Una nueva provocación que puede llevar a la guerra

18 de noviembre de 2014
Opinión

Desde hace bastante tiempo, Azerbaidján reemplazó la retórica oral con las permanentes amenazas contra Artsaj y Armenia, por una serie de hechos militares concretos que parecen buscar el mismo efecto de amedrentamiento. Así, desde el aumento de la frecuencia de los disparos de los francotiradores, pasando por una serie de incursiones terrestres buscando tal vez flancos débiles en las líneas armenias, Bakú no ha cesado en su provocación. La respuesta armenia, que invariablemente es inmediata, efectiva y hasta punitiva, detiene temporalmente los ataques.

serge maniobras  2014 eSin embargo, el derribo del helicóptero karabaghí resulta el hecho de más gravedad desde el momento en que se estableció el alto el fuego en 1994. Armenia se encontraba desarrollando en el área donde ocurrió el ataque una serie de maniobras militares conjuntas con tropas de Karabagh, tal como lo hace con frecuencia para mantener el entrenamiento de sus hombres en un nivel seguramente superior a la media regional. Azerbaidján hace gala con frecuencia de la cantidad, calidad y diversidad de su poderío bélico, pero los expertos aseguran que sus tropas distan de tener una preparación adecuada.

Un analista político especializado en Azerbaidján, Sarkis Asatrian, cree que este incidente no afectará finalmente el proceso de negociaciones, pues no está originado por cuestiones militares. “Probablemente la grave situación social interior que pone en jaque al presidente Aliev, haya provocado este ataque con la intención de unir a todos contra el enemigo común. El mensaje fue claro el enemigo nos atacó y nosotros disparamos”, reflexionó Asatrian.

El experto piensa que este hecho es un movimiento desesperado de Aliev para lograr la adhesión popular. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea condenaron duramente el incidente que causó gran conmoción en Armenia. Sus máximas autoridades civiles y militares prometieron una dura respuesta al ataque azerí que costó tres vidas. Tal vez entrar en este juego no sea el camino adecuado, pero honestamente, quien puede criticar la reacción de un pueblo que desde hace siglos soporta los embates del mismo enemigo, llámese Turquía, y ahora Azerbaidján, dos países que no dudan en proclamar su “hermandad” para declarar su odio a la nación armenia.

Armenia y Azerbaidján tienen objetivos diferentes. Los armenios luchan por consolidar la República de Nagorno Karabagh, territorio propio recuperado a costa de la sangre de miles de valiosos patriotas. En tanto, Azerbaidján, en realidad sus dirigentes encabezados por el déspota Aliev, solo tratan que su dinastía no desaparezca. Para ello, su principal tarea ha sido demonizar a los armenios, mentir sobre sus derechos, además de provocar permanentemente fricciones que reaviven la llama de la discordia. Muchas tiranías, algunas de ellas sudamericanas, han seguido este camino de ocultar sus violaciones de derechos humanas, la transgresión de todas las normas democráticas, la corrupción y el desfalco descarado, mediante la aplicación de estas políticas de confrontación con enemigos reales o supuestos.

Aliev se ha tornado en todo un experto sobre estas prácticas. Decenas de organizaciones reclaman sobre la encarcelación sin motivo de disidentes y periodistas. Pero, ningún gobierno ha tomado acción alguna contra el crápula azerí. Parece ser que es más importante acceder al flujo del dinero que tomó el color sucio del petróleo de Bakú.

Jorge Rubén Kazandjian

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