El legado armenio en el libro "Lanús en nosotras"

15 de enero de 2025

En el marco del 80° aniversario del Municipio de Lanús, se presentó el libro Lanús en nosotras: Vida y memoria colectiva de las mujeres de nuestro municipio, impulsado por la exdiputada provincial Karina Nazabal como un proyecto colectivo para visibilizar las luchas, logros y aportes de las mujeres en la historia del distrito. La obra reúne los relatos de más de 50 mujeres que, a través de perfiles y narraciones, dan vida a una memoria compartida que celebra el compromiso y la resistencia femenina.

Entre los textos destacados se encuentran los de Graciela Ainajyan y Graciela Kevorkian, quienes entrelazan las historias de la comunidad armenia con la búsqueda de memoria y justicia. En el prólogo, Nazabal subraya el espíritu del proyecto: “Escribimos para recordar y para no olvidar. Para custodiar el legado de las mujeres que nos inspiraron y nos abrieron el camino para iluminar el cambio.

Mujeres armenias en Lanús: una herencia de fortaleza
Graciela Kevorkian, en su texto "Mujeres armenias en Lanús a través de las generaciones", rinde homenaje a las mujeres de la comunidad armenia que, desde su llegada como refugiadas del Genocidio Armenio, han construido un lazo indisoluble con Lanús. Destaca el rol de las mujeres en la creación y sostenimiento de instituciones como el Colegio Armenio Jrimian y las filiales de HOM, organización de beneficencia armenia.

Kevorkian subraya que estas mujeres no solo mantuvieron vivas sus tradiciones culturales, sino que también extendieron su solidaridad más allá de su comunidad. "En el rostro de una, las vemos a todas", escribe, resaltando la transmisión generacional de fortaleza y convicción. Aporta una reflexión sobre el papel de las mujeres armenias en Lanús, destacando su capacidad de resiliencia y su contribución al tejido social. En su texto, recorre la historia de las migraciones armenias que encontraron en Valentín Alsina, un refugio y un hogar donde reconstruir sus vidas.

Elena Kalaidjian: un legado en mosaico
El texto de Graciela Ainajyan, "Elena: un Legado de Memoria y Justicia", narra la historia de Elena Kalaidjian, exalumna del Colegio Armenio Jrimian, detenida y desaparecida a sus 22 años durante la última dictadura cívico-militar argentina. Elena, hija de un sobreviviente del Genocidio Armenio, llevó en su vida la lucha por los derechos humanos y la justicia social.

Ainajyan relata cómo, en 2008, los estudiantes y docentes del Jrimian decidieron honrar a Elena con un mosaico en el hall de entrada del colegio, convirtiéndolo en el primer "centro de marcación" de Lanús. Este gesto simboliza la conexión entre el 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia en Argentina, y el 24 de abril, fecha que conmemora el inicio del Genocidio Armenio. "Elena sigue iluminando con su legado, y su historia es un faro para las generaciones que han pasado y seguirán pasando por Jrimian", concluye Ainajyan.

Un homenaje colectivo
El libro Lanús en nosotras es un testimonio vivo de cómo las mujeres, a través de sus historias y luchas, han dado forma a la identidad de Lanús. En las palabras de Karina Nazabal, "Escribimos para construir un puente que nos lleve siempre a encontrarnos". El trabajo conecta las experiencias de mujeres diversas, entrelazadas por la memoria, la justicia y el deseo de un futuro más equitativo.

A continuación reproducimos los textos:

Un refugio a orillas del Plata
Mujeres armenias en Lanús a través de las generaciones

Es difícil encontrar registros históricos que mencionen o documenten con certeza sobre la indudable importancia del rol de la mujer en todo tiempo y lugar.

Mi identidad dual, lejos de ser en mí un conflicto, ha potenciado una dicotomía que me permite palpar esa preponderancia femenina en la historia argentina y también en la armenia. Porque en ambos casos nuestras mujeres han sembrado señales y transmitido su fortaleza como legado, muchas veces con sutilezas, a través de gestos y acciones, que sirven de ejemplo y abren caminos.

La historia contemporánea ha sido testigo de una de las mayores tragedias de los armenios. La garra genocida de la Turquía otomana los obligó a huir de sus tierras ancestrales a principios del siglo pasado, y debieron exiliarse en destinos donde pudieran encontrar algo de paz y sosiego, dispersos por todos los rincones del mundo.

Decenas de miles de sobrevivientes del pueblo armenio encontraron en estas orillas del Río de la Plata un refugio prometedor. Lanús aún no había nacido como tal en ese entonces, pero en lo que sería su territorio -al igual que en otros barrios de Buenos Aires y sus alrededores-, los armenios construyeron un futuro y afianzaron lazos con esta tierra. A esa primera oleada de exiliados le sucedieron varias otras, paulatinamente en distintas décadas y procedentes de varios países, y así los armenios fueron sumando voluntades y volcando a través de sus instituciones una dedicada laboriosidad que se propaga por generaciones.

En la localidad de Valentín Alsina, perteneciente a lo que en la actualidad es el Municipio de Lanús, en el año 1930 sentó sus bases el Colegio Armenio Jrimian, establecimiento educativo que fortaleció sus cimientes con el paso de las décadas y que cohabita con un entorno de instituciones armenias que, a lo largo de los años, nutren de diversos aspectos a la comunidad, desde la beneficencia, lo deportivo, lo religioso, lo cultural y demás. Una suma de vitalidad inquebrantable que perdura hasta la actualidad.

Quienes tuvimos el honor de cursar en las aulas del Colegio Jrimian o de frecuentar alguna de las organizaciones armenias de la zona, sabemos de las decenas de miles de almas solidarias que, movidas por convicción, a lo largo del tiempo se han brindado dispuestas a darlo todo por el otro. Las instituciones armenias presentes en Lanús han sabido honrar sus raíces a través de la acción, con frecuencia en modo silencioso, aunque volcando solidaridad también en ámbitos que trascienden lo armenio, como una mancomunada conexión entre ambas culturas e identidades con total naturalidad.

Sería imposible dar nombres. Los recuerdos me remontan a épocas en que mis ojos de niña veían reunirse a las madres y abuelas del colegio, a las socias de las filiales de HOM -ONG internacional armenia de beneficencia integrada por voluntarias-, y con esa infinidad de manos conseguir resultados que parecían imposibles. Estaban allí, y lo siguen estando. Para lo que haga falta. Restando tiempo a su descanso e incluso a sus propios hogares, pero con la satisfacción del objetivo alcanzado reflejada en sus eternas sonrisas. Si había que ayudar en la cocina, relatar experiencias de vida o leer cuentos y leyendas, coser trajes de danza o disfraces típicos para los actos, enseñar tradiciones, conocer sobre nuestros derechos a través de su visión, lo que hiciera falta. También nuestras queridas maestras, docentes con vocación y transmisoras de identidad y cultura. Todas ellas marcando un todo.

Nuestras mujeres estuvieron siempre allí. Continúan en la actualidad. Porque su esencia va pasando a través de las generaciones cual antorcha perenne. Y en el rostro de una, las vemos a todas.

Lanús ha sido testigo de cómo la mujer armenia dispuso su potencial sin miramientos ni objeciones. Inclaudicable guerrera que, a pesar de infaltables tormentas e imprevistos, superó obstáculos a fuerza de su convicción y coherencia. Ejemplos a seguir que nos enorgullecen.

Formar parte de una comunidad como Lanús es un privilegio. Honra integrar su historia incluso desde antes de sus orígenes, y ser uno de los factores que afianzan su camino. Porque en ello radica también el eterno agradecimiento que sentimos por esta generosa Patria, la República Argentina, que nos ha permitido ser parte de ella, tanto por adopción como por nacimiento.

Graciela Kevorkian
Autora. Escritora. Traductora de idioma armenio. Abogada.
grakevorkian@yahoo.com

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Elena: un Legado de Memoria y Justicia

Madre y hermana que no callan. Te recuerdan con cada paso en nuestros pasillos, con cada mirada que interroga al pasado.

Tu lugar se pone de pie, para mantener viva la memoria.

En 2007, llegó a los estudiantes del secundario del Colegio Armenio Jrimian una historia que resonó profundamente: la de Elena Kalaidjian, exalumna víctima del terrorismo de Estado en Argentina, detenida y desaparecida. Una vida truncada, arrebatada por su lucha por la justicia y los derechos humanos.

Fue Adriana, su hermana, también exalumna, quien, con la voz cargada de recuerdos y dolor, narró la historia de Elena. Lo hizo en el marco de un proyecto que el Consejo Nacional Armenio desarrollaba junto al Instituto Espacio para la Memoria. Un proyecto que buscaba enlazar dos procesos genocidas -el argentino y el armenio-, en una lucha compartida por la verdad, la memoria y la justicia: “Dos historias, una misma lucha: Argentina 24 de marzo / Genocidio Armenio 24 de Abril".

Adriana, militante de la organización Hermanos, compartió su relato sobre aquellos años oscuros. Sus palabras no solo iluminaron la historia de Elena, sino que plantaron en los corazones de los estudiantes la semilla de una pregunta:

¿Nuestra escuela tuvo alguna alumna, algún alumno desaparecido?

¿Quién era Elena?

Elena Kalaidjian nació y creció en Valentín Alsina, un barrio que abrazó a inmigrantes y refugiados, cobijándolos en su búsqueda de reconstrucción y esperanza. Cada calle del barrio conserva ecos de resistencia y nuevos comienzos, ecos que también resonaban en el corazón de Elena. Hija de un sobreviviente del Genocidio armenio, Elena cargaba en su sangre la lucha de su pueblo por la memoria y la justicia. Era su destino, tal vez, continuar esa batalla, transformarla en su propia causa.

Elena brillaba en todos los aspectos. Lucía con orgullo el uniforme de la escuela, y sus excelentes calificaciones eran solo una parte de su destacada trayectoria. Estudiaba Letras, un amor por el lenguaje artístico que compartía con su madre pianista. Al mismo tiempo, había hecho el ingreso para Medicina, siguiendo los pasos de su padre, que era médico.

Así, combinaba en su ser tanto el arte como la ciencia, siempre guiada por su espíritu inquieto. Su compromiso la llevó a participar activamente en los movimientos estudiantiles, alzando su voz en busca de un mundo más justo y equitativo.

En marzo de 2008, un año después del testimonio de Adriana, la profesora de Literatura, Susana Calzoni, propuso retomar ese legado. Volver a entrelazarlas dos fechas: el 24 de marzo y el 24 de abril.

Los estudiantes, conmovidos por la historia de Elena -quien había caminado por los mismos pasillos, había ocupado sus aulas y compartido recreos-, decidieron que era necesario honrar su memoria. Así nació la idea de poner una placa, de visibilizar su existencia negada, de hacer la presente una vez más entre nosotros.

La directora, la Licenciada Sandra Raubian, apoyó la propuesta, y entusiasmada, sugirió que la escuela se convirtiera en un "centro de marcación", y se creara un mosaico en honor a Elena.

Fue así como Jrimian se convirtió en el primer "centro de marcación" de Lanús. Los estudiantes, en un gesto de generosidad infinita, destinaron parte de los fondos que habían reunido para su viaje de egresados a Bariloche, a la creación de un mosaico en honor a Elena.

Ese mosaico, colocado en el hall de entrada de nuestra escuela, es una marca fuerte, una presencia viva que habla. Las paredes de nuestra escuela cuentanl a historia y dan cuenta de nuestro ideario institucional.

Proyectos que dejan huella

Marcas que que dan en las paredes, proyectos que nacen en las aulas, crecen y se sostienen en el tiempo. Elena es una marca, la primera, y dio inicio a “De un 24 a otro 24: Jrimian por la Memoria, la Verdad y la Justicia”, un proyecto escolar que se implementa desde el año 2008 en el nivel secundario del Colegio Armenio Jrimian. Este proyecto trascendió las paredes de nuestra escuela y llegó hasta el edificio Cuatro Columnas de la Ex Esma en el 2019, y continúa hasta hoy, tejiendo lazos de memoria y justicia.

Su nombre hace referencia al24de marzo de 1976, comienzo formal del último proceso dictatorial cívico-militar en Argentina, y al 24 de a Abril de1915, comienzo simbólico del genocidio perpetrado por el Imperio turco otomano contra el pueblo armenio, continuado a través del Estado turco moderno con su negacionismo y no reconocimiento. Estas fechas conmemorativas aluden a dos procesos históricos de vulneración de derechos de los pueblos en manos del Estado. Entrelazar la memoria de ambos acontecimientos reúne las convicciones esenciales del proyecto educativo del Colegio Armenio Jrimian y de quienes enseñamos en él. Como escuela de la comunidad armenia, trabajamos sobre la Causa armenia para multiplicarla y hacerla universal. La idea inicial tomó forma, creció y remontó vuelo, abriendo oportunidades para establecer puentes y entramados también con “otros 24” despiadados e injustos de la historia de la humanidad.

Elena: antorcha viva

Hoy, Elena Kalaidjian sigue iluminando con su legado.

A los 22 años, fue secuestrada en Lanús por defender sus ideales, pero su huella es indeleble. En su breve vida, cargó con la historia de su padre y de su pueblo,

y luchó por un futuro más justo, por un "hombre nuevo". Su vida se convirtió en un símbolo de la lucha por la memoria y la justicia, un faro que sigue guiando a las generaciones que han pasado y seguirán pasando por Jrimian.

Cada vez que alguien cruza el umbral de nuestra escuela, el mosaico de Elena los recibe. Es más que un símbolo; es un testimonio de que la memoria, aunque herida, sigue viva. Que la verdad y la justicia son pilares sobre los cuales edificamos nuestra humanidad.

Para mí, como exalumna y hoy en un cargo directivo en Jrimian, esta marcación no es solo un acto de memoria; es un legado que transformo en esperanza. Mis abuelos, sobrevivientes del Genocidio armenio, me enseñaron a luchar por la Causa armenia; por el reconocimiento del Genocidio que aún sigue impune, a guardar viva la memoria y por sobre todo a agradecer el cobijo que Argentina brindó a los refugiados, permitiéndoles mantener las costumbres y la cultura. Hoy, siento que este mosaico es un eslabón más en esa cadena de resistencia, de lucha por la justicia, de transmisión de un legado.

Elena, estabas destinada a otros horizontes. Hoy, una placa ilumina tu presencia en nuestra casa. Tu madre, Isabel, y tu hermana, Adriana, siguen luchando para que tu memoria siga viva. Y nosotros, los que caminamos por los pasillos de Jrimian, seguiremos aprendiendo de tu historia, manteniendo encendida la llama de la justicia.

Graciela Ainajyan
Directora de Gestión Educativa del Colegio Armenio Jrimian

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