Cazadores de tesoros en Turquía destruyen patrimonio histórico armenio para buscar reliquias abandonadas durante el genocidio
Un artículo de The Economist escrito por el periodista Erin O’Brien el 9 de septiembre develó una situación actual en Turquía: los cazadores de tesoros turcos destruyen sitios históricos y patrimonio cultural armenio para buscar reliquias y objetos que dejaron los armenios durante el genocidio de 1915-1923.
"Los estereotipos racistas en Turquía han retratado a menudo a los armenios como acaparadores voraces (ignorando el hecho de que muchos eran muy pobres). No pasó mucho tiempo antes de que la gente especulara con que los armenios que huían del genocidio habían enterrado sus objetos de valor, con la esperanza de que algún día regresaran. La opinión académica varía en cuanto a lo extendida que estaba realmente la práctica, pero los expertos en general coinciden en que cualquier tesoro enterrado probablemente fue encontrado poco después del genocidio", explica el artículo.
"A veces la búsqueda de riquezas es inofensiva. Pero las excavaciones frenéticas que tienen lugar en las iglesias y cementerios armenios están destruyendo el tejido histórico del país. Los artefactos son desviados a comerciantes privados, y los métodos toscos de los cazadores causan daños irreparables a los sitios arqueológicos", explica el autor.
"Ahora la búsqueda de tesoros me parece más popular que nunca, en parte como resultado de la actual crisis económica de Turquía. En julio, la inflación subió al 60% en el último año y la lira ha perdido más del 80% de su valor frente al dólar en los últimos cinco años. Menos de la mitad de los turcos trabajan a tiempo completo", es el contexto.
Según la investigación, "Según "de acuerdo con la ley turca, los posibles cazadores de tesoros deben obtener una licencia del Ministerio de Cultura y Turismo. Sin embargo, estas licencias se otorgan solo para su uso en áreas que el gobierno considera desprovistas de cualquier valor cultural o ambiental. Entre ellas se incluyen muchos sitios históricos armenios. También caducan después de un mes de excavación, momento en el que la búsqueda –que debe realizarse en un terreno de 100 metros cuadrados y ser supervisada por un funcionario de un museo estatal local– tiene que abandonarse si no se ha encontrado nada. Todo lo desenterrado que el ministerio considere de valor cultural –generalmente artefactos del pasado islámico de Turquía, más que cristiano– se transfiere al museo estatal local y pasa a ser propiedad del ministerio. El cazador de tesoros recibe entonces una tarifa equivalente al 50% del valor determinado por el gobierno si el terreno donde se encontró el tesoro es público, y al 40% si el terreno es privado (el 10% va al propietario del terreno)".