La nueva aventura de Nikol Pashinyan
“Cualquier declaración del gobierno armenio crea una nueva realidad más riesgosa que la anterior”, opinó enfadado un ex diplomático de alto rango de la madre patria y el seguimiento diario de la política del Cáucaso confirma esta afirmación.
Cuesta entender como, luego de advertir sobre un inminente ataque de Azerbaiyán a Armenia, el primer ministro Nikol Pashinyan, anunció que la participación de Armenia en la Organización del Tratado de Seguridad Colectivo (OTSC), la alianza de seguridad militar que lidera Rusia, se encontraba congelada debido al incumplimiento de sus objetivos en el marco de las acciones armadas de Azerbaiyán.
La declaración realizada en una entrevista con la cadena de televisión France24 generó una ola de tensión en las relaciones entre Moscú y Ereván en el momento más peligroso y delicado para Armenia.
La respuesta de Sergei Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores ruso, no tardó en llegar: “Son valoraciones desagradecidas porque fue Rusia quien detuvo la guerra y podría haberla detenido mucho antes cuando los azerbaiyanos aún no habían tomado Shushí si no fuese por la negativa de Pashinyan”, reveló con la esperanza de que la política exterior de Armenia fuera más equilibrada.
Lo expresado por Primer Ministro armenio es el pretexto necesario que Ilham Aliyev estaba esperando para desatar una nueva guerra o invasión, algo que se viene advirtiendo cada vez con más fuerza y que ratificó el Servicio de Inteligencia de los EEUU en un informe que se conoció días atrás.
Es incompresible hablar del peligro de una nueva guerra y al mismo tiempo romper relaciones con el único sistema de seguridad real que tiene Armenia con todos sus vicios y deficiencias.
Después del ataque del 13 de febrero en Nerkin Hand, Armenia mostró su estado de indefensión y quedó a la vista también que las autoridades no tienen control sobre la situación en las fronteras estatales y, por las informaciones internas del ejército que se manejan, pareciera que no tienen ninguna intención en tenerlo.
Tras el anuncio del inminente ataque y luego de dar los primeros pasos hacia una retirada de la OTSC, Pashinyan comenzó a tomar acciones específicas poniendo en agenda a su estilo (con rumores o declaraciones confusas), la paulatina retirada del personal militar ruso de las fronteras, del aeropuerto internacional Zvartnots y hasta de la base militar en Gyumrí.
Sin tener garantías claras de Occidente, Armenia está en un proceso de cambio de socio como proveedor de seguridad, algo que, en este momento crucial, está generando una oportunidad sin igual para los enemigos de siempre, quienes están al acecho desde hace más de un siglo.
Es más que evidente que Armenia no tiene los recursos necesarios para su efectiva defensa ante un eventual ataque desde el este o el oeste y en lugar de hacer todo lo posible para fortalecer sus capacidades defensivas y prepararse para ese anuncio de nueva guerra que pone en pánico a la población, Pashinyan los priva del apoyo de Rusia.
La diversificación en la seguridad exterior debería hacerse agregando más recursos y no reemplazando los existentes. El pronunciado espíritu anti ruso, del que el gobierno hace gala cada vez con mayor intensidad, no sólo está intentando suplantar a una súper potencia económica y militar sino que está generando su enemistad, lo que agrava el asunto y agrega una nueva fuente de tensión.
Ante este panorama de debilidad militar de Ereván, sumado al distanciamiento creado con Moscú, Bakú aprovecha la situación y sigue exigiendo más: a los pocos días de las declaraciones de Pashinyan, el viceprimer ministro de Azerbaiyán, Shahin Mustafayev, exigió la liberación inmediata de cuatro aldeas del noreste, en la región de Tavush, que según Bakú están ocupadas por Armenia.
Como no podía ser de otra manera, Nikol Pashinyan cedió enseguida a las demandas de Bakú y afirmó que Armenia no debía tener ambiciones más allá de su territorio y sus fronteras, y declaró que esas aldeas nunca pertenecieron al territorio armenio. El Primer Ministro mostró un mapa troquelado sin Artsaj y dijo risueño: “Este es el territorio de la República de Armenia y no tendremos ningún territorio fuera de estas fronteras. Lo que está afuera no es nuestro”.
En un artículo publicado en este diario en noviembre de 2021 titulado “Con prisa, sin pausa, van cumpliendo con sus objetivos”, Ricardo Yerganian, ex director de Diario ARMENIA, anticipaba -un año después de la guerra de Artsaj- que Azerbaiyán tenía en la mira ocupar zonas estratégicas y rutas fronterizas ubicadas en la región norteña de Tavush, en especial Voskepar, justamente una de las aldeas que Pashinyan ahora planea entregar a Azerbaiyán.
En aquella nota que vale la pena volver a leer, se aseguraba que con la ocupación de esta zona fronteriza y de rutas interestatales que unen Armenia con Georgia en el norte, y Armenia con Irán en el sur, se buscaba convertir a Armenia en un enclave bajo control del enemigo, que el gobierno de Pashinyan utilizaría como excusa para ceder el corredor de Syunik a Azerbaiyán y obtener "a cambio" el acceso a Irán y a Rusia a través de Azerbaiyán.
En el mismo sentido el diputado Garnik Dsanielyan, del bloque "Hayastan" de la Asamblea Nacional visitó Voskepar el lunes pasado. El legislador presentó desde el lugar las devastadoras consecuencias para el país en caso de que se efectivice la entrega de las cuatro aldeas reclamadas, “lo que transformaría a toda Armenia en un enclave de Azerbaiyán”, dijo.
Dsanielyan explica que la línea defensiva construida en Tavush en los años 90 será destruida y que el enemigo aparecerá por la retaguardia. Explicó que las tropas azerbaiyanas se desplegarán muy cerca de los asentamientos armenios donde hay escuelas, guarderías e instituciones estatales con los riesgos que ello implica. Los soldados azerbaiyanos estarán estacionados en cinco puntos de la carretera Armenia-Georgia lo que hará imposible el mantenimiento y complicaría la circulación de la carretera interestatal. También hizo referencia a que el gasoducto que alimenta a Armenia, y que pasa por Voskepar, quedará bajo el control de Azerbaiyán.
Ereván cayó en una trampa geopolítica. Como opina más de un analista, se convirtió en una herramienta de Occidente que intenta ampliar el frente anti ruso. Este acercamiento repentino preocupa a Irán, el aliado clave, y lo pone en máxima alerta. Teherán sospecha que se está preparando un terreno fértil para una acción militar directa en su contra después de expulsar a Rusia de la región.
Armenia se convirtió en un campo de conflicto de intereses extranjeros de todo tipo sin que a nadie le preocupe realmente su destino. El país es víctima de un gobierno perdido que se aferra irracionalmente al poder en lugar de dar un paso al costado para salvar lo que queda de soberanía nacional.
Pablo Kendikian
Director de Diario ARMENIA