¿El fin de la "Diplomacia del Caviar"?
Durante años, Azerbaidján ha gastado enormes cantidades en relaciones públicas y espléndidos regalos para lavar la cara del régimen. Ahora, la caída del petróleo pone en peligro esa estrategia
El pasado 7 de enero, Alik Navruzov, un trabajador de mantenimiento de 63 años de edad, se prendió fuego delante de la escuela de Bakú en la que trabajaba. Lo hacía llevado por la desesperación, súbitamente incapaz de hacer frente a sus créditos bancarios. No era el único: decenas de miles de azeríes se enfrentan estos días a una angustiosa situación económica debido al desplome del manat, la moneda de Azerbaidján, que ha perdido un 32% de su valor respecto al dólar desde finales de diciembre, cuando el Banco Central indicó que no seguiría protegiendo su valor de forma artificial. Era, además, la segunda vez en el año que acaba de cerrarse, después de que en febrero la divisa hubiese perdido ya un tercio de su cotización.
La causa principal es la caída de los precios del petróleo, que estaba acabando con las reservas azeríes, que han pasado de 15.000 millones de dólares en 2014 a apenas 6.200 millones para este noviembre. El 90 por ciento de los ingresos de Azerbaidján dependen de los hidrocarburos, por lo que la caída del precio del crudo ha sido devastadora para la economía azerí. El presupuesto anual, según ha aclarado el viceprimer Ministro de Impuestos, Natig Amirov, había sido calculado a 90 dólares el barril, casi el doble de su valor actual. Por primera vez en la historia del Azerbaidján independiente, el déficit del sector petrolífero será cubierto por el resto de sectores económicos.
“Azerbaidján afronta las mismas dificultades e incertidumbres que otros países del espacio postsoviético que sufren una dependencia estructural de la exportación de hidrocarburos, explica Nicolás de Pedro, Investigador Principal del CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs) y experto en el espacio postsoviético. “Salvo que se produzca un repunte en los precios del petróleo, en 2016 será cada vez más evidente la menor disponibilidad de recursos para el régimen de Aliev. Eso agudizará la inseguridad del régimen y es previsible que se muestre aún más implacable con cualquier oposición o crítica interna”, dice a El Confidencial.
Los recortes afectarán al ámbito diplomático. Bakú ya ha anunciado que planea cerrar sus embajadas y oficinas comerciales en Colombia, Uruguay y Cuba, así como los consulados honoríficos en Génova, Bratislava, Santa Fe y Jarkov. También ha pospuesto la apertura de legaciones en Tailandia, Afganistán, Irak y Omán. Pero, aún mas importante, este déficit podría tener importantes consecuencias para la llamada "diplomacia del caviar": la desproporcionada inversión de petrodólares en relaciones públicas para lavar la imagen de un régimen, el de Ilham Aliev, que, según numerosas fuentes -de Transparencia Internacional a Human Rights Watch-, se cuenta entre los más corruptos y represivos del mundo.
Las campañas de relaciones públicas de Azerbaidján han logrado éxitos como la organización del Festival de Eurovisión en 2012, o los Juegos Europeos el verano pasado. Y, para evitar referencias incómodas a la discutible situación de derechos humanos en el país, el régimen prohibió la entrada de Amnistía Internacional y los enviados especiales del diario 'The Guardian'. Este año, Bakú tratará de repetirlo, acogiendo el Grand Prix Europeo de Fórmula 1.
Tan solo en EEUU, el Gobierno azerí gastó 4 millones de dólares en relaciones públicas en 2014, y 2,3 millones el año anterior. Lo hizo, sobre todo, a través de la llamada Alianza Azerbaidján-América, una organización nominalmente independiente, pero que en la práctica actúa como "lobby" a favor del régimen de Aliev. Una entidad similar, la Sociedad Europea de Azerbaidján, tiene su sede en Londres. Ambas están dirigidas, respectivamente, por Anar Mammadov y Tale Heydarov, hijos de los ministros de Transportes y Emergencias. Según un cable de la embajada estadounidense en Bakú filtrado por Wikileaks, “esta 'sociedad' se presenta como un grupo promotor independiente, pero los puntos que defiende reflejan en gran medida los propósitos y objetivos del gobierno de Azerbaidján”.
Espléndidos regalos
Los propios funcionarios azeríes denominan "diplomacia del caviar" a esta estrategia, consistente en cubrir de regalos y prebendas -no solo las cotizadas huevas de esturión, sino también “alfombras de seda, objetos de oro y plata, bebidas y dinero”, según un miembro del Consejo de Europa entrevistado por el diario 'The Guardian'- a políticos y personajes influyentes, que de esta manera a menudo se convierten, de forma más o menos voluntaria, en propagandistas del régimen. El término fue popularizado por la Iniciativa por la Estabilidad Europea (ESI), un 'think tank', en un demoledor informe en el que critica la influencia lograda de esta forma por Bakú en el propio Consejo de Europa, algunos de cuyos miembros han estado difundiendo una visión bastante amable del régimen de Aliev.
“Otros dictadores tienen que mentir a su gente sobre el respeto del que disfrutan en el extranjero. Ilham Aliev puede decir la verdad. El respeto de otros líderes le facilita el ignorar los informes críticos publicados por organizaciones internacionales de derechos humanos”, asegura Gerald Knaus, director del ESI, en un artículo publicado en el 'Journal of Democracy' el pasado julio, en el que critica que, con la ayuda de algunos elementos relevantes del Consejo, el régimen azerí ha logrado modificar a su favor incluso el lenguaje:
“Los presos políticos y los disidentes se han convertido en 'vándalos'; lo que de hecho es una autocracia contumaz en consolidación ha pasado a ser una 'joven democracia'; las elecciones fraudulentas de Azerbaidján se han convertido en 'libres y limpias' y 'organizadas de forma competente'”, denuncia Knaus.
Ese apoyo internacional, de hecho, mortifica a los disidentes y prisioneros políticos. “Si un congresista [estadounidense] escribe una carta o dice algo positivo sobre Aliev o su régimen, lo enseñan en la tele veinte veces en un día”, se quejó recientemente el activista Emin Milli, en una entrevista con el periodista Ilya Lozovsky, de la revista 'Foreign Policy'.
“La ventaja de Azerbaidján es que nadie quiere nuevas crisis tipo Libia o Siria. Estabilidad a cualquier precio es la corriente dominante en la UE“, dice un experto.
“Bakú ha maximizado los beneficios a resultas del deseo de la Unión Europea por acceder a los recursos energéticos del mar Caspio y reducir, así, su dependencia con respecto a Rusia. Las campañas de organizaciones de la sociedad civil denunciando las violaciones de derechos humanos en Azerbaidján o escándalos como el de la 'diplomacia del caviar' han tenido, por ello, escaso eco en Bruselas y otras capitales europeas”, comenta De Pedro.
“Durante la Guerra Fría, las democracias europeas compraban hidrocarburos soviéticos sin alabar 'el tremendo progreso logrado' bajo Leonid Brezhnev. En 2012, Europa importó el 31 por ciento de su gas natural de o a través de Rusia; esto no impidió a la UE criticar e incluso imponer sanciones a Rusia en 2014. ¿Por qué es diferente Azerbaidján?”, se pregunta Knaus. Según el director del ESI, la explicación no es la dependencia europea de los hidrocarburos: la UE importa solo el 4 por ciento de su petróleo y nada de su gas de este país.
“Una vez se terminen los gasoductos en construcción, Azerbaidján podría proporcionar el 2 por ciento del gas natural que consume la UE”, indica, una cifra que podría aumentar hasta el 4 por ciento si se concluye otro gasoducto a través del Caspio hasta Turkmenistán. “El secreto real de la influencia de Azerbaidján es otro: la notable indiferencia de los demócratas europeos hacia sus propias instituciones de derechos humanos”, afirma.
De Pedro matiza: “En el contexto actual, la ventaja de Azerbaidján (y otros regímenes similares) es que nadie quiere nuevas crisis. Se temen nuevas Libias o nuevas Sirias y la estabilidad a cualquier precio es la corriente dominante en una UE desbordada por las crisis superpuestas en el vecindario”, comenta este investigador.
Campaña contra los disidentes
Eso explica en parte la escasa atención prestada a la campaña de represión contra los disidentes políticos del país, a pesar de que, en diciembre, el Comité de la ONU contra la Tortura emitió un informe criticando la impunidad de los funcionarios azeríes a la hora de detener y maltratar -gravemente, en algunos casos- a los activistas locales de derechos humanos. Hace apenas una semana, el periodista opositor Rauf Mirkadirov fue sentenciado a seis años de cárcel bajo cargos de “espiar para Armenia”, que todos los observadores independientes consideran “políticamente motivados”. Las mismas acusaciones, además, que se mantienen contra el conocido matrimonio de Arif y Leyla Yunus, encarcelados en 2014 por supuesto “fraude y evasión fiscal”.
En realidad, los Yunus estaban en el punto de mira de las autoridades desde hace años, al haber criticado dentro y fuera del país la política de expropiación de viviendas en Bakú y las expulsiones forzosas de sus habitantes para la construcción de las gigantescas instalaciones del Festival de Eurovisión. Ambos, además, colaboraron en la elaboración de una lista de presos políticos en Azerbaidján que iba a ser publicada en inglés esa misma semana (y que fue creciendo hasta alcanzar los ochenta nombres el pasado mayo). Aunque ambos fueron puestos en libertad recientemente por motivos de salud -y por la presión internacional-, los cargos de espionaje se mantienen: a los Yunus se les acusa ahora de “reclutar a Mirkadirov”. Un ejemplo de la forma en la que el régimen sigue lidiando con la oposición.
De Pedro no cree que los problemas económicos por los que atraviesa el país vayan a suponer un fin inmediato de la “diplomacia del caviar”: "La reducción de los recursos disponibles obliga a éste y otros regímenes similares del espacio postsoviético a ser más eficientes en su corrupción. Veremos menos fuegos de artificio, pero no abandonarán estas prácticas, ya que resultan importantes en sus estrategias de supervivencia del régimen y más en estos tiempos de turbulencias geopolíticas", afirma.
Incluso el Consejo de Europa, antaño una institución amable con Azerbaidján, ha puesto en marcha una investigación sobre los derechos humanos en el país.
“La UE y los Estados Miembros no deben perder de vista que asuntos como el de la 'diplomacia del caviar' tienen también un retorno e impacto dentro de la Unión. No se trata de 'cerrar los ojos y hacer negocios allá', sino del debilitamiento y socavamiento de nuestros propios fundamentos democráticos sometidos, en el periodo actual, a una tensión creciente con el ascenso de los populismos, a lo que se suma la atracción generada por Rusia con su apuesta iliberal”, asegura este experto. “Es decir, en este momento, el peligro serio y real radica en que quienes desvirtúan y pervierten los valores democráticos a cambio de 'caviar' o cualquier otro soborno o comisión, no están dañando la imagen de la UE en Azerbaidján, sino que están contribuyendo al socavamiento del propio proyecto de la Unión Europea que afronta graves riesgos. Los Gobiernos europeos deben, por ello, mostrarse mucho menos benevolentes con cualquier corruptela, sea en el marco de la UE o del Consejo de Europa”, añade.
La situación, de hecho, es tan escandalosa que incluso el Consejo de Europa parece haber revertido su antigua cautela en el último medio año, y ha lanzado una investigación oficial sobre la (no) aplicación por parte de Azerbaidján de la Convención Europea de Derechos Humanos. “Las decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos han puesto de manifiesto una aplicación arbitraria de la ley en Azerbaidján, de forma notable a la hora de silenciar voces críticas y limitar la libertad de expresión”, declaró su Secretario General, Thorbjorn Jagland, el pasado 16 de diciembre, al anunciar la investigación.
La respuesta inmediata de Bakú ha sido amenazar con abandonar el Consejo, algo que no ha impresionado demasiado a los demás miembros. En otro tiempo, Aliev lo habría resuelto con una lluvia de petrodólares sobre sus cabezas. En las circunstancias actuales, el futuro es mucho más incierto.
Daniel Iriarte/elconfidencial.com