Editorial de Marzig * ¿Cómo seducirlos…?
Todas las épocas han tenido sus desafíos, así como los medios para enfrentarlos y superarlos. Los desafíos característicos de nuestros días están vinculados al tiempo y a la distancia.
El tiempo está ligado a la velocidad, a dar pasos con rapidez ante las exigencias diarias, con el imperativo de adecuarse con rapidez, evolucionar y cambiar con rapidez. Mientras que la distancia está ligada a la tecnología moderna, gracias a la cual la geografía y los límites se convirtieron en temporarios.
Las nuevas generaciones se desarrollan en medio de nuevas condiciones, donde el tiempo y la distancia eliminan las diferencias entre los hombres, y se destruyen las identidades colectivas. Se ponen en peligro los valores nacionales, las culturas y las aspiraciones.
El mundo se ha empequeñecido y los sueños de la juventud han crecido. Sueños que están ligados a las nuevas concepciones del tiempo y la distancia. De hecho, hoy los jóvenes trabajan más pero tienen menos riquezas. Tienen más cosas, pero tienen menos alegría. Tienen más conocidos, pero menos amigos.
Este mundo empequeñecido está aterrado y la juventud debe soportar las serias consecuencias de las diversas crisis. Oriente vive una crisis religiosa extremista y Occidente se enfrenta a un liberalismo extremo y a la crisis de la globalización. Observamos la pérdida de los valores religiosos, cívicos y culturales, en todos los niveles.
En medio de todo esto, ¿dónde está la juventud armenia?, ¿adentro de nuestras instituciones o alrededor de ellas?, o es el principal ausente en nuestra vida.
¿Y qué hacemos nosotros, como mayores, como comunidad, como nación o estado, como iglesia e instituciones, para seducir a la juventud armenia e incorporarla a nuestra vida colectiva.
Aceptemos que, hasta ahora, ellos han elegido sus propios medios. Las nuevas realidades sugieren nuevas formas de acercamiento. Nuestras estructuras comunitarias han comenzado a perder el atractivo de antaño. Se está erosionando el capital de trabajo del pasado, si es que ya no se perdió. La institucionalidad dejó de ser una característica hereditaria. Los hijos no siguen el ejemplo de sus padres, porque la concepción sobre la capacitación ha cambiado y una pregunta se hace obligatoria: ¿nuestros valores tradicionales se corresponden con las preocupaciones, condiciones y expectativas de las nuevas generaciones?
La juventud de hoy tiene mayores conocimientos que la de sus padres o sus dirigentes. La juventud actual es idólatra. El ídolo es la máquina y las herramientas son el teléfono, la computadora, el televisor, etc. Viven en un mundo diferente al de sus antecesores. Un mundo irreal e imaginario. Es en el mundo de internet donde se pasa la mayor parte del tiempo, en vez de la casa y su entorno. ¿Cómo llegar a ese mundo? ¿En qué idioma debemos comunicarnos con estos jóvenes que día tras día dominan nuevos medios de comunicación social y ponen en duda la necesidad de juntarse para desarrollar un seminario?
La juventud busca novedades y la modernidad a su alrededor. Busca conquistar amplios horizontes. No pretende subordinarse a estructuras estatutarias y reglamentarias. Prefiere participar en las actividades institucionales, pero no asociarse a la institución. Prefiere ser simpatizante, en vez de asumir compromisos y responsabilidades. Prefiere trabajar para un objetivo específico, en vez de hacerlo para todas las obligaciones institucionales.
El interés de los nuevos, gira en torno a las cuestiones sociales y humanas, en vez de las preocupaciones por las cuestiones nacionales e institucionales, porque el campo de acción de las primeras es ilimitado, según ellos, mientras que las cuestiones nacionales e institucionales están condenadas a un ámbito limitado.
Todas estas realidades hacen que debamos adecuarnos a las nuevas situaciones y a partir de allí trabajar con mayor ritmo, utilizando modernos métodos de capacitación y comunicación, información profesional, adecuadas estructuras contemporáneas y políticas de apertura de nuestro círculo.
Debemos llegar a la juventud alejada de nosotros. Para ello debemos modernizarnos y fortalecernos. El lenguaje de la competencia del mundo actual, no admite a los que se frenan o retroceden. Es la hora de unir el conocimiento a nuestra fe y buscar en el pasado diferentes medios, más analizados, más convincentes y más eficaces para seducir a la juventud.
Seducir a la juventud, acercarlos a nosotros, trasmitirles espíritu y conocimientos armenios, para que se sientan orgullosos de ser armenios, para que se consoliden con sus raíces y se desarrollen:
Para nuestra vida colectiva, Para la armenidad y Armenia.
*Publicación de la Comisión Central de Homenetmen