El Genocidio Armenio
El 24 de Abril de 1915, miles de armenios sospechados de albergar sentimientos nacionales hostiles al gobierno otomano fueron detenidos. El 26 de mayo de ese año una ley autorizó deportaciones “por razones de seguridad interior".
La población armenia de Anatolia y Cilicia se vio forzada al exilio. Se estima que un millón y medio de armenios fueron muertos en sus tierras y durante la deportación entre 1915 y 1917. En 1965 Uruguay fue el primer país del mundo en reconocer el genocidio armenio.
En la actualidad 22 países (de los 193 que pertenecen a la ONU) reconocen la masacre, entre ellos la Argentina. Se estima que en la diáspora hay dispersos unos ocho millones de armenios, en tanto que en Armenia hoy viven aproximadamente dos millones y medio de personas.
El 12 de abril 2015, al conmemorar el centenario del martirio armenio, en una histórica misa en la Basílica de San Pedro, Jorge Bergoglio definió a este como "el primer genocidio del siglo XX" y lo llamó una "horrible masacre" por parte de los turcos durante la Primera Guerra Mundial. Fue el primer papa en denunciar públicamente este "genocidio".
«Es necesario recordarlo. Aún más, estamos obligados a recordarlo, porque cuando se pierde la memoria el mal mantiene las heridas abiertas. Esconder o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin ser curada», agregó.
En su sermón, el Papa señaló: «Ante los trágicos acontecimientos de la historia humana, nos sentimos a veces abatidos y nos preguntamos: “¿Por qué?”. La maldad humana puede abrir en el mundo abismos, grandes vacíos: vacíos de amor, vacíos de bien, vacíos de vida. Y nos preguntamos: “¿Cómo podemos salvar estos abismos?” Para nosotros es imposible.», dijo. Y ofreció la solución: «Sólo Dios puede colmar estos vacíos que el mal abre en nuestro corazón y en nuestra historia. Es Jesús, que se hizo hombre y murió en la cruz, el que llena el abismo del pecado con el abismo de su misericordia».
Mi abuelo paterno, Misak Himitian, vivía en Aintab. Como era zapatero, fue obligado por los turcos a permanecer en prisión domiciliaria fabricando botas para su ejército. Por eso se salvó de la deportación. Mi abuelo materno, Movsés Boronsouzian, también de Aintab, con quince años de edad fue llevado a la deportación, junto con sus padres y hermanos y con los pobladores de Aintab, los que se estimaban en unas diez mil personas. Después de un par de meses, cuando solo quedaban vivos unos ochocientos de ellos, Movsés, previendo que el fin de todos era la muerte, arriesgó su vida y consiguió escapar del campamento.
En 1980, en un retiro espiritual de pastores en Buenos Aires, mientras orábamos a Dios por diferentes naciones, descubrí que yo, aunque era cristiano y pastor, no había perdonado a los turcos en mi corazón. Renuncié a ese odio, y por medio de Jesús pude perdonar, y no solo eso, sino que Dios llenó mi corazón de su amor hacia el pueblo turco. Con el tiempo, comprendí que no todos los turcos son malos, y que no todos los armenios son buenos.
A mi abuelo Movsés lo salvó un turco; a la familia de mi abuela Vergine (que años después se casaría en Siria con Movsés) también la salvó un turco.
Jesús, en el Sermón del Monte, nos enseñó tres cosas:
A perdonar a los que nos han hecho mal
A amar a nuestros enemigos
A asumir nuestra responsabilidad de ser la luz del mundo
El Sermón del monte (Mateo capítulos 5, 6 y 7) era considerado por los cristianos de los primeros siglos como el catecismo de la iglesia. Es decir, las enseñanzas básicas que todos los que se convertían a Cristo debían aprender y practicar.
PERDONAR: Todos los armenios conocen bien el Padre Nuestro (el Hair Mer). Y es allí donde Jesús nos enseña que para ser perdonados por Dios, primero debemos perdonar a los que nos han hecho mal: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” Mateo 6.12
Y al final de la oración el único tema que vuelve a retomar es el de perdonar.
“Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial también les perdonará
a ustedes. Pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre les perdonará sus
ofensas”.Mateo 6.14-15
La enseñanza de Jesús resulta muy clara: Debemos perdonar y si perdonamos, seremos
perdonados por Dios, solos no lo lograremos. Pero con Cristo, podemos perdonar, podemos declarar como el apóstol Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” Filipenses 4.13.
AMAR A NUESTROS ENEMIGOS
Considero que éste es el punto más alto de todas las enseñanzas de Cristo.
Ustedes han oído que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: “Amen a sus enemigos, bendigan a los que los maldicen, hagan bien a los que los odian, y oren por quienes los persiguen, para que sean ustedes hijos de su Padre que está en los cielos”.Mateo 5. 43-45
No existe en el Antiguo Testamento ningún mandamiento en el que Dios diga que hay que odiar a los enemigos. Esa fue una deducción equivocada hecha por los fariseos, la que enseñaban como si constituyera parte de la Ley.
Queridos hermanos: Nosotros somos cristianos. No somos musulmanes ni fariseos. Somos seguidores de Cristo. Debemos reafirmar nuestra identidad como cristianos. Por lo tanto, no sólo debemos perdonar a los turcos, sino amarlos, bendecirlos, hacerles bien y orar por ellos. Esto es ser cristianos.
SER LA LUZ DEL MUNDO
Ustedes son la luz del mundo. “Una ciudad asentada sobre un monte no puede ser escondida”. Mateo 5.14
Tenemos la sagrada misión de llevar la luz de Cristo y su salvación a todas las naciones de la tierra, empezando por las naciones vecinas.
Armenia cometió el error de unir su fe a su nacionalidad. Lo mismo hizo el pueblo judío.
De este modo, Armenia perdió la visión de la dimensión universal del evangelio. Jesús dijo: “Id y haced discípulos a todas las naciones… “.
La iglesia de Armenia se convirtió en la “Iglesia Armenia”, y al hacerlo, perdió también el sentido de la universalidad de la iglesia, y lo que es aún peor, perdió su responsabilidad en evangelizar a las naciones vecinas. Se jactó, y se jacta aun hoy, de ser la primera nación en aceptar el cristianismo como religión del estado.
Judas Tadeo y Bartolomé, dos de los doce apóstoles de Cristo, fueron los primeros en llegar a Armenia para evangelizarla. Si ellos, por ser judíos, se hubieran limitado a evangelizar solamente a su nación, el evangelio nunca habría llegado a Armenia.
Hoy los armenios necesitamos convertirnos en verdaderos cristianos. No cristianos de nombre, sino de vida, de conducta. Necesitamos arrepentirnos de nuestros pecados, aceptar a Jesús como Señor, y convertirnos en verdaderos discípulos de Cristo.
Gracias a Dios por los muchos armenios que son verdaderos cristianos y hoy, esparcidos por el mundo, están bendiciendo a otras naciones.
Oremos por Armenia. Oremos por un gran despertar espiritual en su tierra. Desde Armenia los cristianos deben volver a ser la luz de las naciones.
Pastor Jorge Himitian
Dirigente de la Asociación “Comunidad Cristiana” en Argentina
Síntesis del mensaje predicado el domingo 22 de abril de 2018 en I.E.C.A.