En Buenos Aires ya le habíamos dicho No a los Protocolos
Luego de muchas idas y vueltas finalmente e el presidente Serge Sarkissian anunció que Armenia declaraba nulos los Protocolos que había firmado con Turquía en Suiza el 10 de octubre de 2009. Pero el proceso de “regularización” de relaciones había sido impulsado tiempo atrás por el jefe de estado armenio a partir de la invitación a su par turco Abdulá Gül a un partido de fútbol entre las selecciones de ambos países. El supuesto proceso de deshielo entre Ankara y Ereván había sido calificado por entonces por muchos observadores internacionales como la “Diplomacia del Fútbol”.
La decisión de Sarkissian había sido unilateral tanto en el plano externo como en el interno pues al conocerse la intención de acercar posiciones mediante ese convenio se encendieron muchas luces de alerta en Armenia. El Tashnagtsutiún, que era parte de la coalición de gobierno en esos años, ya había dejada clara su postura de oposición a ese formato. Las multitudinarias manifestaciones populares que repudiaron la presencia del presidente turco en Ereván fueron ignoradas por el gobierno que pareció no comprender la realidad.
El jefe de estado armenio avanzó en su idea y meses después envió a Ginebra a su ministro de Asuntos Exteriores Nalbandian para firmar los protocolos que supuestamente servirían para restablecer las relaciones diplomáticas con nuestros genocidas y la apertura de las fronteras clausuradas por disposición de Ankara. Muchos recordamos la penosa imagen de nuestro canciller que con una sonrisa triste asistía al show armado por Turquía con la complicidad de la secretaria de Estado de EE.UU Hillary Clinton y otros representantes del poder mundial.
Pero poco duró la ilusión de Sarkissian porque apenas un día después de la firma del acuerdo Turquía anunció que condicionaba los protocolos a la resolución del conflicto de Nagorno Karabagh conforme a los intereses de su “hermana” Azerbaidján. Los protocolos se derrumbaron como un castillo de naipes sometido a la primera brisa que se le cruzó.
El Tashnagtsutiún ratificó su postura contraria a los Protocolos y se retiró de la coalición de gobierno anticipando claramente el futuro de un convenio que estaba muerto antes de ser firmado.
Sarkissian siguió porfiado y no tuvo mejor idea que salir a la Diáspora para defender su poco feliz tesis. No tuvo fortuna pues apenas cosechó el apoyo de unos pocos obsecuentes de turno. Las muestras populares que soportó en contra en Estados Unidos y Francia, las mayores comunidades de la Diáspora le dejaron muy en claro su error.
También en la Argentina, la comunidad se congregó a través de muchos de sus referentes políticos, sociales y culturales en un mitin llevado a cabo en el patio del Arzobispado de la Iglesia Armenia. Centenares de armenios escucharon las voces de protesta que repudiaban los Protocolos como instrumentos para acercar posiciones con Turquía. Aquella tarde-noche del sábado 3 de octubre de 2009 fue tal vez la primera ocasión en mucho tiempo en que casi todos los sectores de nuestra comunidad se unieron para en una sola voz expresar su negativa a la iniciativa de Serge Sarkissian.
Hoy asistimos al anunciado final de la disparatada novela turco-armenia. Casi al final de su segundo mandato Sarkissian tomó la esperada decisión y anuló los Protocolos liberando de esa pesada carga a su sucesor en el poder. Los armenios de todo el mundo nos sentimos un poco más aliviados.
Jorge Rubén Kazandjian