Armenia en el Metropolitan Museum de New York
En el año 2011, a la ocasión de los veinte años de la independencia de la Tercera República de Armenia, el Centro Nacional del Libro de Francia organizó lo que se llamó “Armenia- Armenias. Tierra, diáspora y literaturas”, una manifestación literaria que tenía como propuesta descubrir la historia, la identidad y el libro armenio. De manera que escritores armenios del mundo se daban cita en Francia con el fin de recorrerla, realizando una gira de lecturas y encuentros culturales.
Armenia-Armenias. Un guión y un plural para enunciar la metafísica de un nombre: el pueblo armenio, su fractura, su dispersión; la relación siempre trastocada entre territorio y nacionalidad. Un guión como marca frágil de identidad delinea una geografía subjetiva del espacio rediseñada desde los discursos sensibles. Un guión señala el tránsito, cierta “economía” entre los vivos y sus fantasmas, entre los restos fosilizados y la producción viva. ¿Cómo se pluraliza un nombre, a qué alude el numérico del nombre? ¿Podríamos, en todo caso, nombrarnos como la República de Armenias? Un modo de pensar esa metafísica de la relación es sostenernos en la idea de archipiélago. Una estética de ruputura y conexión (escrita en el guión) que se nombra a partir de un mar que ligaría una tierra separada en islas (archipiélago). El guión es vínculo, pero también ruptura de una filiación. Estudiando la condición de las Antillas, fue Édouard Glissant quien consideró útil tramar un pensamiento del archipiélago a partir de su propia experiencia de la postergación, colonización y esclavitud que consiente la práctica del desvío, reuniendo lo que está difuso en archipiélagos, reagrupando lo aislado.
Desde el 22 de septiembre hasta el 13 de enero del 2019 el Museo Metropolitano de New York presenta una exhibición bajo el nombre “¡Armenia!”.
Antes de llevarlos por un recorrido virtual a través de las palabras que describan las salas de la muestra, me detendré en el nombre (cómo no hacerlo). En este caso, a diferencia de aquella vez en Francia, el nombre está en singular, pero hay un signo de exclamación. ¿Qué exclama, y quién?
El signo de exclamación se usa para indicar sorpresa, asombro, súplica, mandato o deseo.
La puesta es un tránsito, una especie de peregrinaje por el arte medieval armenio. Desde la cima del monte Ararat como sede del Arca de Noé luego del Gran Diluvio, los armenios han desarrollado una tradición artística y cultural basada en su identificación como único pueblo cristiano. A fines del siglo XVI, la era medieval finalizaba con la diseminasión de libros publicados en armenio en sus “diversas patrias”. Los armenios fueron súbditos de distintos estados, muchas veces sirvieron a otras naciones como soldados, otras, como legisladores. Los lores feudales armenio promovieron tanto la construcción de monasterios como la producción de arte y literatura.
Los imperios romano, persa, bizantino, otomano fueron ivandiendo el territorio de Armenia. Cada invasión dejó su marca en la producción artística. De manera que la exhibición es una muestra de objetos sacros: libros, miniaturas, mapas, telas, tapices que revelan también devenires geográficos. Son objetos de una (¿unas?) Armenia diseminada en Medio Oriente y el Cáucaso. En uno de los exhibidores se puede observar un mapa de la Tierra Sagrada y su ruta desde Armenia. Así como restos arquitectónicos de los primeros centros cristianos armenios, capiteles del siglo V y VI esculpidos con la virgen y el niño, fragmentos de columnas, pórtico esculpido en madera a modo de un encaje de la iglesia de Surp Karabet de Mush del año 1212 (colección privada) y jachkar o cruz tallada en piedra que simbolizaba un tipo de “escritura”, una narración religiosa sobre la piedra. Desde el año 2010 los jachkar se suman a la lista del patrimonio intangible de la acervo cultural de la Unesco. Se puede observar un jachkar del siglo XII en tufa y en basalto, del monasterio de Havuts Tar y otro encontrado en una fortaleza de Lori al norte de Armenia, cerca de Georgia. Fue esculpido luego de la conquista mongólica del año 1238. También se exhiben fragmentos de jachkar de Tsakhkadzor en piedra dolomita y de Siunik hecho en tufa. Así como bajorrelieves en piedra del siglo X y en tufa del siglo XIII.
Se observan joyas del siglo XI exhibidas en pedestales; aros con turquesas, brazaletes, collares, todas provenientes del Museo de Historia de Ereván. Tesoros de la localidad de Dvin, lugar donde se cruzaban las rutas comerciales de Iran y Asia Central y se encontraban con aquellos provenientes de Constantinopla, el Mediterráneo, Trebizonda y el Caúcaso Norte.
Impactantes elementos litúrgicos, tales como un atril de pie hecho en madera y cuero, también del siglo XI, incensarios de bronce, cruz del altar o de procesión del siglo XII encontrada cerca de Aparán en el año 1951 de plata con adornos de ágata. La cruz del Rey Ashot II, el rey de Hierro, de fines del siglo IX, cruz de hierro ornamentada con piedras y cristal en una caja de plata y madera; objeto cedido por la Santa Sede de Echmiadzin.
Un relicario de la “Santa Cruz de los Vegetarianos” (Jotagherats) de la localidad de Siunik en plata dorada sobre madera con incrustaciones de perlas, cristales y piedras semi preciosas.
Y las joyas de los manuscritos cedidos por el Matenadarán, una colección que contiene traducciones de Aristóteles, Porfirio y Dionisio Thrax, o el Comentario sobre Isaías que se encuentra en el Patriarcado armenio de Jerusalén del año 1299 proveniente de Cilicia, una Biblia del monasterio de Siunik del año 1318 y varios evangelios compuestos con elmentos iconográficos diversos. Un compendio de crónicas proveniente de Tabriz, Irán, del año 1314 en forma de folios en témpera, oro y tinta sobre papel; originalmente escrito en persa es una de las historias ilustradas más importantes del mundo antiguo.
Llama nuestra atención los objetos de la liturgia de Sis, un evangelio con tapa de plata y gemas porbablemente hecho en Homka en el año 1254. Los relicarios de San Nicolás; la iglesia armenia es conocida por su especial veneración al brazo derecho de su fundador: San Gregorio el Iluminador. El relicario de brazo más antiguo conocidio es de Cilicia de plata, con piedras preciosas y filigranas.
A medida que avanzamos por la muestra, avanzamos en el tiempo y nos movemos en la geografía. Vamos desde la Edad Media, La Gran Armenia y su mundo medieval, a su expansión hacia occidente: el reino de Cilicia, luego pasamos al contacto de Armenia con el mundo en el período moderno temprano (arte armenio en Constantinopla, Jerusalén, Julfa,Tabriz, Crimea, Italia), el arte armenio y las rutas comerciales, entre ellas, la ruta de la seda. Una “Tabula Chorographica Armenica” mapa considerado el segundo más antiguo en idioma armenio (el primero fue dibujado en Kaffa en el siglo XIV) cedida por la Biblioteca de Bologna.
Estandartes religiosos del siglo XV provenientes de Ajtamar. Una cortina litúrgica del arte armenio de Jerusalén de la colección de Echmiadzin, cerámicas, cruces de procesión y vasijas. Un lienzo de altar en seda del año 1741 de Nueva Julfa bordado en oro y plata. De la zona del Lago Seván un brazo- reliquia de fines del siglo XVII en plata y oro con piedras preciosas, brazo derecho de San Sahak Partev, catolicós de Armenia y último descendiente varón de la línea de San Gregorio el Iluminador. Una reliquia de la Santa Lanza en plata sobre marco de madera con piedras preciosas, lanza usada por el centurión romano Longino, uno de los elementos de la Pasión de Cristo. Una cruz relicario con las reliquias de San Jorge.
Realicé la visita junto con la escritora nicaragüense Eva Gasteazoro. Fue ella quien se detuvo en el relicario de la cruz de plata, esmeraldas, corales, cristal y oro, quien leyó el texto frente a esta cruz fascinante: las reliquias pertenecían al cráneo de San Jorge y fueron obtenidas de manos de Kazar, “vartabed” de Erzurum. Ella, quien llamó mi atención mostrándome el “konker”, pañuelo litúrgico hecho en plata con oro sobre seda proveniente de Constantinopla del año 1651, o la capa eclesiástica del siglo XVII proveniente de Irán hecha en terciopleo con terminaciones en seda y metal.
Y luego llegamos a la cantidad de libros impresos, desde el Libro de los Viernes, cedido por la congregación a Mekhitarista armenia de la Biblioteca de San Lázaro en Venecia e impreso en la misma Venecia en el año 1511, a la Biblia de Oskan impresa en Ámsterdam, primera biblia completa impresa en idioma armenio, al Libro de Historia de la Guerra Judía Contra los Romanos escrito por Tito Flavio Josefo impreso en Echmiadzin en 1787. Y los mapas impresos en Constantinopla y en Ámsterdam, este último es el primer mapa impreso en lengua armenia, del año 1695, perteneciente a una colección privada.
El signo de exclamación se usa para indicar sorpresa, asombro, súplica, mandato o deseo.
Asombro por el pasado; sorpresa por el legado del pasado. Súplica, mandato o deseo por mantener esa memoria. ¿Pero qué clase de memoria sería pasible de recordar lo interdicto? Invasiones, persecuciones, colonizaciones, genocidio. La exclamación, quizás, haga referencia a la sorpresa del acto de la memoria que debe interrogar una ausencia. Recordar aquello prohibido, anulado, aniquilado de ser recordado. Constatar la ausencia de una “historia del alma”, al decir de Marc Nichanian tomada de un poema de Abraham Alikian publicado en París, luego de un exilio de cuarenta años en Moscú, luego de su imposiblidad de escribir en armenio occidental y de ser restringida su entrada a Armenia. Una historia de la humillación, del arrasamiento, pero también de la resistencia: una historia del alma que sólo podría ser contada por el arte.
El signo de exclamación es asombro por el pasado, súplica por la memoria, y esa súplica implica la tierra. La relación entre tiempo y espacio es bien conocida por los físicos. La clásica fórmula matemática que indica que el espacio es la velocidad por el tiempo nos habla de un recorrido físico que es a la vez temporal y espacial. De manera tal que la sorpresa por el pasado de un pueblo es también arrobo por el despliegue y la diseminación geográfica.
La muestra del Museo Metropolitano se puede seguir en esos dos vectores, la mirada del tiempo y su memoria; pero también la observación de la multiplicidad de territorios, de intercambios, de “comercio” afectivo y de producción artística con otros pueblos dominantes o vecinos.
El renacimiento del Estado armenio (los ventisiete años de la Tercera República) luego de siglos de sometimiento tiene en la Edad Media su más próximo legado. Exisitió un estado soberano en el siglo XX que duró sólo dos años, el predecesor más próximo y tan lejano es el reino medieval. Por ello esta muestra no sólo es artística, de puesta en valor del acervo sacro, sino que también es política. Hay una (¿hay sólo una?) Armenia, heredera de la Armenia de la Edad Media.
A la cartografía de los cruces diseñada entre el Cáucaso y Medio Oriente habrá que agregar, en los próximos siglos, un mapa que sea la fotografía del alma armenia en sus intesecciones con Europa y América. Quizás que esta muestra haya ocurrido en New York es parte del dibujo de un atlas que, bajo el nombre de Armenia, comprende otras lenguas, nuevas estéticas.