Breve cancionero de repertorio conocido acorde a estos tiempos
Mer Hairenik. De pequeños aprendimos el himno armenio junto al argentino. Si bien el segundo mantuvo y sigue manteniendo los mismos versos (con esas estrofas reducidas del original), el primero ha sufrido un cambio importante en la letra: “Patria nuestra, pobre y sin dueño, pisoteada por nuestros enemigos…” empezaba la canción cuando la cantábamos en el colegio a fines de los sesenta y mediados de los setenta. A partir de 1991 y con el regreso de la independencia de Armenia, esos versos se convirtieron en “Patria nuestra, libre e independiente, que ha vivido por los siglos…”. Así lo han aprendido las nuevas generaciones. Por algún motivo, hoy suena más cercana a la realidad la letra original de Mikael Nalbandian.
Yolanda. La Sonora Santanera y Pink Martini entre otros la han hecho famosa. ¿Dónde estás?, ¿Qué pasó?, Te busqué y no estás, ¿Qué pasó?… No sé si inspirados en ella, lo cierto es que el éxito del momento en Azerbaiyán se llama ¿Noldu Pashinyan? (¿Qué pasó Pashinyan?). Todos la cantan y la bailan: desde Aliyev con la aliyeva en los salones de fiesta, hasta los soldados azeríes en la intemperie nevada. Una canción de mal gusto y de extrema cacofonía utilizada para mofarse del primer ministro armenio. Noldu Pashinyan es furor en todos los festejos azeríes. Tan bajo hemos caído…
Yo pisaré… las calles nuevamente, de lo que fue Shushí ensangrentada, y en una hermosa plaza liberada, me detendré a llorar por los ausentes… Retornarán los libros, las canciones, que quemaron las manos asesinas, renacerá mi pueblo de sus ruinas y pagarán su culpa los traidores. La hermosa canción de Pablo Milanés dedicada a Santiago de Chile no puede ser más acorde a estos tiempos y a nuestra querida Shushí. Así será, aunque haya que esperar otros treinta años. Nadie puede quitarnos el derecho de bregar por lo nuestro. Y así como fue entregada, Shushí volverá. Y pisaremos sus calles nuevamente.
Ojalá… se te acabe la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta. Ojalá pase algo que te borre de pronto, una luz cegadora, un disparo de nieve… Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz, ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado, ojalá que el deseo se vaya tras de ti, a tu viejo gobierno, de difuntos y flores… Hermosa canción de Silvio Rodríguez. Cualquier semejanza con la realidad (no) es pura coincidencia.
Todavía… cantamos, todavía pedimos, todavía soñamos, todavía esperamos, a pesar de los golpes que asestó en nuestras vidas el ingenio del odio, desterrando al olvido a nuestros seres queridos… Víctor Heredia. Como los padres, esposas, hijos y hermanos que han perdido a los suyos en la última guerra o no saben de su paradero y todavía esperan… que les den la esperanza de saber que es posible.
Hoy comamos… y bebamos y cantemos y holguemos, que mañana ayunaremos. Juan del Encina. Villancico del renacimiento español y de la decadencia armenia.
Sardarabad. Cuando no queda salida ni solución, los locos encuentran invento. Así surgió la gran batalla. Así surgirá también el renacer de nuestra gente. Porque nosotros no hemos caído y siempre estamos cuando la campana de la casa dé la alarma… Las generaciones se reconocerán y aprenderán de sí mismas en Sardarabad. Y las campanas de victoria volverán a sonar. La batalla de Avarair en 451 dC, más conocida como Vartanants, también fue una derrota contra un enemigo más poderoso. Y tan sólo luego de treinta y tres años, los armenios lograron imponer sus condiciones a ese mismo enemigo. Porque no se dieron por vencidos.
Ricardo Yerganian
Exdirector del Diario Armenia