El futuro de Armenia en peligro
El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, dio un paso más en su retórica belicista al calificar a Armenia como “un Estado fascista” y una “amenaza para la región que debe ser destruida” en una entrevista televisiva. Sus declaraciones son un claro anticipo de sus intenciones de escalar las tensiones con su vecino.
Mientras Aliyev aumenta exponencialmente el presupuesto militar de Azerbaiyán y descarta la necesidad de firmar un tratado de paz, el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, responde con una tibieza alarmante y peligrosa limitándose a insistir en una agenda de paz que no va a llegar, ignorando la gravedad de las amenazas recibidas que muchos califican prácticamente como una declaración de guerra.
Es importante subrayar que la inclusión de las manifestaciones virulentas de Aliyev en esta nota, y en las noticias de Diario ARMENIA, no busca amplificar su retórica sino evidenciar la agresión directa que enfrenta Armenia y la falta de respuesta categórica por parte de su Gobierno. Comprender la narrativa del adversario es fundamental para dimensionar la amenaza real y señalar los peligros de mantener una postura que parece más complaciente que estratégica.
En una serie de declaraciones incendiarias, Aliyev afirmó que la carrera armamentista de Armenia los obliga a involucrar sus recursos financieros en cuestiones militares y advirtió que el armamento de Armenia representa “un nuevo peligro para el Cáucaso Meridional”. Sin presentar pruebas, aseguró también que los aliados de Armenia en Occidente estarían entregando armas de forma gratuita o bajo condiciones preferenciales, justificando así un aumento sin precedentes en el gasto militar azerbaiyano.
Más allá de la amenaza militar, Aliyev utilizó la entrevista para deslegitimar nuevamente la soberanía de Armenia al afirmar que su territorio es, en realidad, “tierra histórica habitada por azerbaiyanos”. Destacó su necesidad de abrir el "corredor de Zangezur" para conectar a Azerbaiyán con Turquía, y hasta insinuó una posible invasión si Armenia no cumple con esta exigencia. Envalentonado, dijo que “Armenia no debería actuar como una barrera geográfica entre Turquía y Azerbaiyán". Además, le exigió al primer ministro Nikol Pashinyan que reciba a la autodenominada "comunidad de Azerbaiyán occidental".
La primera respuesta de Pashinyan generó desconcierto y críticas por su falta de contundencia. “Quizás Azerbaiyán esté tratando de crear 'legitimidad' para una escalada en la región”, declaró con tibieza. En lugar de confrontar directamente las amenazas de Aliyev, el Primer Ministro armenio insistió en la necesidad de mantener un lenguaje de paz y continuar con el diálogo. Sobre las acusaciones de que Armenia era "un Estado fascista", Pashinyan consideró que se debe dejar constancia de que existe tal percepción sobre Armenia e invitó a “buscar cuál es la razón”.
Estas palabras oficiales parecen desconectadas de la realidad de una Armenia que enfrenta una amenaza existencial. Con Artsaj ya devastado, 120.000 desplazados y milicias azerbaiyanas ocupando territorios soberanos armenios, las manifestaciones de Aliyev no pueden ni deben ser ignoradas ni minimizadas.
En otras declaraciones, Pashinyan dio indicios de satisfacer otra de las exigencias de Aliyev al dejar abierta la posibilidad de aceptar la disolución del Grupo de Minsk de la OSCE que se había formado para resolver la cuestión de Artsaj. "Si Armenia reconoce a Karabaj como parte de Azerbaiyán y el Grupo de Minsk se formó para resolver la cuestión de Karabaj, ¿cuál es la necesidad de preservarlo?", sostiene Bakú. ¿Pueden decirme alguna de las demandas de Aliyev que Pashinyan no haya cumplido?, se preguntó una analista política de Ereván.
En paralelo, la Asamblea Nacional de Azerbaiyán (Milli Majlis) envió cartas a los Parlamentos del mundo en un intento de justificar una futura invasión azerbaiyana contra Armenia. El texto insiste en que Armenia habría llevado a cabo una limpieza étnica deliberada y se solicita a los parlamentarios que apoyen el regreso de los "azerbaiyanos occidentales" a sus supuestas tierras nativas (en referencia al actual territorio de Armenia), promoviendo así un discurso que distorsiona la historia y busca deslegitimar la existencia misma del Estado armenio. Lo cierto es que, preocupantemente, el tema está creciendo. Por otro lado y fiel a la estrategia espejo, acusa a Armenia de “violaciones sistemáticas” impulsadas por una ideología de “discriminación racial y nacionalismo radical”.
“El principal desafío de Armenia es la falta de liderazgo estratégico frente a las crecientes amenazas de Azerbaiyán que busca imponer condiciones inaceptables como el desarme, el asentamiento de 300.000 azerbaiyanos, el desmantelamiento del Grupo Minsk, la cesión de territorios, la redefinición de fronteras por nombrar solo algunas,”, subraya con razón el excanciller Vartan Oskanian en un artículo que publicamos. El diplomático afirma también que la política exterior del gobierno de Pashinyan siempre fue reactiva y carente de visión, lo que debilitó la posición internacional de Armenia y dejó al país “en una peligrosa vulnerabilidad”, algo que lamentablemente estamos viendo en la actualidad y que esta nota intenta remarcar.
En este contexto complejo de amenazas, Turquía también incrementa su postura agresiva en la región. El ministro de Relaciones Exteriores turco, Hakan Fidan, advirtió que Turquía no dudará en lanzar una operación militar contra la población kurda de las Unidades de Protección Popular (YPG) en Siria si estas no se desarman y abandonan el territorio. La retórica de Erdogan refuerza esta postura asegurando que Turquía está lista para actuar "en una noche" si lo considera necesario. Estas amenazas cruzadas podrían desatar una escalada de acciones en la región con consecuencias impredecibles. En este sentido, y según medios especializados, Israel no descarta un enfrentamiento con Turquía en territorio sirio.
Con Azerbaiyán intensificando su agresión contra Armenia y Turquía avanzando militarmente en Siria, la región enfrenta una desestabilización crítica. Las agendas expansionistas de ambos países, alineadas en sus objetivos geopolíticos, buscan redibujar el mapa regional a su favor aprovechando la confusión y la inacción de la comunidad internacional. Esta falta de respuesta global no solo perpetúa un entorno de impunidad, sino que también fortalece a quienes se benefician del caos generalizado y consolidan sus objetivos sin enfrentar consecuencias.
Pablo Kendikian
Director de Diario ARMENIA