“Comenzar una era con una página nueva y limpia”
En un momento crítico para Armenia y la nación armenia en su conjunto, el primer ministro Nikol Pashinyan acumula declaraciones y acciones que generan desconcierto e indignación. Sus últimas posturas sobre la identidad armenia, el Genocidio Armenio y su silencio ante los juicios a líderes armenios en Bakú profundizaron el descontento dentro y fuera del país.
El jefe de gobierno parece haber emprendido una cruzada personal para redefinir el significado de ser armenio. Su afirmación de que "sin un Estado no hay identidad" es una simplificación peligrosa y una ofensa a la diáspora que, durante siglos, mantuvo viva la esencia del pueblo armenio en ausencia de un Estado soberano. Desde la pérdida de la independencia en el siglo XIV hasta la proclamación de la Primera República en 1918, y durante los años del dominio soviético, la identidad armenia no solo sobrevivió, sino que se fortaleció a través de sus comunidades en todo el mundo. Pashinyan ignora deliberadamente este hecho y, con ello, a millones de armenios que construyeron y defendieron su identidad sin depender de un aparato estatal. En este sentido, es imprescindible la lectura del artículo de Khatchik DerGhougassian que publicamos días atrás.
A esta postura errónea se suma una declaración aún más alarmante: la relativización del Genocidio Armenio. En un encuentro reciente con un reducido número de armenios en Suiza, el Primer Ministro repitió argumentos negacionistas minimizando la dimensión de los crímenes cometidos por el Imperio Otomano entre 1915 y 1923. Esta actitud no solo socava décadas de lucha por el reconocimiento internacional del Genocidio, sino que deshonra la memoria de los mártires y debilita la posición de Armenia en el escenario global. Ante el revuelo que produjo, el Primer Ministro se desdijo días después, al igual que en su momento lo hizo Zareh Sinanyan, el Alto Comisionado de la Diáspora un año atrás. Una cosa es clara: desde el gobierno armenio están intentando de banalizar el Genocidio de a poco.
En su visita a los Estados Unidos de principios de esta semana, Pashinyan declaró, ante otro grupo reducido de armenios elegidos especialmente para la ocasión y sin que nadie alzara su voz, que su gobierno está dispuesto a aceptar varios puntos propuestos por Azerbaiyán para avanzar en la normalización de las relaciones bilaterales, incluyendo la retirada de demandas presentadas contra Bakú en organismos internacionales. También dijo, en forma insólita, que la derrota en la guerra de 2020 “le dio a Armenia la oportunidad de tener un Estado independiente y soberano” (¿?).
"Proponemos terminar con las discusiones sobre temas de conflicto y abrir una nueva era de relaciones bilaterales, comenzando con una página nueva y limpia", afirmó Pashinyan. Por si al lector no le queda claro, si fuera por el Primer Ministro armenio, Aliyev quedaría impune ante los graves crímenes cometidos.
Al día siguiente de estas declaraciones subyugadas de Nikol Pashinyan, el Dr. Luis Moreno Ocampo, primer fiscal de la Corte Penal Internacional, explicó que "Armenia puede retirarse de los casos de la Corte Penal Internacional", pero "el fiscal seguirá teniendo la autoridad de investigar cualquier delito cometido entre mayo de 2021 y un año después de la retirada". "Eso significa que los delitos cometidos en ese período y, en particular, la deportación y el genocidio de Nagorno Karabaj podrían ser investigados por el fiscal siempre. No está bajo la autoridad de Armenia, es la autoridad del fiscal", aclaró Moreno Ocampo.
Si el discurso de Pashinyan resulta preocupante, también lo es su silencio. Mientras en Bakú se llevan a cabo juicios ilegítimos contra líderes, soldados y civiles armenios, incluyendo exautoridades de Artsaj, el Primer Ministro permanece callado. No hubo una condena firme, ni una estrategia diplomática visible para denunciar este atropello a los derechos humanos. Su pasividad contrasta con la respuesta de otras organizaciones armenias en la diáspora, que levantaron la voz en defensa de los prisioneros políticos, exigiendo su liberación y denunciando la instrumentalización de la justicia por parte del régimen de Aliyev.
El liderazgo de Pashinyan no solo se caracteriza por concesiones territoriales sino también por su desconexión con la gravedad de las amenazas que enfrenta Armenia. Mientras Ilham Aliyev lanza advertencias de guerra y refuerza la retórica belicista contra Armenia, el Primer Ministro responde con selfies en las que aparece antes y después de afeitarse su clásica barba y reflexiones triviales, como si el conflicto pudiera enfrentarse con gestos simbólicos en redes sociales. "Quienes nos critican por ser públicos quieren que la vida en Armenia se paralice y que prevalezca un clima bélico", respondió Pashinyan a la catarata de reproches que recibió en las redes. "En Armenia la vida está en pleno apogeo y se está construyendo la paz", agregó.
El caso del video que causó indignación
A todo lo descripto de estas últimas semanas, se suma la reciente polémica por la difusión de un video grabado en la Plaza de la República de Ereván (Hrabarak), donde un grupo de ciudadanos iraníes de origen azerbaiyano celebró la conquista de Artsaj con cantos provocadores en pleno corazón de la capital armenia. El video comenzó a circular en redes el 30 de enero y generó indignación, pero la respuesta de las autoridades fue aún más alarmante: en lugar de procesar a los protagonistas del acto, el Servicio de Seguridad Nacional arrestó al científico de Artsaj Gharib Babayan, quien había compartido las imágenes en redes sociales. El exministro de Estado de Artsaj, Artak Beglaryan, denunció que el gobierno armenio "prefiere criminalizar a un ciudadano armenio antes que actuar contra una provocación extranjera en la capital del país".
Un gobierno que relativiza, cede y calla
La combinación de declaraciones polémicas, omisiones estratégicas y frivolidad ante amenazas concretas debilita la posición de Armenia frente a sus enemigos históricos. El mandato de Pashinyan está marcado por concesiones territoriales y una evidente incomodidad con el peso de la historia armenia. Sea por cálculo político, por presión externa o por una visión errada de la historia, el resultado es el mismo: el Primer Ministro de Armenia está alejándose cada vez más de las aspiraciones y necesidades del pueblo.
Mientras Armenia enfrenta una de las etapas más delicadas de su historia reciente, su gobierno no solo se muestra incapaz de defender sus intereses nacionales, sino que además persigue a quienes denuncian la claudicación oficial. El destino de Armenia no puede quedar en manos de un liderazgo que cede, que relativiza y que calla. La nación armenia, dentro y fuera del país, merece un gobierno que la represente con dignidad y convicción.
Pablo Kendikian
Director de Diario ARMENIA