El día que el emperador Augusto proclamó “Armenia capta”

28 de octubre de 2021

Si la nota Las dos cosas que Lúculo se llevó de Armenia ha sido del agrado de los lectores, les proponemos hoy la continuación de lo que constituye una “miniserie” basada en hechos reales. Al fin y al cabo, con tantas historias de vikingos, ingleses y otomanos ¿Por qué no dedicar una producción “netflixiana” a la antigua Armenia?

Hemos relatado en esa nota que luego del acuerdo con Pompeyo, Tigrán el Grande sigue su reinado durante diez años más y tal parece que en ese período, cumple con su compromiso de ser “aliado y amigo de Roma”. Tras su muerte en el año 56 a.C. lo sucede su hijo Ardavazt. Dueño de una vasta educación, reinará durante largos veinte años, en el transcurso de los cuales Roma perderá a Armenia como Estado aliado en contra de los partos.

¿Cómo y por qué se produce este rotundo cambio en la política exterior del Reino de Armenia?

Digamos en primer lugar, que Roma tiene la desgracia de ser representada en Oriente por un sesentón aristócrata llamado Marco Licinio Craso quien no tiene mérito alguno más allá de su inmensa fortuna. Será además, el responsable de una de las mayores derrotas militares en los anales de Roma. A Craso lo sucederá un valiente militar pero mediocre líder politico: Marco Antonio, quien luego de caer bajo la influencia de Cleopatra pondrá en serio peligro los intereses de Roma...

Pero como siempre, vayamos por partes.

En el año 60 a.C., es decir a finales del reinado de Tigrán el Grande, se produce en Roma un cambio institucional: se establece el primer Triunvirato compuesto por Pompeyo, Craso y Julio César, mediante el cual se dividen el mundo romano en ese orden de importancia: Pompeyo es a la sazón el que gracias a su gloria se impone sobre los otros dos. Craso tan sólo un magnate de leyenda. Y César por el momento, un hábil diplomático (“tenía todos los vicios pero ningún defecto” dice Tácito de él).

En dicha división territorial, Craso recibe el Oriente y en el año 56 se lanza a la gran aventura de atacar al imperio parto, el cual hasta el momento sigue sin ser conquistado y constituye una amenaza para las fronteras orientales de Roma.

En su carácter de “aliado” de Roma debido al acuerdo de su padre con Pompeyo, el rey armenio Ardavaztpropone a Craso un plan de guerra según el cual el ejército romano avanzaría hasta Armenia y desde allí, en un terreno propicio para su pesada infantería, se lanzaría sobre Media Atropatene (actual región de Tabriz, al noroeste de Irán) centro del poder real de los partos.

Pero ya sea por su arrogancia o por su desmedida ambición, con la intención de ocupar lo más rápido posible la capital parta Ctesifonte (sede de los tesoros imperiales ubicada en la Mesopotamia), Craso rechaza el lógico plan de Ardavazt. Según algunos, esta decisión del triunviro romano es la que dará lugar a una frase que utilizamos hasta el presente: ¡Craso error!

Así pues, Craso decide lanzarse con sus legiones desde Siria hacia la Mesopotamia. Lo acompañarán además, seis mil jinetes armenios enviados como ayuda por el rey armenio. En respuesta, el monarca parto Orodes II (foto abajo) moviliza sus tropas en dos direcciones: una hacia el oeste para hacer frente a los romanos y una encabezada por el mismísimo rey hacia el norte, en contra de la Armenia aliada de Roma.

El temible ejército parto, formado principalmente por hábiles jinetes arqueros y por la poderosa caballería pesada “catafracta”, sorprende y aplasta al ejército romano en la batalla de Carras (actual Jarán en Turquía) en el año 53 a.C. Craso es interceptado y asesinado y su cabeza enviada como trofeo al rey parto. De los cerca de cuarenta mil soldados que cruzan el Éufrates en busca de la gloria prometida por Craso, unos veinte mil pierden su vida y otros diez mil caen prisioneros. Las tropas romanas sobrevivientes regresan a Siria al mando de Gayo Casio.

Frente a uno de los mayores desastres militares de la historia de Roma, las fuentes achacan la catastrófica elección del emplazamiento de la batalla -en pleno terreno desértico- a la incapacidad militar de Craso, así como a los engaños de un aliado árabe de nombre Abkar, que traiciona al general romano.

Por su parte, algunos historiadores y en especial Plutarco, apuntan al rey armenio como uno de los responsables de la tragedia... por haber convocado de regreso a Armenia a los seis mil jinetes que había puesto a disposición de Craso. ¿Y qué se supone que debía hacer Ardavazt frente al inminente ataque de los partos a las fronteras de Armenia?

Luego de la gravísima derrota de los romanos en el campo de batalla, Armenia no puede hacer frente al ataque de los partos y Ardavazt se ve obligado a firmar un pacto: entrega el sur del país y consolida una “alianza” con Partia mediante la boda de su hermana con uno de los hijos del rey Orodes.

Ardavazt es consciente de que los partos son los tradicionales enemigos de Armenia desde la época de su padre. Pero al mismo tiempo, se da cuenta de que no es posible adoptar otra actitud más que la de pactar con ellos, luego del desastre militar romano en Oriente. En los años posteriores, Roma no podrá restablecer su posición en la región debido a las luchas internas entre César y Pompeyo que acabarán con la derrota de este último en la célebre batalla de Fársala, en Grecia, en el año 48 a.C.

El plan inconcluso de César

Dueño y señor ahora de Roma, César decide vengar la derrota de Craso e inicia los preparativos para una gran campaña bélica contra Partia. Pero en el interín muere apuñalado por los conspiradores en el recinto del Senado... Su plan, que más tarde será continuado por Marco Antonio, era el mismo que Ardavazt había propuesto a Craso: atacar a los partos a través de Armenia y no de la Mesopotamia.

“El plan de César consistía en concentrar cien mil hombres en la meseta de Erzerum en Armenia y desde allí llegar hasta el Arax y cruzándolo penetrar en Media Atropatene, Estado vasallo de Partia. Si el monarca parto decidía correr en ayuda de su rey vasallo, el ejército romano libraría las batallas decisivas en un sitio claramente favorable ya que su retaguardia estaría protegida. Si los partos decidían abandonar al rey vasallo a su suerte, Media Atropatene se convertiría en la primera etapa de la victoria romana y base del posterior ataque contra Partia”. (1)

Este plan se pone en marcha en la primavera del año 36 a.C. bajo el mando de Marco Antonio quien con nueve legiones inicia su campaña desde Siria. Su esposa Cleopatra lo acompaña hasta llegar al Éufrates. Una vez cruzado el río se dirige hacia la meseta de Erzerum, donde se le acoplan otras seis legiones. Los reyes de Armenia y del Ponto se ponen de su lado: Armenia lo ayuda con seis mil jinetes y diez mil infantes. En total, las fuerzas de Marco Antonio suman más de 100.000 hombres contra los 50.000 de los partos, de los cuales 40.000 son jinetes.

Pero hete aquí que debido a la gran urgencia de Marco Antonio por volver a los brazos de Cleopatra o a la necesidad imperiosa de obtener una rápida victoria para regresar glorioso a Roma (donde su oponente  Octavio ha pasado a la acción política), el militar romano comete un grave error: en lugar de avanzar paulatinamente con el conjunto de sus fuerzas, incluso de esperar y pasar el invierno en Armenia, Marco Antonio se lanza al ataque dejando atrás la pesada maquinaria de guerra.

Así, mientras las máquinas de destrucción romanas avanzan lentamente a través del valle del Arax (en la actual dirección de Erzerum-Yereván-Djulfa), Marco Antonio junto al grueso de su ejército toma el camino más corto (probablemente a través de Erzerum-Mush-Van) y asedia la fortaleza de la capital de Media Atropatene. Ni tontos ni perezosos, los partos aprovechan la oportunidad y se lanzan contra la caravana que transporta la maquinaria de guerra romana, la que es destruida completamente en la batalla de Gazaca (al sur del lago Urmia, localidad de ubicación desconocida).

Sin el apoyo de sus aparatos de destrucción y bajo el constante ataque de los jinetes arqueros partos quienes hábilmente evitan una confrontación a gran escala, a Marco Antonio se le hace imposible conquistar la capital meda. Cuando se acerca el invierno, se ve obligado a levantar el asedio a la fortaleza y comienza la retirada hacia Artashat recorriendo una distancia de 500 kilómetros en territorio enemigo, bajo el permanente acoso de los cuarenta mil jinetes partos (foto abajo). El ejército romano exhausto finalmente llega a Armenia cruzando el Arax (probablemente por Djulfa) y se encuentra ya en un país aliado donde logra abastecerse, descansar y seguir su camino de regreso.

A pesar de la valentía de Marco Antonio, la campaña es un total fracaso para los romanos. Y este fracaso militar llega justo en el momento en que a Roma le es imprescindible una victoria. “La retirada de Persia significó para Marco Antonio lo mismo que para Napoleón la retirada de Rusia: el principio de su caída. Fue en parte gracias a eso que Octavio se convirtió en Augusto”, dice Ferrero.

Marco Antonio intenta cubrir su derrota enviando informes de “victoria” a Roma. Pero cuando la noticia del fracaso trasciende, necesita de un chivo expiatorio: el rey armenio Ardavazt, quien viendo el desastre en Gazaca, ha retirado sus soldados del campamento romano...  

Paradójicamente, es gracias al monarca armenio que el ejército romano se salva de la destrucción total y es el mismo Marco Antonio quien le agradece en su momento por los servicios prestados. Plutarco describe cómo son atendidos los soldados romanos en Armenia luego de las privaciones a las que son sometidos durante los ataques partos.

Pero más tarde el mismo Plutarco y Estrabón se hacen eco de las acusaciones de Marco Antonio contra el rey Ardavazt. Es obvio que las mismas no tienen asidero. Se trata de la tradicional postura de la mayoría de los historiadores romanos, quienes pretenden explicar los fracasos de Roma mediante la “traición” de sus aliados...

Los malos consejos de Cleopatra

Una vez de regreso, Marco Antonio se entrega en Antioquía a unos escandalosos banquetes en compañía de Cleopatra. Y siguiendo sus malos consejos, llama al rey de Armenia a Nicópolis bajo pretexto de mantener conversaciones. Allí Ardavazt, la reina y sus dos hijos son tomados prisioneros: el plan de Cleopatra es apoderarse de los tesoros de Armenia y poner en el trono a uno de los hijos de la célebre pareja... protagonizada en la inolvidable película de Hollywood por Richard Burton y Elizabeth Taylor.

Dion Casio cuenta cómo traídos delante de la reina de Egipto, el rey armenio y su familia mantienen una actitud honrosa y no se inclinan ante Cleopatra ni le suplican misericordia. Hecho que sorprende a todos los romanos presentes pero que no afecta en absoluto a la monarca egipcia: la familia real armenia se destaca por su coraje pero es sometida a numerosas vejaciones y torturas. Cleopatra intenta de ese modo saber en qué sitios se encuentran guardados los tesoros reales.

Acto seguido, Marco Antonio ordena a su ejército avanzar sobre Armenia: el adolescente Alexander, -el menor de los hijos de la pareja- es colocado en el trono. El reino armenio es saqueado por las tropas romanas, los tesoros son llevados a Egipto y hasta el templo de la diosa Anahid es víctima de la depredación.

A pesar de los consejos que le dan algunos romanos en el sentido de no seguir adelante con esa política hostil hacia Armenia, Marco Antonio se deja llevar por los deseos de la insaciable Cleopatra. Así, el rey armenio Ardavazt es asesinado durante su cautiverio. Esta trágica evolución de los acontecimientos, sumada a la conquista y al saqueo de Artashat, marcan un punto de inflexión en las relaciones de Roma con Armenia.

Hasta ese momento Armenia ha sido un aliado de Roma contra los partos. A partir de ahora, y a pesar de la política moderada de Augusto y sus sucesores, una parte importante de la nobleza feudal armenia –el llamado “partido nacional”- se vuelca hacia los partos, a los que considera aliados naturales para garantizar la independencia de Armenia.

Augusto y su política con respecto a Armenia

La reacción en Armenia no tarda en llegar: apenas colocado en el trono el hijo de Marco Antonio y Cleopatra, una sublevación nacional destituye al vástago quien es reemplazado por uno de los hijos del rey Ardavazt, de nombre Ardashés. Sin embargo, el ejército de Roma vuelve a intervenir en Armenia y el pequeño Alexander es restituido en el trono, que ocupa desde el 34 al 31 a.C., siempre bajo la protección de las fuerzas romanas. Por su parte, Ardashés busca refugio en la corte del rey parto, quien sigue en guerra con Roma.

En la última etapa de sus luchas contra Octavio, Marco Antonio se ve obligado a retirar sus efectivos de Armenia. En ese interín, con la ayuda de Partia, Ardashés regresa a su reino y ocupa el trono desde el año 30 hasta el 20 a.C.

Cuando Ardashés se entera de que, en un extremo acto de venganza, Cleopatra había ordenado la decapitación de su cautivo padre y rey armenio Ardavazt, en un arrebato de ira ordena el asesinato de todos los romanos que se encuentran en Armenia. Acción que dejará sus huellas en las relaciones con el futuro emperador Augusto, quien dicho sea de paso, ha criticado en su momento el cautiverio del rey armenio y ha acusado a Marco Antonio por haber deshonrado a Roma a través de esa vil acción.

Luego de su decisiva victoria sobre las fuerzas de Marco Antonio en la célebre batalla naval de Accio (actual Préveza, en Grecia) Octavio asume el poder y se convierte en el primer emperadorde Roma con el título de Augusto en el año 27 a.C.

Todos piensan que lo primero que hará el flamante emperador es acabar con los partos. Pero no ocurre así. Augusto tiene otros planes. Por el momento, se conforma con traer a Roma al príncipe Tigrán, hijo de Ardavazt y hermano de Ardashés, a quien Cleopatra mantenía en cautiverio luego de la decapitación de su padre. Es la conocida política romana que Augusto lleva brillantemente a cabo durante su reinado: la de “cultivar” en su palacio futuros reyes vasallos “de reserva”. Así, Tigrán vive y se educa en Roma, recibiendo la mejor de las formaciones.

El momento de actuar en Oriente llega diez años más tarde, hacia el 20 a.C. En Armenia sigue reinando Ardashés, aliado de los partos. Augusto implementa su politica de demostrar fuerza sin utilizarla: se dirige con su ejército a Siria y envía refuerzos desde Macedonia al Asia Menor. El rey de Partia prefiere aceptar las condiciones de Augusto en lugar de enfrentarse a las fuerzas romanas.

¿Cuáles son esas condiciones? En primer lugar, la devolución de los estandartes romanos caídos en manos de los partos luego de la derrota de Craso. Y en segundo, el reconocimiento de la supremacía de Roma sobre Armenia. Acto seguido, el rey armenio Ardashés es asesinado por sicarios contratados por los romanos, y su hermano Tigrán es traído desde Roma para ocupar el trono... como Tigrán III.

Armenia es ahora –una vez más- un Estado “aliado y amigo” bajo la tutela de Roma. De allí la histórica frase de Augusto a los romanos: “Armenia capta” (“Armenia cautiva”).

Epílogo

A Tigrán III le sucederá Tigrán IV –último rey de la dinastía Ardashesián- quien reinará desde el año 12 a.C. hasta el año 2 de nuestra era. Las caóticas luchas internas serán moneda corriente ya que la dirigencia feudal se encuentra dividida entre el bando pro-romano y el pro-parto. Una situación de cuasi anarquía que seguirá hasta el año 53.

En todo ese turbulento período, Augusto continuará con la política de no anexar Armenia al imperio romano a pesar de los reproches internos por esa decisión. “Sólo se anexa lo que se puede guardar” será su respuesta a los críticos. En los años posteriores se limitará pues, a poner reyes “títeres” de Roma sobre el reino de Armenia. Por su lado, los partos seguirán con sus intentos de ver en el trono de Armenia a un miembro de su dinastía real. 

El tira y afloja entre Roma y Partia por el reino de Medz Hayk llegará momentáneamente a su fin con la coronación -a manos del emperador Nerón- del rey Drtad I (Tirídates), hermano del rey parto e iniciador de la dinastía Arshakuní (Arsácida) que gobernará en Armenia durante más de tres siglos.

Sin intención de espoilear, los siguientes episodios de esta “miniserie” (“el general Corbulón contra Drtad”, “Roma admira a Drtad en el Coliseo”, “Coronación del rey armenio en el Foro Romano”, etc.) ya los hemos contado...

(1) Guglielmo Ferrero, “Grandeur et Décadence de Rome”, París, 1924, p. 90.

Ricardo Yerganian

Exdirector de Diario ARMENIA

Compartir: