Eduardo Costanian: “Hablar de Artsaj en Armenia es complicado hoy”
Eduardo Costanian, representante del Fondo Armenia, visitó Armenia en agosto para participar de la inauguración del proyecto de la Casa de la Juventud (Armenia Creative Art Studios - ACAS) en Verishen, Goris, un proyecto que se realizó gracias al apoyo de la comunidad armenia de Argentina. En diálogo con Diario ARMENIA, se refirió a los proyectos del Fondo Armenia y brindó su visión de la actualidad del país.
—Contanos sobre la inauguración de la Casa de la Juventud en Verishen.
—El Centro Juvenil fue una iniciativa que se comenzó a financiar hace unos años. El dinero se recaudó gracias a donaciones, con la colaboración de Fondo Armenia y UNICEF. El centro se fue construyendo y renovando durante estos años, y la inauguración oficial se realizó el 15 de agosto. Yo estuve presente representando a Fondo Armenia de Argentina, junto con el Embajador argentino, la representante de UNICEF y otras organizaciones sin fines de lucro.
UNICEF en Armenia tiene una organización admirable. Son personas muy comprometidas, la mayoría de Europa, que siguen objetivos claros para que se cumplan los proyectos. Además, trabajan en conjunto con Fondo Armenia de Francia y Fondo Armenia de Argentina para la reconstrucción de viviendas para personas desplazadas. Es un esfuerzo conjunto en el que se otorgan entre 8.000 y 12.500 dólares para reconstruir casas que, tras 10 años, pasan a ser propiedad de las familias que las habitan.
—¿Y cómo es la participación de los jóvenes en el Centro Juvenil?
—El Centro Juvenil es un lugar donde las mujeres trabajan en telares, confeccionando alfombras y chalinas de lana pura, que luego venden para generar ingresos. También hay bibliotecas, salas de proyección y salones donde los jóvenes se reúnen. La mayoría de los chicos que vi tenían entre 15 y 16 años. Es un espacio donde pueden desarrollarse, aprender y compartir.
Tuve la oportunidad de conocer a un ex voluntario de la guerra de 1992 al 1994 y en los enfrentamientos de 2016, que trabajaba ahora para UNICEF. Fue un encuentro muy emotivo, ya que esta persona había sido desplazada durante el conflicto y ahora estaba ayudando a otros en Armenia.
—¿Cómo fue la inauguración del Centro Juvenil? ¿Qué mensajes se destacaron durante el evento?
—En la inauguración habló Christine Weigand, representante de UNICEF en Armenia, sobre el trabajo que realizan en Armenia y el apoyo que brindan a las comunidades. También estuvo presente el embajador argentino, Rafael González Alemán, quien destacó la colaboración entre Argentina y Armenia en estos proyectos.
Cuando me tocó hablar, me dirigí principalmente a los jóvenes. Quise transmitirles que la diáspora armenia siempre piensa en ellos, que no pierdan la esperanza. Los jóvenes son el futuro, y es en ellos donde debemos enfocarnos. Les expliqué que desde Argentina siempre estamos dispuestos a colaborar y que nuestro vínculo con Armenia es muy fuerte.
—Contanos sobre el proyecto de los invernaderos.
—El proyecto de los invernaderos es fundamental para las comunidades rurales. Cada invernadero cuesta entre 3.000 y 4.000 dólares, y se instala en terrenos familiares donde las personas pueden cultivar todo tipo de vegetales: pepinos, morrones, berenjenas, lechugas, entre otros. El 70% de las personas que tienen estos invernaderos comen de lo que producen, y muchos también hacen encurtidos que luego venden en el mercado local.
Fui a visitar uno de estos invernaderos como parte de un control semanal que realiza Fondo Armenia Francia. Es un proceso muy organizado, donde se verifica que los recursos se estén utilizando correctamente.
—Finalmente, ¿cómo ves la situación actual en Armenia desde tu experiencia reciente?
—Fui a ver al arzobispo Bagrat Galstanyan. Lo tienen amenazado, tuvo tres intentos de atentado. Yo ya lo conocía de 2015 con el hair surp Maghakia Amiryan. Galstanyan me dijo que no iba a pedir plata, que teníamos que mantener la comunidad y el lazo con Armenia. Pero sí pidió prensa para que la gente conozca lo que estaba haciendo el movimiento de Tavush. Van a seguir saliendo a la calle. El Veapar no está hablando mucho porque el Gobierno lo tiene amenazado con "carpetazos", pero lo apoya 100%.
Galstanyan conoce mucha gente de Latinoamérica y nos da la razón cuando decimos que queremos trabajar con Armenia y allá no somos recibidos. Por ejemplo, cuando vino el Canciller de Armenia a Argentina, no nos recibió. El Srpazan valora mucho el trabajo que hacemos nosotros en la comunidad no solo de mantener la comunidad sino el lazo que tenemos con Armenia.
Y sobre la situación de Armenia, económicamente Ereván creció. Hay un dólar bajo, tenés que tener mucho más dólares que antes para vivir. Los alquileres bajaron un poco porque no hay tantos rusos que se volvieron a Rusia o se fueron cualquier otra parte de Europa con pasaportes armenios. Hay muchos musulmanes visitando Armenia por turismo de India, Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Kuwait. Mucha gente que viene a pasear, a tomar alcohol, a los casinos, disfrutan de la vida que no pueden hacer en sus países por las prohibiciones religiosas.
Las 30-40 manzanas de Ereván son Hollywood. Ahora, cuando empezás a ir al interior la cosa no es tan brillante. Hay personas que no saben cómo van a ganar plata, cómo van a llegar a fin de mes. La gente subsiste, por eso los invernaderos que hace el Fondo Armenia le sirve a esa gente que está en ese lugar para que coma y viva.
Políticamente, bajó un poco la confianza que le tenía la gente a Nikol, yo no sé si hoy vuelve a ganar, tiene muchas chances de volver a ganar las elecciones pero no con el 70% de antes. El porcentaje que pierde es por el problema con Azerbaiyán y Turquía, mucha gente empieza ya a discutir del por qué quieren sacar el Ararat del escudo, cambiar el himno, cambiar la Constitución… vas al Vernissage, que es el parámetro, y no ves banderas de Artsaj. Hablar de Artsaj en Armenia es complicado hoy, es una mala palabra.