“El Depósito Humano” en idioma turco abre fronteras para el conocimiento y la justicia por el Genocidio Armenio
En el marco latinoamericano del gran crimen internacional aún impune, la profunda investigación realizada por Ana Arzoumanian (imagen), libro titulado “El depósito humano. Un geografía de la desaparición” editado por Xavier Bóveda (Colección El racismo al diván en el país del olvido”) ha ganado una dimensión propia, muy valiosa por su valioso contenido. El hecho de haberse publicado su traducción al turco en Estambul lo ha ubicado recientemente más cerca de las conciencias de los intelectuales de este país vecino de Armenia cuyo gobierno aún no quiere que sus habitantes puedan tener libre acceso al conocimiento cabal de su propio pasado.
En la presentación realizada tiempo atrás en la Asociación Cultural Armenia, el libro “El depósito humano” fue descripto acertadamente y siempre ha sido mencionado como una obra clave para tener un panorama amplio y preciso acerca de las relaciones armenio-turcas.
El fruto de largas investigaciones en el ámbito de FLACSO y del CAS-IDES han llevado a Ana Arzoumanian a recorrer los caminos de disciplinas y ciencias de nivel universitario facilitando al ávido lector y a todos quienes quieren reflexionar con fundamento, acerca de más de un siglo de los avatares del pueblo armenio.
Los títulos de cada capítulo nos van llevando con frases que la recordamos como un gran plano entre los fragmentos escogidos de más de un centenar de obras, acompañados por citas del mundo de la literatura armenia y universal.
Extranjera de ella misma, rumiando a todos los otros en su garganta, su prosa tejida de texturas vuelven a tejer una fábula colectiva para ser fiel a su deseo vehemente de dejar hablar a los cuerpos. Sin metáforas ni tropos, tampoco juegos de retórica discursiva, su libro es una cartografia, una geografia de la desaparición, de manera que lidia con relieves territoriales y el mundo subterráneo, el reino vegetal y animal de los cuerpos, texturas de sangre, huesos y vestigios de una dicha exiliada en la semántica de la diáspora de dos hemisferios.
Los pensamientos y testimonios sociales, los acontecimientos culturales y políticos relacionados con el Genocidio Armenio son revisitados desde el ángulo de la memoria y la justicia, virtud indispensable para una vida digna. De manera tal que pensamos que es inevitable advertir el efecto positivo para Asia y Europa que se lograría si este libro pudiese ser traducido a más idiomas y poder así satisfacer las demandas de circulación que despierta el alto valor de su contenido documental y la gran calidad de su mensaje humano. Acompañamos fragmentos de su contenido y del prólogo de Ana Arzoumanian para esta traducción.
El diario Agós, bastión de nuestro querido Hrant Dink, le dedica una reseña en su suplemento de cultura semanal.
Carlos Luis Hassassian
Fragmentos de esta nueva edición
El libro es una publicación de la prestigiosa editorial Aras Yayincilik. La traducción fue realizada por Bülent Kale, la edición a cargo de Lora Sari, apareció en marzo de 2016, se encuentra en todas las librerías de Estambul, en versión papel y también en e-book, bajo el título “Insan Deposu. Kitlesel siddet halklara ne yapar?”. La foto de la portada es de Scout Tufankjian de su serie Diáspora. En la contratapa se encuentra este fragmento del texto:
"…Tales atrocidades son comprensibles en Asia donde la vida humana tiene un menor valor, hay una historia sangrienta entre los pueblos del sur; los orientales tienen una consideración diferente a nosotros acerca de la legalidad o ilegalidad de una acción".
Frases imposibles de ser pronunciadas respecto del obrar nazi. Nadie diría que las atrocidades cometidas en el Holocausto son “comprensibles”.
Rastros, trazas semánticas, la interpretación que Europa (Occidente) hace de los hechos es en sí mismo un juicio. Juicio que, al no tenerla como parte, no requiere ser redimida. De tal manera que habrá una valoración diferencial de las víctimas (algunas víctimas son más víctimas que otras) si los dos términos de la ecuación víctima- victimario son extranjeros o, si uno o ambos pertenecen a la tradición cultural europea.
Entonces, la identificación con el suceso no acontece porque haya una bonita Ana Frank, sino porque se “eligió” contar la historia de una bonita Ana Frank. Y se elige contar la historia de una bonita Ana Frank porque nace en medio de una bella y culta Alemania. Las cabezas cortadas coinciden con la idea de salvajismo que el europeo tiene del oriental. Lo que sucede en Asia o en África no es central para las políticas académicas, quienes re edifican su hegemonía haciendo un nuevo reparto de elementos; distribución que embarga el sentido de la justicia.
La memoria sobre el Holocausto es además una construcción que alimenta el sentido de justicia occidental y cristiano. Mientras que el “reparto” de potencia e impotencia simbólica respecto del genocidio armenio se daría entre pueblos a los que se considera como “sangrientos”.
Del prólogo a la edición turca
“El poder político hace uso de las herramientas de la narración para construirse como autoridad dominante. En esa constitución se entrelazan desplazamientos entre la conquista y las escrituras. Ya desde la antigüedad podemos seguir los relatos de las batallas y sus avatares en la poesía épica y los cantares de gesta, pasando por las novelas de caballería. Recordemos los Comentarios de Julio César, las obras de Tucídides, Tito Livio y Jenofonte.
Transitar, nombrar, poblar.
El aparato retórico se instala en la tradición discursiva vinculándose con el ordenamiento legal. Así sucedió también en América cuando los textos de los conquistadores se concebían en el contexto del discurso de la ley, así las Cartas de Relación de Hernán Cortés. La edificación de la nueva urbe se realiza sobre las ruinas de la anterior inscribiéndose en un corpus de crónicas.
El relato deviene también la historia de una mirada, de un modo de mirar al otro y de reconocerse en esa instancia.
Si en las conquistas de la antigüedad, la acción consistía en conquistar y narrar; hoy, los verbos serían: conquistar y fotografiar. Desde esa mirada que cuenta, podemos pensar las conquistas modernas y sus aconteceres atroces. Los prisioneros iraquíes encapuchados en las fotografías y los videos que tomaron los soldados norteamericanos en Abu Ghraib en el año 2003 y su posterior distribución son un ejemplo.
En la expulsión y muerte de los armenios del Imperio Otomano el verbo que sucede a la aniquilación no es el de narrar, sino el de desnarrar. El dejar de nombrar es una política, se borran viejos nombres, se instituyen otros, se realizan cambios semánticos para una fundación ideológica.
La publicación de “El depósito humano: una geografía de la desaparción” en lengua turca cumple con la emoción de un encuentro posible a partir de una cartografía rota. Cumple con desandar un camino de los “sin retorno” en el pasaporte de los deportados. De manera que la traducción se convierte en una forma de volver al territorio de un lenguaje que alguna vez fundó comunidad.
Por mi pasado familiar en Bursa y en Sivas. Por las hijas de mis abuelos por siempre desaparecidas, este libro como una carta sin destinatario, como una correspondencia que escribo para decir: “óyeme”.
Ana Arzoumanian
Novedades literarias
En el Teatro Tadrón ya están ensayando "Tengo un apuro de un siglo" obra basada en "Del vodka hecho con moras" (de Ana Arzoumanian) y "El alambre no se percibía entre la hierba" los relatos de Hovhannés Yeranyan.
El director y guionista es Román Caracciolo. La obra se estrenará el 28 de abril en Teatro Tadrón. El primer premio de "Teatro por la Justicia" que le fue adjudicado se le otorgará el mismo día del estreno. La entrada es libre y gratuita. Para el estreno vendrá desde Ereván el escritor Hovhannés Yeranyan.