Ilham Aliyev, el fascista que cree que el mundo aún está en el siglo XIX
El presidente azerí intenta justificar un nuevo genocidio en Artsaj con un increíble argumento. Tendría que saber que hoy las dictaduras deben dar cuentas de sus actos y que los armenios de todo el mundo no permitirán un nuevo Talaat Pashá.
El pueblo armenio es el único en la historia contemporánea en ser víctima de dos genocidios en poco más de un siglo. Ningún otro caso se le parece, con la particularidad, además, de que en ambos casos el perpetrador es el mismo (o casi).
La mentalidad genocida del sultanato del Imperio Otomano de fines del siglo XIX, los supuestos reformistas y occidentalistas del gobierno de los Jóvenes Turcos a principios del siglo XX, las fuerzas kemalistas de la incipiente República de Turquía, hoy rebautizada Türkiye bajo el influjo neo imperial del presidente Recep Tayyip Erdoğan, anidaron el huevo de la serpiente en Bakú, y hoy la bestia está suelta.
El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev es una reencarnación de sus antepasados turco-otomanos, según las declaraciones públicas del propio presidente azerí y de Erdoğan, y está llevando adelante un nuevo genocidio contra el pueblo armenio, en esta ocasión los 120.000 habitantes de Artsaj.
Así lo dejó en claro esta semana el ex fiscal general de la Corte Penal Internacional (CPI) con sede en La Haya, el jurista argentino y ex fiscal adjunto en el juicio a las Juntas Militares de la dictadura 1976-83 en Argentina, Luis Moreno Ocampo.
"El bloqueo del Corredor de Lachín por parte de las fuerzas de seguridad de Azerbaiyán que impide el acceso a alimentos, suministros médicos y otros elementos esenciales debe considerarse un genocidio en virtud del artículo II, (c) de la Convención sobre Genocidio: 'Imponer deliberadamente al grupo condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física'. No hay crematorios y no hay ataques con machetes. El hambre es el arma invisible del genocidio. Sin un cambio dramático inmediato, este grupo de armenios será destruido en unas pocas semanas", señala el informe elaborado por Moreno Ocampo tras un pedido del gobierno de Artsaj.
Aliyev lo confesó
En otro párrafo se refiere a la actitud del mandatario azerí, quien decide personalmente cada cosa que pasa en su país. El presidente Ilham Aliyev "bloqueó deliberadamente la provisión de elementos esenciales para la vida de los armenios que viven en Nagorno Karabaj", al tiempo que "desobedeció abiertamente las órdenes específicas de la Corte Internacional de Justicia" de abrir el corredor de Lachín, permitiendo el libre tránsito de personas y mercaderías en ambos sentidos.
Tras aclarar que en Artsaj “hay un genocidio en curso”, Moreno Ocampo se refiere a las argumentaciones de Aliyev sobre el bloqueo total del Corredor Lachín en una entrevista que dio al canal Euronews el 1 de agosto de 2023.
Fue dos días después de que Moreno Ocampo le escribiera al presidente azerí, aludiendo al informe que estaba preparando, el costo del bloqueo y la comisión del delito de genocidio, y dándole la oportunidad de dar su versión de los hechos. No hubo respuesta.
En la entrevista Aliyev admitió que el bloqueo y la “hambruna de 120.000 personas” es una política oficial, pero señala que es la respuesta del Estado azerí para controlar el “contrabando de cigarrillos, iPhones y minerales”, que en su relato autoconstruido entraban a través vehículos del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
Acto seguido Moreno Ocampo enfatizó: “En la entrevista, el presidente Aliyev declaró su motivo, que es ‘poner fin al separatismo’. Dijo que ‘no está organizando una limpieza étnica’, pero propone que los armenios de Karabaj podrían vivir como una minoría en Azerbaiyán, ignorando la discriminación y el Genocidio, o tienen que irse”.
Y agregó: “Los perpetradores del genocidio intentan ocultar su intención genocida. Combatir tal encubrimiento es la razón de ser de la distinción explícita entre motivo e intención con respecto al genocidio”.
El plan genocida
Es claro que los pasos que dio el gobierno de Azerbaiyán respecto de Artsaj desde hace tres años, incluyendo la guerra de 44 días bajo la coordinación general de Turquía, que apoyó con equipamiento militar, soldados y la propia conducción de las acciones de ataque en el terreno, forman parte de un plan de eliminación física de los armenios de Artsaj, asimilación del territorio al control azerí y destrucción de todo vestigio de la milenaria presencia armenia en la región.
El último paso es el bloqueo total y la generación de una hambruna por falta de acceso al agua, alimentos, medicamentos, energía y combustible, a lo que se suman casi a diario disparos con armas de grueso calibre contra agricultores indefensos que trabajan en los campos. No vaya a ser cosa que cosechen algo de trigo para preparar pan.
La mente enfermiza de Ilham Aliyev no le permite comprender que el mundo actual es muy distinto al de fines del siglo XIX y principios del XX. Las masacres hamidianas y el genocidio de 1915-1923 fueron posibles, entre otros factores, gracias a la falta de compromiso de las principales potencias occidentales, como el Reino Unido, Francia, Italia, Estados Unidos, Alemania, en frenar a tiempo las matanzas.
También incidieron los negocios con el nuevo poder político y militar en Constantinopla-Estambul, emanado de la derrota otomana en la Primera Guerra Mundial, así como el petróleo de Medio Oriente y del mar Caspio, y la búsqueda de nuevos equilibrios geopolíticos en el Cáucaso sur tras la consolidación de la Unión Soviética como potencia regional.
El poder de los armenios
Hoy la situación es muy distinta, lo que permite a la República de Armenia, un estado independiente que no estaba hace un siglo, avanzar en varios sentidos en materia diplomática, incluidas las acciones ante la Corte Penal Internacional, apoyar el valiente informe de Moreno Ocampo que deja en claro que Azerbaiyán es un Estado que está cometiendo genocidio contra los armenios y que Aliyev es un criminal que tarde o temprano enfrentará los tribunales de justicia.
Con los parámetros y el statu quo de 1915 los armenios de Artsaj ya estarían todos muertos. Pero hoy existen instituciones supranacionales como la propia CPI, la Unión Europea o las Naciones Unidas, que se involucran, intentan mediar, envían observadores a la zona, etcétera.
Por el momento no han podido lograr un cambio radical en la situación, aunque sin dudas, la situación de los armenios de Artsaj, aunque por cierto es muy delicada, es mejor que la de los pobladores de una aldea armenia en el medio de la meseta de Anatolia en mayo o junio de 1915 o de Esmirna en 1922.
Pero hay, además, otros dos factores que inciden a favor de los armenios y sirven para combatir la megalomanía de Aliyev. Por un lado, con el genocidio de 1915 los turcos literalmente patearon un hormiguero, regaron de armenios los cinco continentes, y los sobrevivientes construyeron, en líneas generales, comunidades sólidas y comprometidas.
Esas comunidades son hoy las encargadas de denunciar, incluso a través de algunos personajes famosos con gran llegada mediática, las atrocidades cometidas por el gobierno de Bakú. Gestiones, lobby ante distintos gobiernos e instituciones y actos callejeros de difusión son un arma poderosa que en la actualidad se vuelve contra Azerbaiyán en su propósito genocida.
El otro factor es la tecnología. Hoy incluso en medio de un bloqueo criminal, los armenios de Artsaj pueden mostrar a través de las redes y los medios de comunicación lo que ocurre en la región.
Es cierto, que hay que combatir con datos precisos la propaganda de desinformación azerí contra los armenios, pero es un elemento que, nuevamente, no estaba presente durante las masacres de Abdul Hamid II, ni en las deportaciones y la marcha forzada al desierto ordenada por Talaat Pashá y sus secuaces, siguiendo el plan genocida diseñado por Behaeddin Shakir, ni cuando las hordas kemalistas atacaban y quemaban aldeas armenias en los años 20 del siglo pasado.
Y algo más. Hoy existe todo un cuerpo jurídico internacional que tipifica y penaliza el delito de genocidio (Convención sobre Genocidio y otros), los asesinatos en masa, la limpieza étnica y cualquier intento de borrar de la faz de la tierra a un grupo nacional para quedarse con su territorio como pretende el fascista Ilham Aliyev.
Carlos Boyadjian