirzoyan, aseguró sin dar más detalles que “la República de Armenia ya respondió a las propuestas de la República de Azerbaiyán”.
La ampliación de la postura negociadora de Ereván llegó el martes 15 y se conoció a través de una entrevista que Mirzoyan concedió a la agencia de noticias estatal Armenpress. Allí señaló que “en primer lugar, se puede enfatizar que toda negociación sobre un acuerdo de paz debe realizarse sin condiciones previas".
Este punto es de suma importancia y es una consecuencia directa de la forma en que se logró el alto el fuego el 9 de noviembre de 2020. Si bien Armenia sufrió una derrota en el terreno militar y debió ceder los territorios circundantes del antiguo Oblast Autónomo de Nagorno Karabagh (NKAO), incluyendo Hadrut y Shushí, logró mantener la autonomía de una parte importante del enclave.
En aquel momento gran parte de la diáspora se mostró molesta por el acuerdo de cese el fuego y tener que ceder territorios, pero si el avance de las tropas turco-azeríes y de mercenarios y terroristas contratados para el ataque a Artsaj no se hubiera detenido en ese punto, una eventual caída de Stepanakert y de otras ciudades hubiera determinado una derrota total, que haría imposible oponerse a las condiciones de un “vencedor absoluto”.
En cuanto a las propuestas de reconocimiento territorial y de independencia mutuos, el canciller armenio sostuvo que “los dos países, de hecho, habiendo firmado el Acuerdo sobre el Establecimiento de Cooperación de Estados Independientes el 8 de diciembre de 1991, ya han reconocido la integridad territorial del otro y han aceptado que no tienen reclamos territoriales entre sí”.
Pero además, Mirzoyan se refirió a un punto clave de este proceso negociador que es el estatus futuro de Artsaj. Mientras desde hace casi un año y medio, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, el canciller Bayramov y otros funcionarios sostienen que el conflicto ya está resuelto, Armenia insiste en que no lo está y que es preciso determinar el estatus permanente que tendrá Artsaj.
Sin cabos sueltos
“Cabe señalar que los puntos mencionados en la propuesta no reflejan completamente toda la agenda de los problemas existentes. Es fundamental para la parte armenia que los derechos y libertados de los armenios de Artsaj estén claramente garantizados y que finalmente se aclare el estatus de Nagorno Karabaj”.
Y remarcó: “Para nosotros el conflicto de Nagorno Karabaj no es una cuestión territorial, sino una cuestión de derechos”.
Salvando las distancias, hay un notable parecido entre este argumento y el de Vladimir Putin al salir de en defensa de las regiones pro rusas de Ucrania oriental –Luhansk y Donetsk- pivoteando sobre los derechos de esa población.
En relación a los derechos de los armenios, Mirzoyan afirmó que el gobierno de Armenia “solicitó a la Copresidencia del Grupo de Minsk de la OSCE organizar negociaciones para la firma de un acuerdo de paz entre la República de Armenia y la República de Azerbaiyán sobre la base de la Carta de las Naciones Unidas, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Acta Final de Helsinki”.
Éste es un aspecto que Aliyev busca quitar de la mesa de negociaciones, intentando capitalizar los resultados del uso de la fuerza contra Artsaj y la población armenia, pero sin comprender que ningún tratado de paz puede ser duradero sobre la base de la imposición, sino que se requiere del consenso entre las partes.
Además, Aliyev y el gobierno de Azerbaiyán, tal vez por la matriz autoritaria que tienen, conspiran contra el principio fundamental de una negociación, que es que todos tienen que ceder algo o poner algo sobre mesa, para llevarse también algún beneficio del proceso.
Azerbaiyán no admite que Armenia no capituló, ni fue derrotada completamente, ni siquiera en el terreno militar. Armenia ya cedió territorios que estaban bajo su control al acordarse el cese el fuego, los azeríes sólo habían ingresado a dos regiones en el sur, pero no habían logrado perforar la resistencia armenia en el norte y en el este.
Doble discurso
Ahora llegó el momento de que Bakú muestre su voluntad de llegar a un acuerdo sincero y deje de lado la secular armenofobia, que emana desde las mismas entrañas del poder y permea a toda la sociedad.
Intentar imponer el “corredor Zangezur”, algo que sólo está en la imaginación de Ilham Aliyev y ni siquiera figura en el acuerdo del cese al fuego del 9 de noviembre de 2020, es sólo parte del relato azerbaiyano.
Mientras tanto, las tropas de Azerbaiyán, a instancias de su gobierno, siguen apelando al terror y a la política de limpieza étnica que anima desde hace décadas a los gobiernos de Bakú. Y además, sigue sin liberar a todos los prisioneros de guerra, y continúan avanzando con juicios penales ilegales a los prisioneros, en algunos casos con condenas de 15 y hasta 20 años de prisión.
Hoy la estrategia es literalmente “hincharle las pelotas” a los armenios, por todos los medios posibles, para que se harten y abandonen Artsaj. Así, en las últimas semanas hubo órdenes ilegales de salir de la región, disparos con artillería pesada y armas de grueso contra la población civil en localidades de Askeran y Martuní, y hasta la rotura -tal vez intencional- del único gasoducto que lleva energía a Artsaj, en una zona bajo control azerí en momentos en que hay temperaturas bajo cero.
No parece ser la mejor muestra de buena voluntad negociadora. Entre tanto, el pasado jueves 17 de marzo, la Defensora de los Derechos Humanos de Armenia, Kristiné Gevorgyan, aseguró que “durante este período, hubo problemas con el corte de gas en condiciones de clima tan frío. El hecho de que Azerbaiyán no permitiera la reparación del gasoducto dañado es otra prueba de que se trata de una política deliberada. El objetivo es claro: limpieza étnica de Artsaj, expulsión de los armenios”.
Y consultada sobre si en estas condiciones es posible alcanzar la paz con Azerbaiyán, la funcionaria fue categórica: “Por el momento, debemos tener en cuenta que los eventos de al menos las últimas dos semanas, las escaladas, incluidas las tensiones humanitarias, muestran que no hay un entorno y acciones directas para las conversaciones de paz y, por decirlo suavemente, éstas no son sinceras por parte de Azerbaiyán”.
Carlos Boyadjian
Periodista
coboyadjian@yahoo.com.ar