De la guerra a los Juegos Paralímpicos

24 de octubre de 2024

En este impactante reportaje gráfico, la fotoperiodista Julie Imbert nos sumerge en el dolor y la fuerza de los soldados que lucha por reconstruir sus vidas tras sufrir las devastadoras secuelas de la Guerra de los 44 días con Azerbaiyán.
A través de sus conmovedoras imágenes, Imbert captura la crudeza de las heridas visibles e invisibles, revelando no solo el sufrimiento, sino también la resiliencia y el espíritu indomable de quienes se enfrentan al desafío de seguir adelante a pesar de haber sido heridos o amputados. Muchos de estos soldados participaron en los Juegos Paralímpicos de París 2024, demostrando que su valentía no tiene límites. También está el caso de Greta, con las secuelas del terrible terremoto que azotó Gyumrí en 1988.
Un testimonio visual sobre el poder de la resistencia humana frente a la adversidad. Un ejemplo de superación.

La capital armenia se despierta lentamente y los dos heridos de guerra se ponen la ropa de deporte. Hoy no trabajan en la fábrica. «Me cortaron las piernas, no las alas», confiesa Smbat Karapetyan, 31 años, antes de ajustarse el casco y salir por una estrecha carretera nacional. Justo detrás de él, viene Arman Sargsyan, 40 años, también dañado por el conflicto contra Azerbaiyán. En Armenia, cada joven debe dedicar dos años al servicio militar, pero no todos regresan de las zonas de combate. En 2002, Arman fue herido en la columna vertebral; diez años después, una mina azerí le voló las piernas a Smbat.

Desde que crearon la primera Federación armenia de carrera en silla de ruedas, en mayo del 2022, los dos amigos se ejercitan intensamente. Sus siluetas se alejan creando sombras en el asfalto, Gevorg vigila a los automovilistas, dispuesto a advertir de la presencia de los atletas que apenas se distinguen. Los días de lluvia, se refugian en el local de la Asociación Pyunic, dedicada a las personas discapacitadas, donde una «sala de deportes» alberga algunas máquinas y guantes agujereados, testigos de la determinación de los dos cómplices. 

La luz naranja entra por la ventana y acaricia trofeos traídos del extranjero por los miembros de  Pyunic. Apenas salido del país de los sueños, Hakob Abrahamyan, fundador de la Asociación,  prepara el desayuno para sus protegidos. A veces, éstos vienen a entrenar acompañados por su familia, cuyo apoyo es imprescindible. «Cuando me casé con Smbat, él ya había perdido las dos piernas. El amor es más fuerte que todo... Me gustaría tener hijos con él, en cuanto nuestra situación económica nos lo permita», confiesa Ani.

Para hacer frente a la precariedad, Smbat multiplica las horas de trabajo en la fábrica y se aferra a sus sueños. Sabe que evolucionar en el mundo del deporte es una carrera de obstáculos. Sin embargo, su fe y su audacia lo impulsaron más allá de la capital armenia, permitiéndole ampliar su trayectoria como atleta en el Cáucaso y a escala internacional. Contra viento y marea, Arman y su mejor amigo lograron participar en los Campeonatos del Mundo de Paratletismo de París 2023, acompañados por dos lanzadores de peso, entre ellos el triple amputado Sargis Stepanyan, director de un prestigioso centro de rehabilitación en Ereván.

Aquel veterano entra en el estadio Charlety de París precedido por un atleta de anchos hombros y cuya camisa lleva la inscripción «Azerbaiyán»... ¿Se habrán encontrado antes, en el campo de batalla? El segundo lanzador de peso, Sargis Mkhitaryan, tampoco logra clasificarse. Como Smbat y Arman, contemplaron el podio por la pantalla gigante. El abismo que los separa de los demás atletas es considerable, ya que no benefician de condiciones óptimas para entrenar. Sólo Greta Vardanyan, especializada en halterofilia, se califica para los Juegos Paralímpicos de Verano.

Sin embargo, los hombres no se rinden: solicitan una «wild card», invitación a una competición para un equipo que no cumple todos los requisitos, y crean una campaña de recaudación de fondos por Internet, principalmente dirigida a la diáspora. Tras semanas de espera, Smbat recibe una respuesta positiva de parte del Comité Paralímpico Internacional, así como Sargis Stepanyan, nuevo campeón del mundo de para lucha de brazos. Desafortunadamente, Arman no logró obtener el precioso sésamo.

En la ceremonia inaugural del 28 de agosto de 2024, 4.400 atletas de 170 países desfilan por los Campos Elíseos y la plaza de la Concordia de París, bajo un cielo tan azul como la bandera argentina, que precedió a Armenia en las pantallas de televisión del mundo entero. En silla de ruedas desde que les fueron amputados los miembros inferiores, Smbat Karapetyan, Sarkis Stepanyan y Greta Vardanyan fueron calurosamente aplaudidos por el público.

«Es estupendo ver a un atleta armenio aquí, ¡podrá defender los colores de su patria!», se exclama Jean, 32 años, desde una de las colas de acceso al Estadio de Francia. El joven consulta en su smartphone la lista de los 7 atletas inscriptos en la carrera masculina de 100 metros, en la categoría T54, donde «T» significa «Track» (carrera o salto) y «54» indica la ausencia de uno o ambos miembros inferiores. Smbat Karapetyan se posiciona en el carril 7 de la pista morada. Ha cambiado sus ruedas por las de Arman, ofrecidas recientemente por el grupo de empresas Barry.

Frente a sus rivales de Australia, Camboya, China, Gambia, México y Tailandia, Smbat despega, cabizbajo, concentrado. Cruza la línea de meta en 16,98 segundos y termina sexto. Los seguidores armenios gritan tanto que una de las cámaras del Estadio de Francia empieza a filmar  las caras maquilladas de los niños junto a Robert Emmiyan y una muchedumbre de banderas armenias. Bajo la lluvia, también animan a Sargis Stepanyan por su lanzamiento de peso. Finalmente, el oficial queda octavo, imponiéndose por delante del atleta ruso Ivan Revenko, que ganaría la medalla de oro en lanzamiento de jabalina el 6 de septiembre.

Ese mismo día, Greta Vardanyan y su entrenador Gevorg Hovhannisyan suben juntos al escenario del Arena, Porte de La Chapelle, para la prueba de halterofilia (menos de 61 kg). Primero, la Gumretsi levanta 104 kilos. Algunos entrenadores gritan y escupen sin querer a los fotógrafos agazapados cerca de ellos. De las diez competidoras, pocas logran validar todos sus intentos. Greta es una de ellas, de hecho mejora constantemente su rendimiento (104 - 108 - 114 kilos) y establece una marca personal que la situa en sexto lugar.

Mientras ciertas rivales dejan escapar sus lágrimas, Greta está radiante. ¡Ha llegado tan lejos! «Tenía dos años cuando la tierra tembló en Gyumri. Perdí a mis padres, a mi hermana y a mis dos  piernas...», confiesa durante un paseo en silla de ruedas por los Campos Elíseos. Entra en una juguetería de paredes rosa caramelo y prosigue: «Ahora estoy casada y tengo dos hijas a las que quiero con todo mi corazón». Fuente de inspiración para muchos Armenios con discapacidad, el pequeño equipo de atletas paralímpicos siembra la esperanza en los caminos que recorre. En un momento en que los geopolíticos se preocupan por la supervivencia del primer Estado cristiano, sus supervivientes llevan en alto su antorcha y protegen la chispa de la vida.

Reportaje (texto y fotos) de Julie Imbert, miembro de la agencia francesa Hans Lucas.

Julie Imbert es una fotoperiodista nacida en Francia. Estudió creación literaria y enseñanza del francés como lengua extranjera mientras participaba en talleres de fotografía.
Publicó su primer reportaje en la revista española La Marea en 2019. Forma parte del colectivo de fotoperiodismo latinoamericano LATE y de la agencia francesa Hans Lucas. Sus relatos fotográficos viajan entre bibliotecas y museos, tales como el de las Américas (Auch) o el Instituto Cervantes.
En estos últimos años, documentó la resiliencia armenia y exploró el conflicto ruso-ucraniano. Actualmente en Colombia, está escribiendo una novela y armando nuevos reportajes.

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