A ochenta y cuatro años de la muerte de Aram Yerganian
Un 2 de agosto de hace ochenta y cuatro años, los armenios perdían a uno de sus héroes más destacados, Aram Yerganian. La entonces pequeña comunidad de Córdoba lo lloró como quien pierde a su hijo dilecto. ¿Pero quién era Aram Yerganian? Por supuesto la respuesta a ese interrogante la conocemos muchos. Pero es importante que refresquemos nuestra memoria recordándolo como el abnegado, humilde y sacrificado armenio que fue.
Había nacido en los albores del siglo XX, el 20 de mayo del año 1900, en Garín, histórica ciudad Armenia, conocida también como Erzerum. Al desarrollarse el genocidio en manos del imperio otomano-turco, Aram se refugia primero en el Cáucaso, donde continúa sus estudios. Apenas cumplida la mayoría de edad, Yerganian, imbuido de los valores de armenidad, se une a la resistencia popular que lucha contra los genocidas turcos. Se une más tarde a las fuerzas armenias comandadas por el general Tro, en las laderas del Ararat.
Yerganian fue uno de los héroes de la decisiva batalla de Pash Aparán, donde desafió a la muerte al frente de un pelotón de voluntarios. Luego vinieron las hazañas de Sardarabad y Gharakilisé que permitieron la creación de la República de Armenia el 28 de Mayo de 1918.
Muy joven se unió a las filas del Tashnagtsutiún a cuyo ideario juró fidelidad hasta su muerte. Cuando Armenia cayó en las redes de la sovietización, Yerganian se dirigió a Europa, previo paso por Tiblisi. En tanto, los responsables del asesinato del millón y medio de armenios eran juzgados por las cortes marciales turcas y condenados a muerte. Pero las sucias trampas de la política a la que contribuyeron algunos aliados, permitieron que la pena capital no fuera cumplida. Los reos huyeron en distintas direcciones apoyados por el kemalismo. Creyeron que de esa manera eludirían el peso de la justicia.
Sin embargo se equivocaron, la Operación Némesis, impulsada por el Tashnagtsutiún y desarrollada por valientes fedaí como Aram Yerganian, ajustició uno a uno a los cobardes que buscaban impunidad. Yerganian ubicó a Jan Joisky -exprimer ministro de Azerbaidján- en Tiblisi, y más tarde a Behaeddin Shakir y Djemal Azmin en Berlín; acción donde contó con la colaboración de otro héroe, Arshavir Shiraguian (foto derecha).
Yerganian fue uno de los brazos justicieros de aquel diezmado pueblo que a pesar de estar al borde su extinción, logró sobreponerse a la tragedia y fundar su estado libre e independiente.
Luego de vivir un tiempo en Rumania, se radicó en 1927 en Buenos Aires. En 1931 contrajo matrimonio con Zabel Paraguian, unión de la nace su hija María.
Aram era un hombre de salud dañada por las crudezas por las que atravesó por años. Mientras trabajaba en la redacción del Diario ARMENIA, se ve afectado por una dolencia respiratoria que lo lleva a vivir a Córdoba donde finalmente fallece en 1934. Sus restos se encuentran depositados en el memorial que se encuentra en el Club Antranik de Córdoba.
Cuánto les debemos los armenios a los prohombres como Aram Yerganian que no dudaron en poner en riesgo sus jóvenes vidas y se entregaron al cumplimiento de sus sagrados objetivos. Cuánto le debemos los armenios a quienes privilegiaron el honor y en cumplimiento de su juramento se entregaron a la defensa de nuestra identidad y tradiciones, sin llevarse nada de esta vida.
Esa deuda sólo puede ser sufragada tratando de asimilar su ejemplo y seguir en el sendero de batalla que nuestras incumplidas reivindicaciones aún nos reclaman.
Si acaso alguna vez el triunfo total llegara, tal vez podamos compartir con ellos el podio del honor.
Sería un enorme privilegio.
Jorge Rubén Kazandjian