Conversatorio sobre Aurora Mardiganian entre los alumnos del colegio San Gregorio El Iluminador y Eduardo Kozanlian
En el marco de las actividades en conmemoración del 109° aniversario del Genocidio Armenio, y como cierre del proyecto que programó la dirección del Instituto San Gregorio El Iluminador, los alumnos del nivel secundario del colegio participaron de un interesante conversatorio con Eduardo Kozanlian, investigador y recopilador de la nueva edición del libro Subasta de Almas - Armenia Arrasada, de Aurora Mardiganian.
Los estudiantes y docentes participaron del encuentro para conversar y reflexionar en torno a Aurora Mardiganian, sobreviviente del Genocidio Armenio, junto al invitado Kozanlian que, gracias a su labor de investigación y su perseverancia, rescató el único fragmento del film de 1919 que documenta el genocidio sufrido por el pueblo armenio perpetrado por el Estado turco-otomano.
Los estudiantes de 4° año leyeron textos de su creación en los que se hace referencia a la historia de vida de Aurora que tenía 14 años en 1915. Además hicieron hincapié en la importancia del film y del libro como testimonio insoslayable de la matanza planificada de la que fue víctima el pueblo armenio.
Por su parte, los alumnos de 1° año habían participado de un proyecto artístico de distintas etapas centrado en Aurora y a partir de ahí armaron un taller para poder expresar sus emociones a través de la danza y las artes plásticas, guiados por Anahid Silaci Karamanian y Patricia Zipcioglu, docentes de baile armenio y de Cultura.
Antes de las palabras de Kozanlian, Patricia Zipcioglu brindó una mirada diferente de la temática del genocidio abordando el tema desde los niños sobrevivientes de las masacres que fueron rescatados por familias árabes o bien alojados en orfanatos.
Eduardo Kozanlian, quien comentó que también fue alumno del colegio, describió aspectos desconocidos de la vida de Aurora, cómo supo de la existencia del film y su largo recorrido hasta el encuentro con los hasta ahora únicos 15 minutos de la película, tramo que fue exhibido para los alumnos en el conversatorio.
“Los pueblos que pierden la memoria están destinados a desaparecer. El primer trabajo de Aurora en el exilio fue dejar su legado escrito. Su memoria es la del pueblo armenio”, afirmó Kozanlian tras agradecer y felicitar a la rectora de la sección secundaria, Carina Tastzian y a las docentes “por convocar al espíritu de Aurora Mardiganian como uno de los temas para el 109° aniversario de aquel fatídico 1915”.
“Para nosotros fue un honor contar con el testimonio de Eduardo”, dijo la rectora de la secundaria Carina Tastzian a Diario ARMENIA. “Los alumnos quedaron encantados. Fue muy interesante encontrar a una persona con esa pasión y dedicación por mantener la Historia. Fue un espacio muy ameno y una experiencia enriquecedora para nuestros estudiantes”, agregó Tastzian y remató: “Seguimos transmitiendo la Memoria del Genocidio Armenio para no olvidar”.
Aurora, Eduardo y una historia viva: La historia de Aurora Mardiganian en la contratapa de Clarín
El periodista y escritor Horacio Convertini escribió y publicó un estremecedor texto en la contratapa del diario Clarín del 23 de mayo de 2024 sobre Aurora Mardiganian y la apasionada búsqueda de Eduardo Kozanlian de su film.
Todas las personas tienen una historia que contar y Eduardo Kozanlián narra la suya con los ojos iluminados por la emoción en un ruidoso bar de Caballito. Empieza con él de 14 años, el día en que abre el cajón de un escritorio y encuentra un libro. Es el regalo que un italiano, Pierino Faggioli, le ha hecho a su padre: un ejemplar de “Subasta de almas”, la autobiografía de Aurora Mardiganián.
El volumen es viejo y ha sido reencuadernado, pero eso le importa poco a este chico nacido en Bucarest en 1947 y afincado luego en Buenos Aires. El drama que está leyendo lo captura porque hunde sus raíces en una tragedia que también involucró a su propia familia (el genocidio armenio que tuvo lugar entre 1915 y 1923 a manos del entonces imperio turco-otomano) y porque relata los padecimientos de una adolescente de su edad. Los mecanismos de identificación se activan y dejarán en Eduardo una marca que aún perdura.
Aurora (descripta en el libro como “una muchacha pequeña, de cabellera negra y brillante”) sobrevivió a los asesinatos de su padre, su madre y sus hermanos, fue obligada a una brutal marcha de más de dos mil kilómetros, torturada por sostener su fe cristiana, sometida sexualmente en los harenes de los pashá y vendida como esclava hasta que un misionero canadiense pudo rescatarla. Con la ayuda de la Fundación de Medio Oriente, la joven emigró a Nueva York y allí contó su calvario.
La primera edición de “Subasta de almas” salió en 1918 y el libro fue llevado enseguida al cine como “Armenia arrasada”, con Aurora interpretándose a sí misma. Fue la primera película de la historia sobre un genocidio y llegó a estrenarse en Buenos Aires en 1920.
Pasan los años y Eduardo se convierte en un activo militante de la causa armenia. Una de sus metas es encontrar el filme de Aurora, del que han desparecido todas las copias. Él solo ha visto fotogramas.
En 1994 viaja a Ereván, capital de la actual Armenia. Convencido de que lo que no se transmite se pierde, revuelve archivos y museos en busca de registros fílmicos del genocidio. Hasta que casi por azar da con dos rollos olvidados que sólo se pueden ver en un proyector atípico: un escritorio que tiene tapa de cristal a modo de pantalla. Los primeros minutos son imágenes bélicas de la Primera Guerra Mundial. Pero luego aparecen escenas de una película muda con una actriz a la que cree reconocer. “Aurora”, dice con los ojos llenos de lágrimas, tres décadas después del hallazgo.
Aurora Mardiganián murió en Los Ángeles el mismo año en que Eduardo recuperaba de los sótanos de un ex archivo soviético los únicos quince minutos que existen en todo el mundo de “Armenia arrasada”.
Hoy, una nueva reedición en castellano de “Subasta de almas”, enriquecida con documentación recabada por el propio Eduardo y por el historiador Vartián Matiossián, parece completar aquel camino que se abrió en Buenos Aires, casi subrepticiamente, cuando un chico descubrió un libro conmovedor en el escritorio de su padre.
Horacio Convertini