El genocidio no es una moneda de cambio
Ciento tres años después de perpetrado el mayor crimen de la historia contra el pueblo armenio, su reconocimiento mundial como genocidio es una realidad. Ya no es necesario esperar que unas u otras potencias se dignen a oficializar su postura en relación a lo ocurrido con el millón y medio de armenios masacrados por el estado turco. El mundo entero ya conoce la verdad porque las pruebas siempre estuvieron al alcance de su mano y ya no es posible levantar una pared de negación como lo intenta hacer Ankara.
Días atrás y fiel a la tradición estadounidense, el presidente Donald Trump habló -una vez más- del Medz Yeghern, un subterfugio para no expresar la palabra correcta: Genocidio. Washington siempre hace oídos sordos a la decisión de más de cuarenta y cinco estados que ya reconocieron el genocidio armenio a través de sus legislaturas. Y siempre son los mismos argumentos que justifican la negativa privilegiando su vínculo con Turquía, no lesionar los sentimientos de sus líderes políticos.
Ahora, una enésima crisis envuelve a Israel con Turquía a partir del incidente en Gaza donde fueron asesinados más de sesenta palestinos por parte de las fuerzas de seguridad israelíes. Erdogán elevó su voz en protesta en concordancia con otros países del mundo, utilizando conceptos como “estado terrorista” y delito de “genocidio”. Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, le pidió al tirano turco que no intentara dar lecciones de moralidad y lo acusó directamente de apoyar al grupo Hamas al que Israel responsabiliza de diversos hechos de terrorismo.
L o llamativo es que como consecuencia de este nuevo enfrentamiento entre Tel Aviv y Ankara, la dirigencia israelí comenzó a hablar de reconocimiento del Genocidio Armenio. Los mismos líderes que una y otra vez rechazaron desde la cumbre del poder los intentos de la Knesset por hacer justicia con la Causa Armenia con argumentos banales, ahora salen a la palestra reclamando calificar de estado genocida de armenios a Turquía.
Y aquí tratemos de hacer un ejercicio de pensamiento: ¿Vale un reconocimiento oficial de Israel en este contexto político, utilizando la tragedia de los armenios como elemento de revancha contra Turquía? O, hubiera sido más correcto que respetando los canales democráticos habituales, los deseos del pueblo israelí no fueran obstaculizados por una dirigencia política entonces interesada en hacer pingües negocios comerciando armas y pertrechos militares.
En relación a este cambio de actitud oficial de Israel, el Consejo Nacional Armenio de ese país ya dio su opinión relativizando las declaraciones y mostrándose escéptico sobre los resultados finales de este nuevo escenario.
Amir Ohana, parlamentario oficialista israelí dijo que la lógica diplomática detrás de no reconocer el genocidio ya no existe, y “que no es demasiado tarde para hacer justicia. Ha llegado el momento de reconocer oficialmente la terrible injusticia cometida contra los armenios”.
Bienvenidos a la realpolitik, dirían los analistas, pero lo cierto es que el pueblo armenio reclama justicia desde hace más de un siglo y no se merece que sus reivindicaciones sean alcanzadas a través del despecho de quienes por enemistarse con nuestro victimario, ahora son nuestros amigos “justicieros”.
Nuestra dignidad no está en venta y si Estados Unidos, Israel y otros estados poderosos que aun se muestran remisos a poner las cosas en su justo lugar, llegan algún día a ponerse en paz con su conciencia, pedimos que esa decisión no sea como consecuencia de avatares políticos y si de resultas por haber interpretado correctamente la historia de nuestro pueblo.
Jorge Rubén Kazandjian