Dr. Juan Kassardjian: “Resistiendo a la opresión y la barbarie, el pueblo armenio logró su independencia”
Mensaje pronunciado en nombre del Tashnagtsutiún por el compañero Juan Kassardjian en el festejo del Centenario de la República de Armenia
“Estamos aquí conmemorando la creación de la República del 18, y para honrar y celebrar a quienes nos precedieron. Más de cuatro mil quinientos años de cultura, de historia, nos han convertido en lo que somos. Cultura que cada miembro del pueblo ha llevado consigo a los distintos lugares que habitó. Hemos dejado nuestra impronta en cada pueblo con el que hemos convivido. Entre tantas cosas… aportamos a la humanidad el uso del bronce, el del hierro… y desde nuestro carácter, proyectamos sobre ella la luz de la defensa de los Derechos Humanos no sólo como un principio ético, ideológico, político, social, y jurídico, sino como un verdadero estandarte de vida.
Nuestra cultura precede por siglos al genocidio. El Genocidio nos atravesó pero no nos definió. Somos los hijos de una cultura milenaria, no de un dolor centenario. Es justamente esa cultura, ese “ser armenio”, el objetivo del genocida.
No decimos que no nos haya dejado marcas, por el contrario han sido dolorosas y enormes. Pero, aunque amargamente y contra nuestra voluntad, son marcas que combinadas con nuestro pasado han definido por mayor contraste nuestro ser nacional, nuestra identidad, nuestra armenidad y nuestro espíritu.
Así solidarios y generosos, curiosos, ávidos de saber, respetuosos de los derechos, inquebrantables… Pero también rebeldes ante el injusto, inclaudicables en la lucha, desobedientes ante el atropello, insubordinados a la esclavitud, alzadores de voces ante la maldad… así el ser armenio que inspiró a nuestro pueblo, así es el espíritu de cada militante armenio a lo largo de cualquier tiempo y espacio.
Frente a la opresión y la barbarie, ante las disyuntivas entre la vida y la muerte, la existencia y la negación, el pueblo armenio tomó la trascendental decisión de convertirse en un Estado Soberano, una república… la más hermosa, la República del 18. Vaya que fue una república soñada… Adelantada para su época.
Una república donde la mujer era considerada en su real dimensión, en el plano de la igualdad plena. Una república democrática, donde todos tenían representación en el parlamento, sin importar su número ni religión, donde participaban del proceso democrático todas las fracciones sociales y políticas.
Una república que pretendía educación pública y gratuita, para que todos tuvieran igualdad de oportunidades en su desarrollo. Una república con todos adentro, sin excluidos, que se hacía cargo de los huérfanos, los niños, las niñas y los ancianos. Que enarbolaba el derecho a la salud como un bien común y derecho fundamental. Que desterraba la esclavización pues no admitía que ningún humano fuera sometido a la servidumbre.
Vaya que fue soñada. Piensen en que aún hoy, hay lugares del planeta donde las personas no gozan éstos derechos.
Un proyecto de gobierno progresista que ponía en primer plano su fuerte identidad nacional, su espíritu su cultura. Y esa República dejó entre tantos legados, el himno, la tricolor, el escudo y el de un Estado comprometido con la reunificación territorial, con la democracia y con la justicia social.
Deliberadamente no vamos a nombrar a ninguno de los dirigentes de aquella gesta, salvo uno que revelaremos al final aprovechándonos del privilegio de la palabra.
Y no queremos evocar a ninguno en especial no porque no reconozcamos sus méritos, que son titánicos si se entiende que aquellos fueron logrados en la más cruel de las adversidades, en las peores de las circunstancias, … sino porque queremos colocar en un plano de igualdad al general, al soldado y al fedaí; al pueblo devenido en auxiliares, combatientes, cocineros, médicos, enfermeros, etc. En fin, a todos aquellos, sin diferencias de género ni edad, que se consagraron por la libertad, por la integridad del pueblo armenio a lo largo de la historia, a los que trabajaron para mantener su cultura, a los que sacrificaron algo de sus vidas en pos de su comunidad…
Vienen a nuestra mente los compañeros del Líbano en los años 70 o los de ahora en Siria, civiles devenidos en custodios armados de nuestros barrios, iglesia, colegios y clubes… los de Djavajk, los de Artsaj…. Los de cualquier lugar donde la diáspora trabaja y mantiene vivo el mismo espíritu de armenidad…
Honramos a esos compañeros de lucha dispersos en el mundo, que han hecho que lo justo se haga posible, que lo bueno triunfe sobre lo malo, que el respeto a la vida, a la diversidad, a la diferencia, a la verdad, a la memoria y a la justicia, sean una bandera palmaria del Pueblo Armenio, para su propio destino y para todos los pueblos oprimidos por el odio.
Cada uno de esos militantes es un militante de los Derechos Humanos que ha abandonado su papel de atormentado para enrolarse en la lucha activa… incansables aún en momentos de soledad, desde el primer momento luego del genocidio hasta el día de hoy… Constantes como la gota que perfora la piedra…
Inculcaron en todas las sociedades a las que sumaron el respeto por la vida y los DDHH, las leyes del corazón, la solidaridady la diversidad como valores y pilares fundamentales de comunidades justas. En fin, celebramos a los buenos que no son indiferentes ante la maldad y que no permiten que el pueblo armenio camine solitario en su reclamo.
En lo personal, mis mayores fueron artífices de ese espíritu en mí, de mi identidad armenia y de sus valores.
En ésta bendita escuela ocuparon mi imaginario héroes de nuestra historia como Kachn Vartán, Antranik, Neshté, Tro, entre tantos…
Con medio siglo de vida entiendo personalmente que toda esa educación nos dio las herramientas para entender una verdad mayor… una verdad que ahora me es revelada: “Los héroes son hombres comunes”… Los mayores héroes son los que incansablemente siguen los buenos ideales, aquellos que siguen la verdad aunque su comodidad, sus intereses personales y hasta su propia vida esté en juego. A esta altura de la vida entiendo que mis héroes se encuentran codo a codo, cada día, como hoy en este colegio…
Los héroes son MIS compañeros y compañeras, los del presente y los del pasado; los que trabajan y luchan por una Armenia libre, unida e independiente, pero también justa y solidaria… porque su espíritu armenio así lo exige. Los héroes están aquí, los héroes son UDS…. los jóvenes que sirven las mesas, los que cocinan para viajar a Armenia, los responsables de este colegio que hacen mucho más que trabajar, los que organizaron esta fiesta …mis héroes son Kaspar, Vartanush, Ardash, Pedro, Arturo, Carlos Hassassian (que Dios lo tenga en la gloria)… Onnik, Sarita,.. en definitiva, todos los que dan ejemplo de integridad y coherencia.
Los que resisten en Karabagh, siendo blanco de los francotiradores azeríes en la frontera; los que salieron a las calles de toda Armenia exigiendo un cambio drástico en la conducción de la patria demandando igualdad social, más democracia, una vida digna para todos, ideas a las que sin duda adherimos, a las que sin dudas apoyamos y hacemos votos para que las nuevas autoridades cumplan con el mandato popular exigido.
Antes de terminar, les revelaré la pequeña incógnita… una excepción injusta pero fundada, respecto a uno de los gestores de la República del 18. Digo que es injusta porque debiera nombrarlos a todos sin olvidar a ninguno, pero es fundada porque estamos aquí, y ésta fue en un tiempo su casa.
En honor al héroe que en el brindis representará a todos nuestros héroes… el hombre que escapó de Siberia… el compañero de celda de Nshté en la cárcel Vladimir… el exdirector del colegio Jrimian… el compañero Hovhannés Devedjian.
Alcemos la copa por la República del 18, Viva por siempre el 28 de Mayo de 1918, ¡Gloria eterna a los hombres y mujeres que lo hicieron realidad! ¡Viva Artsaj! ¡Viva la República de Armenia, Libre, Independiente y Unificada!
Imagen gentileza Vahe Vahuni Mikaelyan