Una nación de refugiados huyendo del sable (o la artillería) de Bakú
Desde los tártaros de fines del siglo XIX hasta los comunistas azeríes, llegando a la limpieza étnica de Ilham Aliyev, Azerbaiyán fue y es una verdadera usina de refugiados armenios. Un cambio de estrategia en Ereván.
Los gobiernos de Armenia y de Artsaj ya hablan sin eufemismos y ante los presidentes, cancilleres o altos funcionarios de las naciones más poderosas del planeta sobre la amenaza latente de limpieza étnica en Artsaj, por parte del régimen dictatorial de Azerbaiyán.
Pero tan importante como denunciar los hechos presentes y advertir sobre las consecuencias que tiene para los armenios la forzada “neutralidad”, tanto de Occidente, con Estados Unidos y la Unión Europea a la cabeza, como de la Rusia de Vladimir Putin, el garante de la paz en Artsaj, es recordarle a la comunidad internacional que el odio de turcos y azeríes hacia Armenia y los armenios no es algo nuevo.
Todavía hay quienes creen que el genocidio armenio de 1915-1923 fue obra de unos lunáticos asesinos, integrantes del triunvirato del Comité Unión y Progreso (CUP), que pasó a la historia como el gobierno reformista de los tres Pashás (Talaat, Enver y Djemal).
Nada más lejos de la realidad. Ellos apenas fueron el emergente político en un escenario histórico que pareció indicarles, en su mangrullo ideológico y racista, que era el momento de deshacerse de los armenios para siempre, arrasar con su cultura, sus bienes y propiedades y quedarse con sus tierras.
Porque, a no engañarse, ése fue el objetivo de la “Solución Final” a la Otomana de fines del siglo XIX y principios del XX en las tierras ancestrales de la Armenia Histórica, que hoy constituyen cerca de un 40% del territorio de la República de Turquía.
Y en ese juego siniestro de aniquilamiento de una nación entera, los azeríes fueron mano de obra barata, inculta y brutal de los objetivos supremos del panturquismo.
Una jugada clave
Aunque pasó de alguna manera desapercibido, la semana pasada tuvo lugar en Armenia un hecho político trascendental. El complejo deportivo y de conciertos Karen Demirchyan (Hamalir) de Ereván fue escenario de la conferencia “Antiguos y nuevos refugiados de la agresión de Azerbaiyán: pasado, presente y futuro”.
Fue la primera vez que académicos, intelectuales y periodistas debatieron acerca de un tema que atraviesa la historia moderna de Armenia.
Desde la masacre de Shushí en 1905, pasando por las encarnizadas luchas por el control de Najicheván, que en 1920 quedó vaciada de armenios en un injusto triunfo de la política de limpieza ética azerí, siguiendo por los pogromos de Sumgait, Bakú y Kirovabad en las postrimerías del régimen soviético, y llegando hasta la Guerra de los 44 días, todos y cada uno de los actos azeríes que a diario vemos en los portales y las redes sociales tienden a borrar los vestigios de presencia armenia en Artsaj.
El encuentro tuvo lugar el pasado 29 de abril y sirvió para la presentación pública de una declaración que recoge todos los antecedentes de incitación al odio por parte de Azerbaiyán, de ataques arteros contra los armenios, la emigración forzada por persecuciones o directamente por el ataque a sangre y fuego como viene ocurriendo desde el 27 de septiembre de 2020, cuando comenzó la segunda guerra de Artsaj.
Entre los considerados los representantes de las organizaciones no gubernamentales involucradas en la problemática de los refugiados, sostienen que “desde la fundación en 1918 del Azerbaiyán democrático, la República Socialista Soviética de Azerbaiyán y la actual República de Azerbaiyán han llevado a cabo y llevan a cabo una política xenófoba, especialmente de odio a los armenios, racista, cuyo objetivo es expulsar a los antepasados de sus patrias ancestrales, hogares nativos, o en el acto, destruir a cientos de miles de nuestros compatriotas”.
También pusieron el acento en el accionar de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán entre 1988-1991 y en 1992 con las “acciones genocidas fomentadas por el Estado en la República de Azerbaiyán (pogromos armenios en Sumgait, Bakú, Kirovabad, deportación forzosa de armenios del norte de Karabaj acompañadas de pogromos), que no han sido objeto de ninguna investigación judicial”.
Herida abierta
También se refirieron a los sucesos de los últimos años y en especial a las presiones sobre la población de Arstaj a partir de 2020, con las noticias de público conocimiento y el no respeto al acuerdo tripartito de cese el fuego, firmado por los presidentes de Rusia, Azerbaiyán y el primer ministro de Armenia del 9 de noviembre de ese año.
Esto es particularmente notorio en la no implementación del punto 7 de la declaración, que establece el “retorno de los desplazados internos y refugiados al territorio de Nagorno-Karabaj y regiones limítrofes bajo el control de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados”.
En ese sentido, las organizaciones denuncian que “las autoridades de Azerbaiyán lo están implementando unilateralmente”. De esta manera, los refugiados armenios son abandonados a su suerte, asentados con personas de identidad y origen desconocidos y sin ningún control, lo cual constituye un peligro potencial de agresiones futuras.
Al respecto, durante el encuentro se hizo un llamamiento al gobierno de Nikol Pashinyan a ocuparse de los asuntos de los refugiados, y piden la elaboración de un proyecto de estrategia de política estatal o nacional, que aborde los problemas de los refugiados armenios, presentado al público para su discusión.
También instó a los compatriotas refugiados de Azerbaiyán, Artsaj y Najicheván en diferentes momentos de la historia y a sus descendientes, a participar de esta iniciativa y visibilizar el tema, junto a las autoridades de Artsaj, que deben velar por los intereses y la situación de las personas desplazadas.
Por último, llaman a las organizaciones internacionales, como el Consejo de Seguridad de la ONU, la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), las autoridades de los países que copresiden la OSCE Minsk (Rusia, Estados Unidos y Francia), los jefes de las misiones diplomáticas acreditadas en Armenia, “para que apoyen la solución de los problemas planteados por nosotros y para involucrarnos en una cooperación efectiva en ese contexto”.
La importancia estratégica del tema de los refugiados en la arena internacional es un aspecto clave en la resolución definitiva del conflicto de Artsaj.
Y desde el gobierno y la sociedad civil de Armenia se está dando un paso importante en la defensa de los intereses nacionales frente al discurso falso, mentiroso y tendencioso del gobierno de Bakú, en relación al derecho de los armenios de Artsaj a vivir en sus tierras ancestrales y a la autodeterminación y la defensa de su identidad nacional.
Carlos Boyadjian
Periodista
coboyadjian@yahoo.com.ar