El día que Messi fue usado por la propaganda azerbaiyana
Lionel Messi, ídolo mundial y para muchos el mejor futbolista de todos los tiempos, fue protagonista de un episodio que ilustra cómo los regímenes autoritarios utilizan figuras públicas para legitimar sus narrativas.
Durante una visita a Azerbaiyán, Messi, el uruguayo Luis Suárez, los españoles Jordi Alba y Sergi Busquets, todos del Inter de Miami, rindieron homenaje al expresidente azerbaiyano Heydar Aliyev en su mausoleo, depositando flores en su honor.
Lo que a primera vista pudo parecer un simple acto inocente escondía una profunda carga política y simbólica que la maquinaria propagandística de Azerbaiyán tenía calculada desde el principio y que, como era de esperar, explotaron al máximo.
Heydar Aliyev, no solo fue el hombre que gobernó Azerbaiyán durante décadas; también fue el arquitecto de políticas represivas que marcaron una era. Como exgeneral de la KGB y líder de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán (1969-1982), y luego como presidente de la república independiente (1993-2003), su gobierno estuvo asociado con la corrupción, el autoritarismo y la persecución de minorías. Bajo su mandato, estalló la primera guerra de Artsaj (Nagorno Karabaj) en 1991, conflicto que surgió por el derecho de los armenios de esa región a la autodeterminación, frente a una política de represión y asimilación forzada.
Hay que agregar, además, los pogromos contra armenios en Bakú, Sumgait y Kirovabad que impulsó bajo el mandato del “Gran Líder” a finales de los años 80. Acciones que sembraron el terror en la comunidad armenia que aún vivía en Azerbaiyán desde el Estado. Estos actos violentos, acompañados de una política de odio hacia los armenios, fueron el preludio de una guerra que dejó profundas cicatrices en la región.
El régimen actual, encabezado por Ilham Aliyev, hijo de Heydar, continuó esta política de opresión. Con un gobierno marcado por elecciones fraudulentas, represión de la prensa y violaciones sistemáticas de derechos humanos, Azerbaiyán desplegó una estrategia millonaria para mejorar su imagen internacional. Entre sus tácticas se encuentra la realización de la reciente Cumbre Mundial del Clima COP29, el uso de eventos deportivos como la carrera de Fórmula 1 en Bakú y la asociación con figuras de renombre, como Messi, para desviar la atención de su historial de abusos y crímenes de guerra.
En otro plano pero en la misma línea, hay que recordar también el sponsoreo de la camiseta del Atlético de Madrid, a cuyos jugadores y a Diego Simeone también llevaron por contrato a Bakú para rendir un tributo, y el fallido intento de aterrizar en el fútbol argentino a través de San Lorenzo y que malogró Matías Lammens con un rechazo ejemplar.
El uso de una figura como Lionel Messi en este contexto es deplorable y malicioso. Su presencia junto a sus compañeros en el mausoleo de Heydar Aliyev no fue una simple ceremonia; fue una acción propagandística de un régimen que busca blanquear su pasado y legitimar su presente.
El ídolo fue utilizado como instrumento de un sistema que busca proyectar una imagen de modernidad y estabilidad que está lejos de la realidad para quienes conocen la situación interna del país. No se trata de criticar al rosarino ni de cuestionar su decisión de participación en un evento de estas características. Sin embargo, este episodio nos recuerda que las figuras públicas tienen una influencia global que trasciende el deporte y, aunque no es su responsabilidad directa, sus acciones pueden ser interpretadas y usadas con fines políticos.
Años atrás, Turkish Airlines ya había utilizado la imagen del 10 junto a la de Kobe Bryant en una campaña que mezclaba hábilmente propaganda política con publicidad comercial.
La politización de esta visita se contradice con la imagen de un jugador que representa valores como el esfuerzo y la humildad, pero a su vez refuerza el culto a la personalidad de una familia que viene gobernado Azerbaiyán con mano de hierro desde hace más de cinco décadas.
Messi, un deportista admirado y respetado en todo el mundo, fue claramente utilizado en este episodio. Su gesto, sin duda bienintencionado, se convirtió en una herramienta más del aparato propagandístico azerbaiyano que busca ocultar su verdadera cara marcada por la violencia, la intolerancia, la armenofobia que incentiva y la flagrante violación a los derechos humanos más básicos.
Pablo Kendikian
Director de Diario ARMENIA