Artsaj: el “caballo de Troya” de Stalin
Son apenas 11.500 km2, que albergan a unos 150.000 habitantes, nada excepcional por ese lado, aunque hoy Artsaj es el epicentro de la política y la economía de Armenia. Pero no sólo para los tres millones de habitantes de Armenia, sino también para los más de 8 millones de armenios que viven en la diáspora.
Hace pocos días, al inaugurar los VII Juegos Panarmenios en Stepanakert, capital de Artsaj, el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinyan, planteó una serie de metas a alcanzar hasta 2050, pero ante el reclamo de por qué no había incluido a Artsaj en su discurso y entre sus objetivos, el mandatario fue muy enfático: “Artsaj es Armenia y punto”.
Por si hacía falta recordarlo, Pashinyan puso en negro sobre blanco un pensamiento que acompaña a los armenios desde hace dos milenios. Fue el propio Tigranes El Grande (Medzn Dikrán) quien en el siglo I Antes de Cristo ordenó construir una ciudad en su honor -Tigranakert- en territorio de Artsaj.
Desde entonces, e incluso antes, la presencia armenia en la región ha permanecido en forma ininterrumpida. Dan prueba de ello las centenarias iglesias que se levantan a lo largo y ancho de todo el territorio de Artsaj.
Caldo de cultivo
Más allá de este dato, lo cierto es que el actual conflicto entre azeríes (antes tártaros) y armenios en Artsaj es resultado de un período histórico muy preciso, coincidente con la declaración de la independencia de las repúblicas del Cáucaso Sur, tras la Revolución Bolchevique en Rusia y el desmembramiento del Imperio Otomano, luego de la derrota en la Primera Guerra Mundial.
En ese período que va entre 1918 y 1923 tuvieron lugar numerosas acciones violentas contra los armenios y una serie de arbitrariedades por parte del poder político de turno, que alimentaron la fragua en la que se forjó un poderoso sentimiento de liberación de las ataduras y autodeterminación del propio destino.
Sólo para recordar, apenas unos meses después de la independecia de Azerbaiyán, en septiembre de 1918, unos 30.000 armenios residentes de Bakú fueron asesinados por fuerzas azeríes y turcas. Y el 23 de marzo de 1920 fue incendiada la ciudad de Shushí, entonces capital de Karabaj, dejando unas 20.000 víctimas armenias.
Tras la sovietización de Armenia, en junio de 1921 el gobierno de Ereván declaró que Nagorno Karabaj era “parte inseparable” de su territorio. Pero apenas unos días después, el 5 de julio, Josef Stalin, en su calidad de Comisario del Pueblo de Asuntos Nacionales, adoptó la decisión de separar a Nagorno Karabaj de Armenia y unirla al Azerbaiyán Soviético.
La cristalización de este proceso llegó el 7 de julio de 1923, cuando el Comité Central del Partido Comunista de Azerbaiyán otorgó el “derecho” de formar una Región Autónoma (oblast) a una parte menor de Nagorno Karabaj, aunque dependiendo políticamente de Bakú.
Estas injusticias y el instinto de supervivencia de los armenios derivaron en la declaración de independencia de Artsaj el 2 de septiembre de 1991, en ese momento bajo el nombre de República del Karabaj Montañoso o Alto Karabaj.
Paso a paso
Es importante saber que el conflicto armado en Artsaj (1988-1994) y el estado latente de enfrentamiento bélico que vive la región desde hace un cuarto de siglo, son el resultado de un proceso democrático, que buscó desanudar un orden político asfixiante. La guerra sobrevino como estrategia de autodefensa ante los ataques azeríes y de ningún modo fue lo que lideró el proceso político de autodeterminación.
A comienzos de 1988 las políticas de apertura (perestroika) y glasnost (transparencia) propiciadas por el último Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, renovaron los deseos de la población de Oblast Autónomo de Nagorno Karabaj, que dese 1923 formaba parte de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán y dio lugar a un moviemiento de autodeterminación.
Decenas de miles de armenios tomaron las calles y firmaron una petición, exigiendo la reunificación con la Armenia Soviética. Además, representantes de la Región Autónoma fueron enviados a Moscú para tramitar el caso con organismos gubernamentales.
El 20 de febrero de 1988, los Diputados del Pueblo decidieron en sesión extraordinaria del Consejo de la República Autónoma Nagorno Karabaj (soviética), y por por 110 votos a favor y 17 en contra, apelar al Soviet Supremo de la RSS de Azerbaiyán por la secesión, al Soviet Supremo de la RSS de Armenia para la unificación, y reclamar al Soviet Supremo de la URSS la aprobación en base a normas legales existentes.
Pese a la legalidad del reclamo y el apego a la Constitución de la URSS, el Kremlin decidió rechazar las demandas de Karabaj de reunificación con Armenia, apelando al artículo 78 de la Constitución y evitando de ese modo, sentar un precedente para otros reclamos territoriales. Las manifestaciones de armenios y también azeríes eran cada vez más multitudinarias.
A los asesinatos en masa de armenios del 27 al 29 de febrero de 1988 en Sumgait, que según el informe oficial dejaron un saldo de 32 armenios asesinados, le siguieron el progrom de Bakú en 1990 (65 muertos) además de aldeas saqueadas y quemadas, y las masacres de Maraghá en 1992, con medio centenar de muertos. Tras la masacre de Sumgait el enfrentamiento armado ya era inevitable.
Pero no fue hasta el 10 de diciembe de 1991, luego de la disolución de la Unión Soviética cuando la autoridad del Nagorno Karabaj organizó un referendum para que la poblacón decidiera acerca de la independencia de la República de Azerbaiyán. Votaron a favor 108.615 personas (99,98%) y 24 en contra. Hay que aclarar que la población azerí de Karabaj, que en ese momento representaba un 20% del total, boicoteó el referendum.
Tras la consulta el 6 de enero de 1992 se proclamó la independencia. Hasta el momento no hay ningún país miembro de la ONU que haya reconocido a Artsaj. Solo lo hicieron las repúblicas no reconocidas de Abjasia, Osetia del Sur y Transnistria, además de seis estados de los Estados Unidos.
Hoy Artsaj es un país que soporta el asedio militar de su vecino Azerbaiyán, pero que se rige con las leyes y las reglas de una república, con un gobierno democrático y buscando el desarrollo económico y social de la población.
Aunque hay que recordar que nadie puede desentenderse del estruendo de los tanques y misiles, y la extrema militarización y seguridad que debe mantener en su frontera.
Carlos Boyadjian
Periodista
coboyadjian@yahoo.com.ar
Artsaj y el Golán, hermanados por el reclamo
¿Qué tienen en común los Altos del Golán y Artsaj? Aparentemente, poco y nada, pero una mirada más detallada encuentra algunos vasos comunicantes. En principio, hay que recordar que ambos son territorios en disputa desde hace décadas, sin solución aparente a la vista. Pero hay otras similitudes, que hacen a estos casos mucho más relevantes.
Cuando en marzo de este año, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró que su país reconocería formalmente a los Altos del Golán como parte de Israel, casi todo el mundo rechazó la iniciativa. Sin embargo, tuvo un aliado inesperado, y fue nada menos que el gobierno de la República de Artsaj, independiente desde hace 28 años pero aún sin reconocimiento internacional.
“La declaración de Trump de que los Altos del Golán son una parte integral de Israel (que representan) un componente crítico de la seguridad de ese país y proporcionan estabilidad en la región, es un anuncio muy significativo y sin precedentes”, señaló David Babayan, vocero de la presidencia de Artsaj al portal de noticias news.am, según reportó la agencia de noticias Eurasianet, especializada en información Cáucaso Sur y Asia Central.
“Particularmente en el contexto de una resolución de Azerbaiyán-Artsaj… En este contexto, ha surgido una gran oportunidad para nosotros ”, enfatizó Babayan. La pregunta es en qué basa esta oportunidad, si es que efectivamente existe.
En principio, hay dos semejanzas relevantes. Mientras que los Altos del Golán son considerados internacionalmente parte de Siria, ocupados por Israel en la Guerra de los Seis Días en 1967, la comunidad internacional considera mayormente azerí al disputado territorio de Nagorno Karabaj (Artsaj para los armenios) y en especial los siete distritos que lo circundan. Sin embargo, desde 1994 son territorios ocupados por las Fuerzas de Autodefensa armenias.
Para Israel los Altos del Golán consitituyen un pilar de su seguridad y un factor clave en la provisión de agua para el Estado hebreo. Es una situación análoga a los siete distritos que rodean a Artsaj, en los que se encuentra la ciudad Karvachar. Para Babayan el anuncio de Trump abre la puerta para que los armenios “promuevan aún más activamente la importancia de Karvachar como un componente crítico de la seguridad de Armenia y Artsaj”.
C.B.