El plan de Nikol Pashinyan llegó a Argentina

20 de mayo de 2024

Nos vemos en la necesidad de aclarar alguna cuestión relacionada a comentarios expresados recientemente en el ámbito público de nuestra colectividad.

Desde Diario ARMENIA reflejamos, entre otros temas, el acontecer político y social de Armenia y de Artsaj. No hacemos traducciones automáticas de notas que llegan del exterior. Escribimos, hacemos producciones propias, entrevistas, investigaciones. Nuestras noticias trascienden el mundo comunitario y son levantadas por medios nacionales y de la diáspora.

Contamos con una corresponsalía activa y profesional en Ereván, que es compartida con Audición Gomidas, desde donde recibimos información de primera mano. Establecemos contactos directos con actores que viven tanto en Armenia como en la diáspora a través de los vínculos institucionales. Formamos parte de una red de diarios de diversos lugares de la diáspora y de Armenia. Publicamos y transmitimos información de forma profesional, contrastamos datos y tenemos columnas de opinión para compartir miradas subjetivas, como esta.

Por estas y otras muchas cuestiones que no vienen al caso, cuando colegas comunicadores o periodistas acusan a medios o a instituciones de “no entender lo que pasa en Armenia” o sentencian que no tenemos derecho a opinar sobre lo que pasa en la madre patria por no vivir allí, faltan a la verdad con la clara intención de desacreditar el trabajo y dedicación de mucha gente. Casualmente, aquellas personas también expresan su opinión sin vivir en Armenia, al menos en forma permanente.

Hablamos en particular de la charla brindada por Klaus Lange Hazarian, del portal Soy Armenio que fue moderada por Leo Moumdjian, ex miembro del equipo de Transformación Estratégica del Gobierno del primer ministro Nikol Pashinyan, en la Unión General Armenia de Beneficencia (UGAB) de Buenos Aires, el 16 de mayo pasado. Ambos compartieron esa mirada, la posición de que la diáspora es un ente separado del Estado y que no debería inmiscuirse ni opinar de lo que acontece en Armenia.

Esta estrategia de generación de una falsa grieta entre Armenia y la diáspora es una de las principales tácticas narrativas de Nikol Pashinyan para justificar su pésima gestión de la(s) crisis que él mismo generó por su inexperiencia política, sus escasos recursos intelectuales y su dogmatismo geopolítico que lo llevaron a la situación actual, sin un sistema de seguridad nacional dejando el país a merced de dos Estados enemigos y que históricamente buscaron el exterminio del pueblo armenio.

Lo mismo hizo para justificar la entrega de Artsaj cuando decidió unilateralmente retirarle todo tipo de apoyo, dando luz verde para la limpieza étnica de 2023, y generando una (otra) grieta con la población artsají. Donde el Gobierno falló, la diáspora y sus instituciones dieron un paso al frente, apoyaron y ayudaron.

Tal vez los expositores creen que la diáspora está separada del Estado, o simplemente lo crean por no formar parte de instituciones comunitarias, donde el diálogo y el ida y vuelta con Armenia y otras comunidades es permanente.

Al mismo tiempo que Pashinyan y sus mensajeros rechazan a las instituciones tradicionales de la diáspora por no aprobar su gestión, utilizan sus recursos y aprovechan las buenas relaciones y contactos generados por las comunidades locales para que esos Gobiernos apoyen el plan del Primer Ministro. A la diáspora no se le da voz, pero sí se usa su billetera y contactos.

¿Cuál es ese plan? La ineficiencia, ambición, arrogancia y a la vez la sumisión de Pashinyan lo llevó a poner en práctica un "plan" altamente perjudicial para la Nación armenia y que hasta el propio Gobierno acepta que no puede asegurar que vaya a funcionar.

Meses atrás tuvimos la oportunidad de entrevistar al Presidente de Armenia y hacerle la pregunta que nadie le hace: por qué el Gobierno de Armenia quiere firmar un tratado de paz con Azerbaiyán, mientras ellos mismos acusan a aquel Gobierno de no cumplir con los tratados internacionales. "En la política hay que ser pragmático", respondió Vahagn Khachaturyan. ¿Cuál es el pragmatismo del que habla si una de las partes anuncia abiertamente que quiere exterminar a la otra?

Y ni hablar de adoptar una narrativa más pro-azerbaiyana que la propia Azerbaiyán al afirmar que las fronteras de Armenia no existen, que Armenia "no tiene cédula catastral" de su propio territorio; o que Armenia siempre reconoció a Artsaj como parte de Azerbaiyán por los Protocolos de Almá-Atá, otra mentira imperdonable de Pashinyan, un invento con el único fin de atacar a Gobiernos anteriores y desligar su responsabilidad en este tema crucial.

La gestión de Nikol Pashinyan solo es exitosa en un aspecto, en su verdadero objetivo: mantenerse en el poder. Así, mientras llevaba un martillo durante su campaña en 2021 para "aplastar" a la oposición, reprimió violenta y permanentemente toda protesta política, armó a las fuerzas de seguridad más que al Ejército, persiguió a dirigentes opositores de la diáspora con listas negras y rechazó a todo aquel que se animara a oponerse a su plan de entrega total, no solo de territorios, sino también de los símbolos identitarios armenios. Tampoco meciona ni se esfuerza por liberar a los más de 200 soldados armenios en cautiverio, ni a los 8 dirigentes de la República de Artsaj presos en las cárceles de Azerbaiyán violando todas las normas internacionales. Todo a cambio de una falsa paz regional.

Lamentablemente la democracia armenia se transformó en un sistema represivo y estos días se puede corroborar esta afirmación con los cientos de grabaciones publicadas por ciudadanos armenios en redes sociales. Se llegó al punto en que portar una bandera de Artsaj en Armenia es un acto de desobediencia.

A estos periodistas que se suman a la línea oficial de propaganda del Gobierno en sus distintas aristas y que se muestran "preocupados" por la falta de criterio y de información, les aseguramos que la diáspora está muy bien informada sobre lo que pasa en Armenia y desde nuestro medio de comunicación, Diario ARMENIA, seguiremos en esa línea, como lo venimos haciendo desde hace 93 años.

Podemos asegurar también, sin equivocarnos, que la mirada de la diáspora no está atravesada por ninguna herida traumática ni nacionalismo xenófobo como se afirmó en la charla aludida anteriormente: los Estados de Turquía y Azerbaiyán quieren exterminar al pueblo armenio. El que no quiera verlo y prefiera confiar en una paz mendigada e impuesta por la piedad del victimario, lo único que tendrá que hacer es ver quién sigue estando en el poder cuando se firme ese tratado de paz.

La diáspora debe seguir acompañando y ayudando a Armenia, también debe involucrarse opinando y criticando si fuera necesario, porque tiene derecho a hacerlo y a ser escuchada. Y para quien no esté convencido de ello, que relea la Declaración Panarmenia de 2015 del Centenario del Genocidio Armenio.

Mientras tanto, llamamos a no dejarse convencer por estas miradas obsecuentes cuyo objetivo es silenciar voces críticas y sembrar divisiones entre quienes piensan, se preocupan, trabajan y luchan día a día para defender y hacer crecer la identidad armenia.

Equipo de Diario ARMENIA

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