¿Existe artsajfobia en Armenia?
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En los últimos tiempos, una preocupante tendencia fue cobrando fuerza en Armenia: la sistemática negación de Artsaj y todo lo que lo representa. Esta corriente, que se podría calificar como "artsajfobia", genera indignación en distintos sectores de la sociedad, especialmente entre los desplazados de Nagorno Karabaj y sus defensores. Episodios recientes ponen en evidencia esta situación y reavivan el debate sobre la posición oficial del gobierno de Nikol Pashinyan respecto al conflicto.
En primer lugar, un hecho simbólico alimentó la preocupación por la exclusión de Artsaj en la esfera pública: la retirada de la bandera de Artsaj del edificio de la Radio Pública de Armenia. El director ejecutivo de la emisora, Armen Koloyan, informó que la decisión fue tomada por iniciativa propia, aunque no ofreció mayores detalles sobre los motivos detrás de la medida.
A continuación, se destaca el caso de la marca armenia "Xaxalove", dedicada a la fabricación de rompecabezas. Anush Atajyan, directora del Centro de Desarrollo Infantil, denunció en redes sociales que la empresa le había solicitado la devolución de un lote de mapas de Armenia que incluían a Artsaj. Según relató, la compañía argumentó que "así lo habían ordenado". Aunque no se especificó quién dio la instrucción, la situación levantó interrogantes sobre la posible intervención de instituciones gubernamentales. El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología negó cualquier implicación dejando abierta la pregunta sobre quién tomó la decisión y con qué objetivo.
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Durante un encuentro con la prensa, el presidente de la Asamblea Nacional, Alen Simonyan protagonizó un cruce con la periodista artsají Anna Mekunts. En sus declaraciones, Simonyan sugirió que los habitantes de Artsaj "deberían haber luchado" contra la invasión azerbaiyana de septiembre de 2023 y no abandonar su tierra, en un intento de responsabilizar a las víctimas por su propia tragedia. Esta afirmación plagada de cinismo, generó indignación en Armenia y en la Diáspora. La reacción fue inmediata: diversas figuras políticas y organizaciones repudiaron sus palabras, entre ellas la FRA-Tashnagtsutiún y la Díócesis de Artsaj de la Iglesia Apostólica Armenia.
Cabe señalar que presidente de la Asamblea Nacional y otros altos funcionarios gubernamentales evitan nombrar a Artsaj por su denominación armenia, refiriéndose, en cambio, a la región como Nagorno Karabaj. Otro dato de la realidad es que manifestantes que llevaron consigo la bandera de Artsaj en Ereván fueron objeto de una represión especial, siendo detenidos y encarcelados de manera sistemática por las fuerzas de seguridad.
Estos episodios, por citar solamente los de los últimos diez días, forman parte de una estrategia y reflejan una preocupante tendencia en la política interna de Armenia, donde la referencia a Artsaj se convirtió en un tema incómodo o incluso prohibido.
Mientras el gobierno de Pashinyan sigue impulsando su política de sumisión y reconciliación con Azerbaiyán, cada vez son más las voces que alertan sobre el peligro de borrar la memoria de Artsaj y el sacrificio de su valiente pueblo. La pregunta que queda abierta es hasta dónde llegará esta estrategia y cuál será el impacto en la identidad de las futuras generaciones.
Pablo Kendikian
Director de Diario ARMENIA