Aliyev, un psicópata, cultor del panturquismo y con modales occidentales
Bajo la tutela de Turquía, Azerbaiyán busca quedarse no sólo con Artsaj, sino con toda Armenia. Tras 40 días de bloqueo del Corredor Lachín, ahora Bakú quiere imponer su propuesta de paz a como dé lugar y va por más.
Cada vez queda más claro que el gobierno de Armenia está en una encrucijada, de la que le cuesta mucho salir para retomar el ritmo de la pulseada con Azerbaiyán. Y esto se debe a debilidades y errores propios, que sin dudas los hay, pero fundamentalmente a que enfrente tiene a un mandatario con el que ningún diálogo es posible.
Ilham Aliyev, el presidente autocrático de Azerbaiyán, tiene los rasgos de un psicópata, un trastorno de la personalidad caracterizada por falta de afecto, remordimientos o empatía, a los que es posible añadir uso malicioso o con malas intenciones de la seducción, la manipulación, uso de otras personas para propósitos personales y con un perfil narcisista.
Aliyev tiene también rasgos comunes con otros autócratas modernos, como Recep Tayyip Erdogan, Donald Trump, Aleksandr Lukashenko o el propio Vladimir Putin. Usa trajes caros, tiene buenos modales en público y se comunica con sus pares en inglés, todo lo cual, a la luz de los hechos, parece más bien una piel de cordero para cubrir a un lobo.
Desde el fin de la guerra de 44 días en Artsaj y la firma del acuerdo trilateral de cese de hostilidades entre los gobiernos de Armenia, Azerbaiyán y Rusia, el tándem Ankara-Bakú adoptó una política, hasta ahora muy eficaz, de correr permanentemente el arco.
Esto obliga a Armenia a poner siempre el foco en un nuevo conflicto o urgencia, dejando de lado, aunque sin olvidar, los reclamos pasados.
Larga lista de reclamos
Para ponerlo en términos prácticos, desde que los seudo ecologistas azeríes bloquearon el corredor de Lachín a la altura de Shushí el 12 de diciembre -continúa cortada la ruta al cierre de esta edición- y mantienen como virtuales rehenes a los 120.000 habitantes de Artsaj, todos los reclamos, tanto a nivel de las fuerzas de paz rusas como en foros internacionales, ponen en primer plano la apertura y el tránsito irrestricto desde Armenia a Artsaj y en sentido inverso.
Pero una breve enumeración de los reclamos de los últimos dos años, ante sucesivas violaciones a los acuerdos alcanzados en la mesa de negociaciones a instancias de la Federación Rusa, del Consejo Europeo o incluso con gestiones de buenos oficios a cargo del secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, o el presidente francés, Emmanuel Macron, indica que los reclamos se acumulan sin solución en ninguno de ellos.
Además, el presidente azerí, Ilham Aliyev, cada día aparece con un nuevo planteo o reclamo territorial, volviendo a renovar su política de “correr el arco” y hablar de nuevas cosas, sin dar respuesta a las anteriores.
Las últimas noticias aseguran que “Azerbaiyán está listo para avanzar en el tratado de paz”. ¿En serio están listos? Vaya novedad. Los mínimos avances que se habían alcanzado hasta noviembre de 2022 quedaron en el aire, cuando el bloqueo de la ruta Gorís-Stepanakert obligó a Armenia a poner el foco en destrabar esto, como paso urgente.
El anuncio, realizado este jueves 19 de enero por el vocero de la cancillería de Azerbaiyán, Aykhan Hajizadeh, fue mencionado por la agencia de noticias rusa Tass.
“No esperamos de Armenia declaraciones provocativas que socaven el proceso de negociación, sino un acuerdo para realizar otra reunión para negociar el texto del tratado de paz”, indicó.
Y agregó: "Reiteramos que Azerbaiyán está listo para firmar un acuerdo de paz basado en los cinco principios fundamentales del proceso de paz y, como iniciador del texto de este acuerdo, para celebrar la próxima reunión de negociación lo antes posible".
Doble discurso
Es necesario hacer aquí dos aclaraciones. En primer lugar, desde antes de la guerra de 44 días, todas las “declaraciones provocativas” provienen de funcionarios de alto rango del gobierno azerí.
En especial, están en boca de su presidente Aliyev, que es el que se sienta en la mesa de negociaciones con el primer ministro armenio Nikol Pashinyan, poniendo cara de “yo no fui”, por no decir “cara de bol….”, toda vez que en la mesa esté sentado frente al presidente ruso, Vladimir Putin; su par de Francia, Emmanuel Macron; o el titular del Consejo Europeo, Charles Michel.
En segundo lugar, el acuerdo de paz quedó stand by cuando el gobierno de Azerbaiyán mandó a supuestos ecologistas a cortar el paso desde y hacia Artsaj, manteniendo un bloqueo por casi 40 días. Esto está llevando a una crisis humanitaria sin precedentes, que sólo busca cumplir su proyecto de máxima, que es la limpieza étnica de Artsaj, en búsqueda de un Artsaj sin armenios.
Esto, además del bochornoso suceso de las fuerzas de seguridad y agentes de inteligencia azeríes, que subieron al micro para amedrentar a los 19 niños armenios que regresaban a sus hogares en Artsaj; el corte intencional del suministro de gas natural, en pleno invierno con temperaturas bajo cero; bajar la palanca para la provisión de electricidad o el corte intencional de internet.
Digámoslo claramente, Azerbaiyán no busca ni quiere un acuerdo de paz con Armenia. Sólo desea que el gobierno de Ereván firme lo que Bakú ponga adelante con una pistola calibre 45 en la cabeza y cediendo en todos los renglones a la pretensión azerí. Eso no es un acuerdo de paz, es una imposición que sólo anida el germen de un nuevo conflicto armado.
¿Refugiados o colonos?
Por otro lado, y aún suponiendo la relativa intención de Bakú de avanzar en un acuerdo de paz, las declaraciones de Aykhan Hajizadeh sólo llegaron después de que el miércoles pasado el canciller ruso, Sergei Lavrov intimar a su par azerí, Jeyhun Bayramov, a “liberar el Corredor Lachin” lo antes posible.
La lista de incumplimientos de Azerbaiyán, sólo desde la firma de cese al fuego el 9 de noviembre de 2020, incluye la permanencia de prisioneros de guerra en Bakú, la invasión de más de 40 mk2 de territorio soberano armenio desde el 12 de mayo de 2021, los ataques a ciudades en el este de Armenia en septiembre pasado, con ocupación de territorio soberano en Syunik, Gegharkunik y otras regiones, y violación del cese al fuego en reiteradas oportunidades, con víctimas fatales y heridos, no sólo militares, sino también civiles.
El corte del suministro de gas natural, electricidad y el corte del corredor Lachín, buscan debilitar la posición armenia y obligarla a negociar la cesión de nuevos territorios.
La última “perlita” del presidente Aliyev, fue su declaración de que habrá “gran retorno” de refugiados azeríes a Armenia.
“Estoy seguro de que llegará un momento en que nuestros compatriotas de Azerbaiyán Occidental, sus familiares, hijos y nietos regresarán a nuestra tierra histórica, Azerbaiyán Occidental”, señaló el mandatario azerí, basando su declaración en la nada misma desde el punto de vista histórico y territorial.
“La Armenia actual es nuestra tierra”, dijo Aliyev sin ponerse colorado. “Cuando dije esto repetidamente antes, trataron de objetar y alegar que tengo reclamos territoriales. Lo digo como un hecho histórico. Si alguien puede corroborar una teoría diferente, que se presente”, provocó.
Sería bueno que Aliyev leyera algo de historia antigua y se enterara, si su delirio mesiánico se lo permite, que hace más de 4500 años que los armenios viven en esas tierras, muchísimo antes de que los seldjúk y otras hordas turcomanas del Asia Central invadieran la región, y por supuesto, también muchísimo antes de que existiera un estado llamado Azerbaiyán, que salió ala faz de la Tierra hace apenas 104 años, en mayo de 1918. Lo que se dice, ayer nomás.
Carlos Boyadjian
Periodista
coboyadjian@yahoo.com.ar