Hagop Tabakian: "Si Pashinyan continúa la profundización de este rumbo, nos llevará a un camino de sometimiento muy grave"

13 de julio de 2022

El representante de la Federación Revolucionaria Armenia (FRA – Tashnagtsutiún) de Sudamérica, Hagop Tabakian, brindó una entrevista a Diario ARMENIA sobre la actualidad de Armenia y el contexto del conflicto de Artsaj (Nagorno Karabaj).

—¿Cómo ves la situación en Armenia y por qué creés que se llegó a esta situación?

—Armenia pasó por un período de turbulencias internas, de acomodamiento en el sistema de poder y no de trasparencia ni de transformación como suponían algunos, un escenario que era impulsado por necesidades de la propia sociedad, sí, pero que también fue respaldado por intereses externos, posiblemente. Los acontecimientos, los hechos, los resultados de ellos, la conducta del Gobierno durante todo este proceso nos hace estar más seguros de ello.

Luego entramos en una de las etapas más negras de la historia contemporánea de Armenia, Artsaj y de la diáspora.

La guerra, las malas decisiones antes, durante y posterior a ella, la debilidad de un Gobierno en su imagen, en su posición frente a los interlocutores externos, un Gobierno que se sostiene en la conducción como sea, y ese como sea sigue condicionando los destinos de Armenia y de Artsaj. Sin embargo, el deterioro es notorio: lo que antes era supuestamente esperanza en aquel 2018 quedó muy atrás.

Este Gobierno se aferra a través de medidas graves, un endurecimiento de su accionar en la calle por vías represivas ante las protestas o manifestaciones y el abuso de poder que se traduce en persecuciones políticas o destituciones de cargos parlamentarios ante la discrepancia. La pregunta es, ante tantos inconvenientes, ¿cómo sigue, quién o qué intereses lo sostiene?

Hay una foto de la actualidad que también quiero comentar, donde se nos presenta una Armenia con cierto nivel de consumo, movimiento comercial, un posicionamiento de su moneda, que supone cierta mejora en una visión superficial. La situación regional derivada del conflicto entre Ucrania y Rusia genera cierta movilidad hacia Armenia impactando en el mercado interno y esto crea una burbuja que a los ojos de ciudadanos y visitantes supone señales positivas. Sabemos cómo estos espejismos económicos (inducidos en forma intencional o no) vienen a tapar una crisis política muy seria.

Y preocupa la situación política no solo por la conducción y su calidad, sino porque ninguna de las decisiones que se toman son acordes a los intereses reales para Armenia y Artsaj. El Gobierno de Nikol Pashinyan, tras vestirse de un símil revolucionario y asegurar que traería días de justicia social al pueblo armenio, solo se quedó en promesas que rápidamente se convirtieron en puja de intereses en el poder. Hoy ya se lo puede considerar como uno de los Gobiernos más frágiles desde 1991 con respecto a defender los intereses nacionales, el de los más permeables a las presiones externas. Si continúa la profundización de este rumbo, nos llevará a un camino de sometimiento muy grave.

—Concretamente ¿cuál es el peligro?

—En realidad, estamos en peligro desde hace mucho tiempo y el desarrollo de esta política que propone sostener este rumbo nos acerca a un nivel de asfixia. Fronteras vulnerables, fronteras en discusión (sean de Armenia o de Artsaj), habitantes en Armenia y en Artsaj que no tienen garantizada su seguridad, acostumbrarnos a todos los armenios del mundo a esto, es estar en peligro.

No tener una política exterior (o tener una política funcional a interés azeríes y turcos) es grave. No haber hecho una evaluación post guerra es grave. Seguir con la conducción de quien no pudo resolver ninguno de los problemas que se presentaron y se presentan es grave. Armenia sigue como si nada le haya pasado y eso no es normal, perdimos más de 5.000 hombres, otros tantos quedaron dañados por heridas físicas o psicológicas. Familias destruidas, falta de viviendas por los territorios perdidos… ¿dónde se evalúa esto? ¿Cómo se combate esta crisis? ¿El consumo es la respuesta? ¿O solo es un salvoconducto para las aspiraciones de Pashinyan y quienes lo respaldan para seguir por este camino?

Armenia debería entender esta crisis donde está estancada y afrontarla. Convocar a especialistas, a representantes tanto del oficialismo como de la oposición y que ante esta situación evalúen alternativas, luego se encuentren y establezcan pasos a seguir. Lejos de suceder esto, el Gobierno de Pashinyan propone más fragmentación, posturas autoritarias (intentos de copiar a los Gobiernos de Ilham Aliyev y Recep Tayyip Erdogan quienes destruyen el diálogo y a la oposición) esto pasos seguramente nos trasladen a escenarios peores.

Es necesario entender la dimensión el nivel de esta crisis, donde durante aproximadamente por dos meses todos los días las calles se colmaron de hombres mujeres y niños marcándole a este Gobierno que había pasado una línea roja imposible de soportar y sostener, y que continuar así prometen daños irreversibles para Armenia y Artsaj, para los armenios todos.

—¿Qué solución proponen y qué posibilidades hay de que se concreten?

—La alternativa que presenta el Primer Ministro es una paz y prosperidad agarrada con alfileres. Ya que supuestamente el sacrificio hecho por el pueblo armenio era para un cambio de época. Que Artsaj era la carga que no permitía a Armenia progresar. La realidad demuestra que Azerbaiyán y Turquía solo buscan arrasar con los armenios de la región, estén en Artsaj o en Armenia, o someterlos con Gobiernos sumisos. Azerbaiyán continúa agrediendo verbal y militarmente a los armenios sin ningún tipo de arbitrio de organismos internacionales ni Estados, sean de la región o no. Azerbaiyán sigue violando la integridad territorial de Armenia y continúa incumpliendo el cese de fuego acordado en territorios de Artsaj. El nivel de impunidad es increíble y alarmante. Por todo ello es necesario un cambio de rumbo en el Gobierno de Armenia.

La alternativa es la renuncia del Primer Ministro, cambiar esta política derrotista, llamar a la unidad nacional, armar una comisión de emergencia que inmediatamente convoque al trabajo de especialistas que evalúen los aspectos que urgen en ser tratados y se tome un rumbo diplomático internacional conveniente para Armenia y Artsaj, tratar como se debe la seguridad de las fronteras y la seguridad de los habitantes de todas las regiones en riesgo.

Todo este proceso debe trabajarse sobre consensos y decisiones democráticas para abordar una transición en referencia a la conducción en Armenia.

Hemos sido críticos en cada momento y de cada Gobierno en Armenia dejando coaliciones políticas cada vez que entendíamos que estaban en riesgo aquellos valores supremos por sobre cuestiones políticas. El valor del interés nacional y lo que afecte o ponga en riesgo ello es el límite para la FRA. Y sobre esta lógica debe analizarse cada paso dado y no dar lugar a ningunas otras especulaciones.

La Alianza Armenia con otras fuerzas de la oposición tienen para la FRA un solo único objetivo, y conociendo cuales eran los riesgos que se corrían ante la crítica facilista que nos metían en lo hecho dentro de los 30 años anteriores y no haciendo foco en este descalabro actual. El único objetivo fue y será lograr que este Gobierno deje de dañar el futuro de Armenia. El daño hecho es enorme y su continuidad es un riesgo aún mayor.

La región se está acostumbrando a Gobiernos autócratas, dictadores que utilizan las urnas para legitimar un poder que en realidad se alimenta de otras fuentes. Nikol profundiza en aplicar esta fórmula queriendo hacer desaparecer a la oposición de la Asamblea Nacional, de los medios de comunicación, de las calles, de las redes sociales y hasta de la diáspora.

—¿Cuál es la postura sobre la normalización de las relaciones diplomáticas con Turquía?

—Claramente Armenia necesita cambiar su política exterior y es comprensible que la receta no sea cerrarse a los vínculos con los países limítrofes o con todos los otros, esa no es una buena opción. En el caso específico con Turquía, Armenia debe poder plantear cuáles son las bases sobre las que podría iniciar estas relaciones.

Entre Turquía, Armenia y los armenios han sucedido demasiadas cosas graves, entre ellas un Genocidio y una guerra a la que Turquía alentó y asistió política y militarmente a Azerbaiyán; un bloqueo en la frontera y en las relaciones boicoteando una solución pacifica en el conflicto de Artsaj; políticas negacionistas y anti armenias permanentes en todo el mundo.

No estamos hablando todavía de otros aspectos que ameritan a tener en cuenta en un comienzo de negociaciones y apertura de frontera, ante dos países distintos en peso específico. Nada de esto está sucediendo, y el Gobierno de Armenia como todo lo que resuelve en estos últimos tiempos, no hace foco en sus intereses y sigue una corriente que no le es nada favorable. Si se inician estas relaciones con Turquía o con quien sea, debe ser beneficiosas para ambas partes, y este parece no ser el caso.

—¿Qué puede hacer la diáspora, más específicamente la comunidad armenia de Sudamérica?

—En la diáspora debemos continuar apoyando a Armenia y a Artsaj. Este triangulo debe fortalecerse, más aún en este período de posguerra que es uno de los más delicados. Turquía y Azerbaiyán proponen seguir presionando en la región del Cáucaso y asfixiando a Armenia en las decisiones políticas que ella tome. El mundo está concentrado en otras cuestiones, como lo sucedido durante la pandemia, cuando Azerbaiyán y Turquía atacaron impunemente a Artsaj, y hoy la guerra en Ucrania es otra vez un escenario preocupante para los intereses armenios.

A su vez, en los distintos puntos del globo donde la diáspora armenia se concentra, Turquía y Azerbaiyán también tiene planificado aplicar su influencia. En general los gobernantes de dichos Estados buscan lavar la imagen autoritaria y la política de expansión que ambicionan sobre el Cáucaso sur y hasta Europa y África.

En Sudamérica sabemos de estas acciones y estrategias que utilizan. Debemos estar atentos a cómo buscan filtrar las presiones sobre la Causa Armenia, cómo buscan imponer su política negacionista disfrazándola con promesas de inversión y cooperación con los Gobiernos de nuestras latitudes. El claro ejemplo de esto fue la visita del canciller de Turquía al Uruguay y sus gestos racistas y xenófobos.

Todas las visitas de funcionarios sean azeríes o turcos tienen como propósitos dos puntos: el resquebrajamiento de la relación Armenia - diáspora (las nuevas relaciones diplomáticas entre Armenia y Turquía quieren acallar años de trabajo en materia de reconocimiento sobre el genocidio sufrido por el pueblo armenio y la reparación necesaria) y debilitar la influencia positiva que tracciona la diáspora hacia Armenia.

Entendemos claramente que es una nueva etapa de la lucha por la Causa Armenia. Conociendo esta realidad y comprendiéndola en la diáspora debemos combatir estos nuevos desafíos.

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