Lucin y Elena, Elena y Lucin
En el transcurso de unas pocas semanas despedimos a Elena Dicranian y a Lucin Chorbadjian dos mujeres maravillosas, madres ejemplares y dirigentes comunitarias añorables por siempre.
Venían de distintas historias personales Lucin nacida en Alepo, Elena acá nomas en Palermo. Una traía consigo su bagaje de armenidad gestado en Medio Oriente, la otra a su armenidad moldeada en el barrio natal le sumaba su impronta porteña, pero ambas venían con la misma marca identitaria, ser hijas mujeres nacidas en hogares profundamente armenios donde la identidad era un bien intangible y no negociable que debe transmitirse de generación en generación y ambas lo lograron.
Formaron sus familias con amor y compromiso por el legado recibido, a Elena y Lucin las atrajo y unió HOM la institución benéfica, social y de socorro que desde su fundación en 1910 ha sabido estar donde debía, en Armenia, la diáspora, nuevamente en Armenia y Artsakh haciendo honor a su enaltecedor lema JOGHOVURTIS HED, JOGHOVURTIS HAMAR, desplegando su accionar con convicción y sin pausa.
Verlas trabajar y dirigir sin estridencias ni afán de protagonismo en los días posteriores al terremoto de diciembre de 1988 cuando toda la comunidad se puso de pie para socorrer a las víctimas de aquel desastre o cuando iniciada en 1991 la guerra en Artsakh HOM se puso a la cabeza de la movilización diasporica y contribuyendo en los logros de aquella gesta.
Lucin y Elena, fueron dos mujeres armenias ejemplares, con su don de gentes, bajo perfil y compromiso se supieron ganar el cariño y respeto de la comunidad. Sus figuras crecieron aun más cuando la Asociación Cultural Armenia fue atacada por una pandilla de armenios(??), funcionarios nacionales y provinciales con el fin de apropiarse de la misma, ellas junto a otras compañeras de HOM se mantuvieron firmes, insobornables y resultaron ser el respaldo moral más vigoroso que contribuyó a poner las cosas en su lugar.
Elena y Lucin, Lucin y Elena sin proponérselo y sin estridencias gestaron un modelo de madre y de homuhí ejemplar, lo lograron sin abandonar sus hogares, encontraron tiempo para involucrarse en la vida comunitaria, engrandecer a HOM y servir a su pueblo, un hermoso espejo donde hoy orgullosamente pueden mirarse quienes las suceden.
Mario Nalpatian