Adiós, querida Elena

Hace algunas semanas nos dejó para siempre una queridísima amiga tras largos años de compartir un vínculo sincero y generoso.

Cómo olvidar nuestros esperados encuentros, el mutuo apoyo ante las luces y sombras del camino de cada una. Cómo olvidar la pena de ir viendo el deterioro de su salud, Cómo aceptar que este sería el final.

Elena fue en vida una hija noble dedicada a su madre, a quien cuidó abnegadamente durante largos años, esposa, madre y abuela cariñosa, que supo transmitir a sus descendientes su profundo sentimiento de armenidad, sentimiento que la llevó a colaborar con distintas instituciones de nuestra comunidad, como por ejemplo HOM, en cuyas filas, y durante muchos años colaboró con esfuerzo y entusiasmo, y aún en su deteriorado estado de salud su espíritu inquieto y su sentido de la lealtad hicieron tenerla presente de una u otra forma.

La muerte como tramo final del milagro de la vida abre el camino de la trascendencia, porque nadie parte para siempre, si permanece en el corazón y en el recuerdo de quienes la amaron.

Elena, que Dios te tenga en la gloria.
Tus amigas de siempre.